LECCIÓN
1
EL CAMINO QUE TE LLAMA A CASA
Ahora, comencemos.
Amado amigo, vengo a morar contigo donde
crees que te encuentras. No vengo por mí mismo, sino por ti. No vengo a
enseñarte, sino a darte amor hasta que elijas desde lo más adentro y profundo
de tu propio ser poner a un lado a cada ilusión en la que alguna vez hayas
creído, y recuerdes a la única Verdad que es verdad.
Porque en verdad en esta hora, hay algo
que existe que trasciende toda limitación. Hay algo que existe que trasciende
todo lo que parece que va y viene, que nace y muere. Y eso que existe no es sino
la Mente de Cristo dentro de la cual cada uno de nosotros —como una chispa de
luz divina, como un rayo de luz de sol— descansa en perfecta comunión y
perfecta comunicación por siempre.
El gran secreto es que ese es el estado de tu realidad. En todos y
cada uno de los momentos, has permanecido en perfecta comunicación con la
totalidad de la creación puesto que toda las cosas no son sino modificaciones
temporales de la única energía fundamental que yo he decidido llamar la Mente
de Cristo, la descendencia del Padre.
Amado amigo, vengo a dónde eliges estar.
Y si eligieras abrir ese lugar dentro de tu corazón y dentro de tu mente en el
cual pudieras comunicarte conmigo directamente, yo te encontraría allí también.
Para empezar, entonces, lo más
importante, es considerar este simple hecho: tu experiencia es siempre el
efecto de donde eliges enfocar la atención de tu consciencia, que en sí misma
es ilimitada por siempre, y que abarca a todas las múltiples dimensiones de la
creación. Permaneces y habitas en eso que abarca a todas las cosas, en todas
las formas y en todo momento. En verdad, no conoces la separación, el nacimiento
o la muerte, el ganar o el perder.
Mientras vas concentrando la atención en
la lectura de estas palabras, reconoce que tú, como un ser infinito, has
deliberadamente elegido participar en esta forma de experiencia. Vas a ir
leyendo estas palabras que portan ciertos significados para cada uno. Y cada uno
va a colorear esos significados de acuerdo a las percepciones que tú hayas elegido valorar.
¿Esto significa que algunos están más
adelantados que otros? Solo parece que es así. En realidad, cada uno de ustedes
es igual. Cada uno de ustedes elige desde su infinita libertad llamar hacia sí
mismo ciertas frecuencias vibratorias, ciertas formas o cualidades de
experiencia. En esa libertad tú habitas y permaneces siempre, desde antes de la fundación de este mundo y mucho después
de que este mundo deje de existir.
En todo momento, no puedes ser la
víctima de lo que ves, y nada está fuera de ti. Lo que experimentas lo has llamado
directa y deliberadamente hacia ti mismo. Si tienes este pensamiento: “no me gusta lo que he llamado hacia mí mismo”.
Eso estaría perfectamente bien. Porque habrías llamado la experiencia de estar
juzgándote. Simplemente contémplate con el asombro de un niño y observa cómo te
sientes y pregúntate:
“¿deseo continuar con esta energía o me gustaría
elegir algo diferente?”
Porque al final, cuando todas las
elecciones posibles dentro del sueño de separación hayan sido tomadas, hayan
sido puestas a prueba, hayan sido sentidas y hayan sido conocidas, finalmente emergerá
la calmada y tranquila voz del Espíritu que habla a través del alma, susurrando
la única Verdad, la única Realidad, el único Amor, la única paz y la única
dicha que es continua.
Entonces el alma comienza apartarse de
las cosas de este mundo creado. Comienza a retirar su atención de sus apegos a
todas las cosas que ha llamado hacia sí misma. Comienza a trascender su sentido
de identificación con las frecuencias vibratorias con las que solo había
pretendido jugar, y que luego se las tomó seriamente. Esta seriedad dentro de la
mente es lo que es el ego. Y es ésta gran seriedad lo que ha mantenido las
vibraciones que ya no te gustarían volver a elegir experimentar dentro del
campo de tu ser, dentro del campo de tu alma.
A medida que tú como alma —la divina
chispa individual— comienzas a elegir retirarle la atención y el valor que le
habías puesto a todas las cosas, a medida que aprendes a simplificar la
naturaleza de tu propia consciencia, a medida que te vas dando cuenta que
puedes entregarte o rendirte a algo que parece que está más allá de ti y que
puedes considerar la demente idea de tener fe y confiar en lo invisible, cada
vez más te volverás menos y menos.
A medida que te vuelves menos y menos de
lo que tú pensabas que eras, a la inversa, te vuelves cada vez más de aquello
para lo que tu Padre te creó para ser—el pensamiento del perfecto Amor en la
forma, un canal, un simple vehículo a través del cual el Amor del Espíritu
pueda irradiar. Por consiguiente, tu única tarea es limpiar tus ventanas,
barrer tus pisos y desmalezar tu jardín, de manera tal que la Luz pueda emanar
sin obstáculos.
Ya no vas a tener la necesidad de
defender las percepciones con las que te habías identificado por error. De
hecho vas a saber cuándo entres a ese estado del despertar. Porque vas a poder
contemplar todas las cosas creadas que alguna vez experimentaste, todas las
reacciones que alguna vez tuviste dentro de la mente, todas las percepciones,
todos los juicios, todos los deseos que alguna vez tuviste con respecto a
alguien o algo. Y en la medida en que ello surja dentro de tu mente, no van a
perturbar tu paz.
Y vas a sonreír. Vas a ver que dentro de
tu consciencia va a surgir todo lo santo y todo lo diabólico. Porque has sido ambas
cosas santo y pecador. Y tanto tu felicidad como tu infelicidad han sido
meramente el efecto de donde elegiste poner tu atención.
De hecho amado amigo, vengo a encontrarme
contigo dondequiera que te encuentres porque he elegido usar el infinito poder
de consciencia que me fue dado por el Padre —como igualmente te fue dado a ti—
para descubrir cuán profundo deleite puede haber cuando la mente está enfocada
solamente en ver desde, y en ver solamente, a la Mente de Cristo. Por consiguiente,
he llamado hacía mí mismo a una multitud de experiencias —incluso cuando caminé
sobre tu amada Tierra como un hombre— para retarme a mí mismo, para probarme a
mí mismo, para estar en condiciones de elevarme por encima, y trascender todas
las posibles experiencias que pudieran distraerme del recuerdo de quien verdaderamente
Yo soy.
Por cierto, mi crucifixión fue
simplemente el clímax de mi propia decisión directa de ser retado por los
eventos del espacio y el tiempo de manera que pudiera cultivar dentro de mí
mismo la habilidad de ver desde, y de ver solamente, la perfecta pureza de la
Mente de Cristo.
Al punto al que estoy tratando de llegar
contigo es que en todo momento, todo aquello que has experimentado en el ámbito
de tus emociones y en la mente, y los efectos —subsecuentemente en gran medida—
dentro del cuerpo están allí porque desde tu infinita libertad, has simplemente
seleccionado esa experiencia para
enfocar tu atención de tal manera que puedas ver cómo son los efectos.
La demencia no proviene de haber elegido
ver algo diferente a la Mente de Cristo. La demencia que experimentas como tu
dolor, como tu sufrimiento, como tus búsquedas y tus dramas provienen solo de tu
elección equivocada de identificarte
con lo que surge en el campo de tu consciencia. Por lo tanto, has perdido la
visión de tu inocencia. Porque todos los eventos son perfectamente neutros, y eres
libre de verlos de la forma que quieras.
Por ejemplo, cuando nace un niño
—aquellas que son madres saben esto— puedes experimentar una profunda felicidad
indescriptible. De igual manera, también podrías experimentar miedo y
contracción cuando piensas que tienes que responsabilizarte por el niño. Cuando
alguien que has amado muere y experimentas pena y sufrimiento, puedes estar
seguro que es debido a que has elegido contraer tu atención. Puesto que todo lo
que puedes ver es la pérdida de un cuerpo viviente y por consiguiente te
convences a ti mismo de que te has separado de un ser amado.
Hablo por experiencia que la separación es una ilusión. Cuando se produce la
muerte en tu plano, en ese preciso momento tú todavía tienes el poder de elegir
reconocer que algo ha cambiado, y poner ahora tu atención hacia una facultad
diferente que el cuerpo nunca podría haber tenido. La facultad de percibir y de
oír y de comunicarte con esa chispa de luz divina —el alma— que parece que ha
renunciado a la idea de tratar de mantener a una forma física con vida. Esto es
imperativo. De hecho, este es precisamente el primer paso en El Camino del Corazón.
EL
PRIMER PASO HACIA EL DESPERTAR
El primer paso hacia el despertar consiste
en aceptar dentro de la mente la verdad de este axioma:
Nada
de lo que experimentas es causado por algo fuera de ti.
Tú
experimentas solamente los efectos de tus propias elecciones.
Durante la primera parte este curso,
vamos a ir construyendo lección por lección lo que yo he decidido llamar El Camino del Corazón. Este es un camino
que es desconocido para el mundo. Éste es un camino que es desconocido para
muchos de aquellos que se llaman a sí mismos maestros espirituales. Porque este
no es un camino que se apoye o que dependa de medios mágicos.
Es, más bien, un camino que cultiva
dentro de ti la decisión de volver tu atención hacia tu propia mente, hacia tu
propio comportamiento, hacia lo que es verdad y real para ti instante a
instante. Para estudiar a la mente, para reflexionar sobre ella, para sentirla,
para respirar la luz del Espíritu a través de ella, para reentrenar constantemente
a la mente de forma tal que asuma la completa responsabilidad en cada momento.
¿Por qué es esto necesario? Porque sin
esto, no puede haber paz. Porque sin esto, tú no puedes trascender las falsas
identificaciones que has elegido. Necesitas llegar al punto en el que te dices
a ti mismo:
“Yo me hice esto a mí mismo. Yo lo hice; debo
corregirlo.
No debo culpar a nadie. El mundo es
inocente”.
En las lecciones que siguen, te vamos a
comunicar de una forma cada vez más profunda los puntos más importantes de El Camino del Corazón. Porque este fue
el camino que me enseñaron a mí. Este es el camino que puede invertir y
transformar cada pensamiento que alguna vez hayas tenido acerca de alguien o de
algo. Este es el único camino, que te permitirá pasar a través del ojo de una
aguja, y
llegar a descansar en la perfecta paz de la cual tú brotaste.
El
Camino del Corazón
no es el camino del intelecto. Porque de hecho ese aspecto de la mente nunca
fue diseñado para que fuera tu maestro. Fue diseñado para ser el humilde, y —si
me perdonas la expresión— el muy estúpido sirviente del corazón despierto.
El corazón es aquello que siente todas
las cosas, abraza a todas las cosas, confía en todas las cosas, permite todas
las cosas y acepta a todas las cosas. El corazón es aquello en lo que el alma
descansa eternamente. El corazón es aquello que está más allá del espacio y del
tiempo y es esa chispa de luz en la Mente de Dios, que lleva por nombre Cristo.
Y solo en Él encontrarás la paz que tanto buscas.
Vas a descubrir que el camino del
despertar no es un camino de evasión, sino un camino de auto-honestidad, de
autenticidad. No es un camino de logros y orgullo, sino que es un camino que te
conducirá a soltar de la consciencia cualquier esperanza o cualquier deseo de
ser especial —que es verte a ti mismo como alguien que ha progresado— de manera
que puedas darte con un puño en el pecho lleno de orgullo y extender las plumas
como un pavo real. Es trascender la esperanza de lograr captar la atención de
Dios, y que Él te va a contemplar y que va a proclamar: “Oh, tú has sido tan buena persona. Claro que sí, te vamos a permitir
entrar en el Reino de los Cielos ahora”.
Es un camino en el cual vas a llegar a
cultivar —independientemente de tu experiencia interna o del grado de avance de
tu despertar— la voluntad y el arte de retornar a la simplicidad de la mente
vacía y
del no-saber con cada respiración. Es una forma de vivir en la que todas las
cosas y todos los eventos se vuelven aspectos de meditación y de oración hasta
que se reestablezca otra vez dentro de ti la Verdad que es verdad siempre:
Que no se haga mi voluntad, sino la Tuya.
Porque por mí mismo, yo no hago nada.
Sino que es el Padre el que hace todas las cosas a
través de mí.
Imagina entonces un estado del ser en el
cual al caminar por este mundo aparentemente como cualquier otra persona y que sin
embargo, internamente sientes que eres espacioso. Y sientes que estás como vacío
por dentro. En verdad, es que ya no deseas nada, aunque permites que el deseo
actúe través de ti. Y sabes que ese deseo es la voz del Padre guiando a tu
personalidad, a tus emociones e incluso a tu cuerpo hacia los lugares, los
eventos, las personas y las experiencias con las que se está tejiendo el tapiz
de la expiación —la expiación como una— mediante
el cual todos los hijos de Dios están siendo llamados a casa nuevamente.
Confiarás en su completo fluir, ya sea
que te pida que des un discurso en frente de diez mil personas, o que te pida
que le cuentes a un amigo la verdad de tus sentimientos, o que te pida que barras
las calles y que vivas sin un centavo. Porque en verdad, que la mente que
confía en la Fuente que la ha creado permite todas las cosas, acepta todas las
cosas, confía en todas las cosas, abarca todas las cosas y trasciende todas las
cosas.
Ten por aseguro que, siempre que sientas frustración y ansiedad, es debido a que has decidido no confiar en la Verdad. Y
la verdad es simplemente que:
Solo
el plan de Dios para la salvación tendrá éxito para ti.
Tu plan siempre fracasará. Porque tu plan
se basa en la suposición ilusoria y demente de que eres un ser separado de la
Mente de Dios y que debes, por lo tanto, dirigir tu propia vida. Porque si estás
enfermo y no tienes paz, ¿Qué te hace suponer que sabes cómo crear paz? Hay que
tener gran humildad para aceptar el primer paso del camino:
Yo he hecho todo esto, debo deshacerlo.
Pero no tengo ni idea de cómo lo hice.
Por lo tanto, debo rendirme a algo más.
Te pido que consideres y reflexiones bien
este pensamiento que voy a darte. ¿Qué pasaría si la misma vida que estás
viviendo, si todas y cada una de las experiencias que vienen a ti ahora desde
el momento en que decidiste: "Tengo que
lograr despertar aquí", te fueron enviadas a ti directamente por tu
Padre, porque tu Padre sabe lo que es necesario desenredar adentro de tu consciencia
que te va a permitir despertar? ¿Qué pasaría si las mismas cosas a las que te
resistes son los pasos más importantes de tu regreso a casa? ¿Qué pasaría si
alcanzas la madurez en el transcurrir de este camino en la que estarías finalmente
dispuesto a dejar que las cosas sean tal como son?
Si fuera necesario barrer las calles, tan
solo respiras profundamente y dices: “Padre,
tú conoces el camino a casa” y empiezas a barrer. Y dentro de la mente
tienes este pensamiento, “Oh Dios mío, no
voy a ser alguien reconocido. No me voy a destacar. La gente no va a pensar que
soy alguien especial si solo barro las calles”. Sin embargo reconoces: “Ah, ya, con razón mi Padre quiere que yo
haga esto. Tengo que barrer y limpiar muy bien hasta que pueda verlo, hasta que
me des-identifique de esto, y aprenda a ser la presencia del Amor mientras barro
las calles”. En verdad les digo que el más pequeño de entre ustedes —de
acuerdo a tu percepción— es igual al más grande. Y no hay nadie de entre
ustedes que sea menor que yo.
El
Camino del Corazón
comienza cuando aceptas con humildad que has creado un gran desorden dentro de
tu consciencia. Que has creado todo un laberinto y que te has perdido dentro de
él, y que no conoces el camino de regreso.
Este camino comienza al aceptar que por
ti mismo, no puedes hacer nada. Porque todo lo que has podido lograr es la
creación de una gran cantidad de dramas dementes que no están ocurriendo en
ninguna parte, excepto en el campo de tu mente. Que son como quimeras, como sueños.
En verdad, no hay diferencia entre ese estado en el estás despierto durante el
día —en el que te gustaría ser el director de tu propia vida— y los sueños que
tienes cuando el cuerpo duerme por la noche. Son la misma cosa.
Deseo dirigirte hacia la paz, hacia esa
paz que por siempre trasciende el entendimiento y la comprensión del mundo. Deseo
hacerlo —porque mi Padre lo desea a través de mí— para traerte completamente a
donde yo estoy y quizás descubras que hay alguien que llegó ahí primero que tú.
Y cuando lo mires de cerca, vas a decir:
“Ah, pero si es mi Ser. Yo siempre he estado aquí, solo
que lo había olvidado”.
En el final de todo viaje, en el final
de toda purificación —ya que de hecho la purificación es algo todavía necesario—
descubrirás que despertar significa que hiciste un viaje a ninguna parte. Significa
que llegaste a una meta que nunca ha cambiado.
Despertar es tan solo recordar. Pero es
un recordar que no se da solo por el intelecto. No es una idea, como tú
entiendes que son las ideas. Es una idea que vibra a través de todo el campo de
tu ser, de forma tal que incluso las células del cuerpo —mientras todavía el
cuerpo permanezca cohesionado en su forma actual— se despiertan y se relajan
dentro de la Verdad que es siempre verdad.
¿Si fueras un jardinero, no cultivarías
el arte de limpiar de malezas a tu jardín? ¿No iría a ver si los suelos tienen
la humedad suficiente? ¿No estarías pendiente de las nubes en el horizonte y
del calor del día? ¿No cubrirías a las plantas más delicadas las que necesitan
protección mientras van creciendo y se hacen más fuertes? ¿Y con respecto a
esos que no van a respetar a tu jardín, no les pedirías que se fueran, o no
construirías una cerca temporal hasta que las plantas del jardín sean lo bastante
fuertes, hasta que broten suficientes frutos para que puedas dárselos incluso a
los que no lo quisieron respetar?
Sé por lo tanto, un sabio jardinero.
Cultiva un profundo amor y respeto por ti mismo, porque tú no estás aquí para
“arreglar” al mundo. No estás aquí para “arreglar” a tu hermano o a tu hermana.
Es solo el amor lo que sana. Y hasta que te hayas amado completamente a ti
mismo mediante la purificación de la mente de cada pensamiento erróneo que
alguna vez hayas tenido —hasta que te hayas amado a ti mismo— no podrás, en
verdad, amar a nadie o a nada. ¡Salvo en esos breves momentos cuando has dejado
caer tu guardia y el Amor de Dios ha irradiado a través de ti tan rápidamente
que ni siquiera supiste que pasó! El sabio jardinero cultiva un estado de consciencia
en el cual el Amor de Dios no tiene obstáculos.
Amado amigo, si eres uno de aquellos que
ha elegido responder a la llamada a participar en este camino, con esta
familia, si eliges comprometerte en tener fe y confiar en tu Creador que ha
puesto delante de ti un camino que puede guiarte a casa, tú, de hecho, llegarás
a casa. Pero comprometerse significa que no vas a marcharte de la habitación
cuando comiencen los gritos. De los gritos de los que estamos hablando son de
los gritos dentro de tu propia mente, dentro de tu propio cuerpo, dentro de tus
propias emociones.
Significa que vas a permanecer con todas
esas cosas al ser honesto acerca de ellas, y de amarte a ti mismo por haber
tenido el poder incluso de crear tales pensamientos dementes de ti mismo y del
mundo que te rodea.
El
Camino del Corazón
es el sendero final en el que cualquier mente puede entrar. Hay muchas etapas
en el despertar. Hay muchos senderos que se pueden seguir. Pero al final,
“todos los caminos conducen a Roma”, como dice el dicho. Eventualmente cada
alma debe encontrar su camino dentro de El
Camino del Corazón. Cada alma debe regresar a la verdad de que es tiempo de
que asuma la responsabilidad; de aprender a cultivar la habilidad de contemplar
la profunda y cruel oscuridad que yo he llamado “el ego”, que no es nada más
que un pozo séptico de negación. Que es aquello que carece de luz.
Comienza a traerle de nuevo luz al ego al
observar simplemente a tu propia mente, a tu propio comportamiento, a tus
propias reacciones con un sentido de asombro, con un sentido de inocencia y con
un sentido de ingenuidad infantil.
¿Pero es qué acaso no está escrito que
tienes que volver a ser como un niño pequeño para entrar en el Reino de los Cielos?
Un niño pequeño simplemente se maravilla de todas las cosas que ve y dice: “Bueno, ¿qué te parece?” Puede
imaginarte observando a las más profundas y más oscuras partes de tu propia
sombra, de tus propias negaciones, y que seas capaz de decir: “¡Oh, qué te parece!” Recuerda que todas
las cosas son neutras, y que todo lo que sucede dentro de tu consciencia no
tiene efecto sobre la verdad de tu realidad.
El
Camino del Corazón
es un camino donde se cultiva la decisión de ser alguien identificado con la Luz
que puede brillar alejada de toda oscuridad. No al luchar contra la obscuridad,
sino al reconocerla, al abrazarla, al aceptarla como tu propia creación, y
elegir de nuevo. El Camino del Corazón
es el camino que yo enseño. Y ahora vamos a comenzar a enfocarnos en
profundidad para estudiarlo juntos, hasta que este camino pueda establecerse
dentro de tu santa mente.
EL
CAMINO DEL CORAZÓN QUE TE LLAMA A CASA
Recuerda que la Verdad es siempre
verdad. ¿No es ya el tiempo, amado amigo, de verdaderamente dar los pasos para
apropiarte de tu única realidad? El
Camino del Corazón no conoce la palabra evitar. No conoce la decepción, la
manipulación o el control. No conoce la culpa, aunque observa a todas esas
cosas que surgen como ecos de viejos patrones que ahora se han dejado atrás.
Aprende a verlos, a reconocerlo, como cuando reconoces ciertos tipos de nubes
que pasan a través del cielo. Aprende entonces a cambiar la dirección de la
atención de la mente para que pueda ser hecha una nueva elección.
El
Camino del Corazón
es el camino que te llama a casa. Y la llamada viene desde la parte más
profunda de tu alma que todavía es semejante al Espíritu, que permanece como
Cristo en la santa Mente de Dios. Confía entonces, que eres como un rayo de luz
de sol. No confíes en las percepciones que cultivaste por error. No estás solo
en el camino por el que viajas, y no viajas separado de tus hermanos y
hermanas. Esta familia no puede conocer la separación. Porque una vez que la
llamada a despertar que se transmite a través de este linaje ha sido
conocida, aunque algunos cuerpos puede que no se comuniquen en el espacio y el
tiempo, ten la certeza que, la comunicación permanece, y que no hay manera de
evitarla.
Ahora que hemos comenzado, El Camino del Corazón. Es el momento de
tener la disposición o la voluntad de ponerse el manto del compromiso de sanar
cada obstáculo a la presencia del Amor que pueda permanecer todavía
secretamente escondido en esa parte de tu mente que luchará para estar separada
de Dios. Y para recordar que eres verdaderamente la Luz que puede venir a
brillar amorosamente sobre cada aspecto de la oscuridad que hayas conocido.
A lo largo del camino de este curso, vas
aprender a darle la mano al diablo, a bailar con él y a reconocer que su cara
es la tuya. Cuando puedes bailar con la oscuridad que has creado, esa oscuridad
se transforma en un ángel. Y la luz mora con la Luz.
Te daremos ciertas meditaciones y
ciertas prácticas energéticas que te van a ayudar a cultivar dentro de ti la
cualidad del sentir que te permitirá reconocer las energías que no te sirven.
Se te van a entregar de una manera que trasciende lo que tu mente podría elegir
pensar de esas energías, de manera que aprendas cada vez más a dirigirlas en el
cuerpo, a dirigirlas usando tus sentimientos de forma natural, no con tu
intelecto.
Tu intelecto no sabe nada excepto las
trivialidades que le has metido a la fuerza, como se mete la basura en un
contenedor de basura. El intelecto no podría nunca lograr la sanación del
corazón que es en sí la expiación. El intelecto solo se puede utilizar para
argumentar en contra de las percepciones demente que estás acostumbrado a usar,
de manera que puedas llegar a darte cuenta de que quizás habría un mayor bien
para ti si renuncias a tu insistencia de tratar a tu intelecto como si fuera tu
dios.
Por lo tanto, de hecho amado amigo,
danza, regocíjate y juega con frecuencia. Deja que estas lecciones extraigan y
lleven todo lo indigno que está dentro de ti hasta la Mente de Cristo —cada
pensamiento de carencia, cada sentimiento de falta de valía y cada miedo. Deja
que surjan, contémplalos, abrázalos, acéptalos y transmútalos a través del amor
de tu propio Ser y a través de tu honestidad. Acéptate dondequiera que te
encuentres y no pretendas que sea de otra manera. Porque lo más sabios son
siempre lo más humildes.
Mantente por lo tanto amado amigo, en
paz con todas las cosas. Porque los que nos encontramos en un estado que
podrías llamar desencarnado hemos elegido participar con todos aquellos que
piden ser ayudados a través de este camino, ¡nos deleitamos al unirnos contigo!
¡Nos deleitamos al amarte! ¡Nos deleitamos mientras esperamos darte la
bienvenida al hogar, a tu Ser!
Voy a pedirte que cierres los ojos por
tan solo un momento. Toma una respiración muy profunda dentro del cuerpo y
luego suéltala lentamente. Mientras el aliento va saliendo del cuerpo, Mantén
el pensamiento de que no vale la pena seguir aferrándose a todo aquello que te aleja
de la paz y la felicidad. Comprométete —con un compromiso total— a experimentar
la felicidad, incluso aunque hayas estado comprometido completamente a la
infelicidad, a la limitación y a la carencia. Dale a tu Creador el permiso
completo de barrer y limpiar el sótano. Realmente no hay nada que se encuentre
ahí abajo que valga la pena defender o proteger.
Y va a acontecer que vas a conocer la
perfecta paz de la mente vacía, y del no-saber. Vas a conocer lo que significa
estar libre del tiempo y de ser reconfortado por lo que es eterno. Nunca más te
permitas a ti mismo pensar que te encuentras solo. Es una tontería pensar que
yo no estoy contigo. Tú lo pediste. Yo te respondí. Estamos en comunicación.
Este es el camino. Este es el camino que seguiremos hasta el fin de toda
ilusión.
Que la paz esté siempre con ustedes.
Amén.