lunes, 22 de febrero de 2016

LECCIÓN 21: LA ACEPTACIÓN ES LA PUERTA AL REINO

17/05/2015                       El Camino de la Transformación Lección 21.  Jeshua-Jayem                                @cursorecargado


LECCIÓN 21

LA ACEPTACIÓN ES LA PUERTA AL REINO


No es posible que estés sin Amor.

No es posible que estés solo.

No es posible que puedas probar la muerte.

No es posible que puedas probar la pérdida verdaderamente.

No es posible que sufras el sueño de separación.

No es posible que estés separado de tu Creador.

No es posible que puedas fracasar.

No es posible que dañes a nadie ni a nada.

No es posible que seas culpable de pecado.


ENTRAR EN UNA DELIBERADA PURIFICACIÓN

Amados amigos, por favor consideren cada una de las afirmaciones que les acabamos de dar a ustedes. Les sugerimos que anoten cada una de las afirmaciones en la parte superior de una hoja de papel por separado. A continuación, inicien un proceso en el que durante una semana permanezcan con cada una de las afirmaciones. ¿Qué les queremos decir con esto? Queremos decirles que todas las veces que decidan, a través del deseo, dedicar tiempo a únicamente permanecer con la afirmación. Entonces, observen lo que surja en la mente y anótenlo.

Lo que descubrirás es que hay muchas imágenes, muchas ideas, e incluso ciertos sentimientos que parecen indicarte que la afirmación no es completamente cierta. Este es un método para que profundices en tu capacidad de observar lo que está ocurriendo realmente en el ámbito de tu propia mente. Es un método para entrar en una deliberada purificación.

La negación no podría nunca purificar la mente. Porque no podrás trascender lo que te niegas a aceptar. Porque al aceptar, el Amor regresa al lugar donde alguna vez habitó la sombra. Solo el Amor sana todas las cosas. La inocencia no necesita del miedo. Por lo tanto, debido a que eres inocente, eres completamente libre de ser totalmente honesto acerca de lo que surja en la mente mientras te sientas con cada afirmación. Simplemente anótalo.

Después de un período de dos o tres minutos, haz una pausa; observa lo que tú has traído, y lo qué ha surgido dentro de ti, y luego yuxtapone esas dos visualizaciones. Toma la afirmación con la que has estado trabajando y simplemente repítela en la mente. Entonces, observa la afirmación, una imagen, una descripción, o en un recuerdo lo que pareciera indicarte que tu experiencia es distinta a lo que dice la afirmación.

Mientras las yuxtapones de esta manera, observa lo que ha surgido dentro de tu mente. Sé honesto respecto a ello. Si se trata de un evento que ocurrió la semana pasada, o el año pasado, o hace diez años, o hace quinientos años, en realidad no importa. Mientras lo observas, simplemente pregúntate, "¿Esta creencia o percepción de mí mismo, que parece estar en oposición a la afirmación que está en la parte superior de la página, ha logrado cambiar realmente algo en mí? ¿Me ha quitado existencia?"

Simplemente mira cuál es la respuesta. Luego, levanta los ojos de la página y observa a tu alrededor. Di dentro de la mente:

Soy libre en este momento de elegir ver las cosas de otra manera.

Luego toma un momento o dos y permanece —simplemente observando a tu alrededor. Luego regresa a la afirmación que está en la parte superior de la página y repítela en voz alta, al menos tres veces. Luego simplemente di dentro de la mente, silenciosamente:

Ésta es la verdad acerca de mí. Solo quiero la Verdad.

Luego, déjalo a un lado, y atiende tus asuntos. Al día siguiente, tráelo y haz el ejercicio de nuevo. Haz esta especie de proceso por una semana por cada una de las afirmaciones que te fueron dadas. Ten la seguridad, que la purificación se está produciendo en la profundidad de la mente. Cada uno de ustedes lo va a experimentar a su manera. Pero va a experimentarlo. Recuerda siempre que la única cosa que se puede transformar es la mente. Es por el poder de la propia mente que se produce la purificación.

Del mismo modo que el deseo es esencial para la realización, también lo es la voluntad o la aceptación. Tú nos has oído muchas veces cuando te hemos dicho que solo se requiere ofrecer un poco de buena voluntad, justo lo que tú llamas un "poquito". Dispón de un poquito de buena voluntad, que es lo mismo que aceptación, y espárcelo sobre tus experiencias. Espárcelo por todo el mundo. Espárcelo sobre tu propio ser.


LA ACEPTACIÓN DE TODAS LAS COSAS

Llega a estar dispuesto a ser alguien que cultiva la capacidad de aceptar o permitir todas las cosas. La mente que es libre puede hacer eso. La mente que es prisionera no puede. Porque la mente que es prisionera está así porque insiste en que lo que percibe debería ser diferente en sí mismo, pero que el perceptor no tiene por qué cambiar. Y esa es la esencia misma del aprisionamiento.

Alguien que cultiva esa capacidad de permitir o aceptación está cultivando, en verdad, el mismo acto de perdón. Está liberando al mundo de su insistencia en que sus percepciones se tomen como las correctas. Se está liberando a sí mismo de la necesidad de aferrarse a sus percepciones. Por lo tanto, permite todas las cosas. Confía en todas las cosas. Y por consiguiente, acepta y trasciende todas las cosas.

El permitir o aceptar sigue muy de cerca al deseo. Porque cuando tú deseas el Reino por encima de todas las cosas, no tienes más alternativa que descubrir que debes permitir o aceptar que el mundo sea como es.

Porque tú no sabes cómo es el mundo. Tú solo has conocido tus percepciones de él. Mas el Consolador sanará esas percepciones. Y eso requiere de ti de un poquito de buena voluntad para dejar que tus percepciones sean cambiadas.

A medida que se cambian, el mundo se convierte mágicamente en un lugar diferente. Se vuelve transparente e inofensivo. Se vuelve prácticamente sin valor, excepto por el valor que el Consolador le dará, mientras dure.

Permitir o aceptar, amados amigos, es el proceso de dejar ir y confiar. Es el proceso de decir:

¿Me pregunto cómo serían las cosas si simplemente las dejo ser como son —para observarlas y dejarlas pasar?

La aceptación entonces, es la puerta por la que Cristo entra en el completo recuerdo de Cristo. La aceptación trae una profunda sensación de libertad —libertad de todas las circunstancias. Porque son tus circunstancias en las que tú has creído que tienen el poder para aprisionarte.

Pero a medida que decides renunciar a tu percepción del mundo o de cualquier circunstancia, descubrirás que ya estás en libertad. El poder —y eso es lo que la libertad es— es un poder para crear de manera diferente. Y crear es el efecto de lo que tú eliges ver.

Se puede pensar que la aceptación o el permitir es como una resistencia que está fundida en el sistema nervioso, el cual de todos modos es solo un aspecto de la mente. La aceptación es como abrir las palmas de las manos. En lugar de aferrarte con tanta fuerza, solo dejas ir. ¿Qué es lo que dejas ir? El hábito de necesitar tener la razón, el hábito de necesitar percibir que el mundo es un lugar temible. El hábito de percibir que tienes carencias. El hábito de percibir que Cristo debe estar lejos de ti. Cualquier cosa que no se parece al Reino de los Cielos es un hábito del que bien vale la pena liberarse por medio de permitir que sea disuelto de tu mente.

La esencia de esta lección es el cultivo de la aceptación. Comienza con la voluntad de renunciar al alto precio que has depositado en tu propia mente, de modo que llegues a ser capaz, en inocencia, de simplemente observar cómo realmente es —lo que en verdad está pasando en el fondo, sin juicio, sin miedo, sin ninguna justificación, sin ninguna explicación. Lo que simplemente está allí.

Vas a profundizar mucho en el cultivo de la aceptación, si simplemente pones en práctica el ejercicio que comenzamos.

Aceptando, vas a cultivar la cualidad misma del perdón. Sin perdón, es imposible despertar en la realización de la Verdad que es verdad siempre. ¿Por qué? Debido a que el juicio es lo contrario al Reino. Cuando niegas el perdón, estás literalmente tomando la decisión de estar fuera del Reino. Has utilizado el poder de la mente para tomar una decisión, por el deseo de aferrarte a una percepción, y por consiguiente, has generado la experiencia directa. Tú mismo te has expulsado del jardín del edén.

Recuerda, entonces, que el perdón es siempre esencial. Es necesario para la expiación. El perdón es sinónimo de aceptación. No estamos hablamos aquí de la pasividad ciega, sino de la renuncia dentro de nuestra propia mente, y eso es todo. Es la voluntad de ver la perfecta neutralidad de todos los eventos. Es la voluntad de dejar que el Consolador te recuerde que no existe separación, que no es posible que te hagas culpables de pecado y ni a todo los demás.

El perdón es renunciar a lo que tú habías decidido que es verdad con respecto al mundo. Es, pues, en gran medida una práctica auto-centrada. Por ti mismo, no puedes perdonar a tu hermano o hermana por nada porque, en realidad, no han hecho nada. El perdón es el perdón de uno mismo por insistir en reemplazar la Realidad con tu propia versión de ella.

Aceptar es como los pétalos de una flor que se abre para abrazar el nuevo amanecer de un día de primavera. Aceptar es como la fusión del hielo que permite que el río fluya. Aceptar es como quitarle la tapa a un frasco de dulce fragancia y disfrutar de ella tan profundamente como puedas. Aceptar es la disolución de miedo. La aceptación es la transformación.

Cuando llegues a permitir y aceptar todas las cosas, para confiar en todas las cosas, tú habrás abrazado todas las cosas. Solo aquel que es más grande que la cosa que es abrazada puede hacer el abrazo. Por lo tanto, cada vez que te sientes encarcelado, es porque te has hecho más pequeño que el mundo que percibes.

Y cuando te sientes libre, es porque has recordado que tú eres aquél del que han surgido todas las cosas. Tú eres el Hijo de Dios. Tú eres el inmenso cielo del que surgen y desaparecen todas las nubes y las tormentas, mientras que el cielo permanece incólume —eternamente inmutable. ¡Esa es la libertad! Y el cultivo de la libertad es una decisión de libre albedrío. Es el resultado del deseo por el Reino.

Como llegues a perdonarte verdaderamente a ti mismo por cada percepción que alguna vez hayas tenido sobre alguien o algo, llegarás a descubrir que esto también significa que renuncias a la percepción de ti mismo. Porque no podrás despertar plenamente a menos que te incluyas a ti mismo en el círculo de tu perdón. En última instancia, por supuesto, llegarás a ver que la misma práctica de aceptar es realmente el acto de aceptar o permitir ser verdaderamente el Ser que eres. Ya no resistirás más el proceso de purificación, por cualquier medio que el Consolador utilice para ti. Simplemente ya no importa:

¿Por qué resistirlo? ¡Todo lo que quiero es a Dios!

Si se disuelve en la mente en una fracción de segundo, sin que ni siquiera lo notes —excelente. Si esto requiere de grandes lágrimas y de grandes experiencias en el mundo —excelente. ¿Cuál es la diferencia? Son en realidad lo mismo. Es porque tú has renunciado —a través de aceptar— a tener tu propio sendero a casa. Tú has decidido dejar que el Consolador te lleve a tu hogar.

Debido a que deseas el Reino por encima de todo lo demás, ya no te importa cómo se vive ese proceso. Ya no te quejas de que parece que está tomando demasiado tiempo. Simplemente te impones a ti mismo el participar en el propio proceso.

Deja que el Consolador te lleve de la mano y desandes los pasos que una vez distes en el error. Cada paso requiere de aceptación, que es el perdón que nace del deseo que ha sido purificado de desear aquello que aprisiona. Y es reemplazado con el deseo de establecer que todas las cosas sean libres.

Una vez que tu deseo comienza y desees el Reino, el final del viaje es perfectamente cierto. La escuela termina. El ego no pueda durar. Porque el mismo universo, la creación, el mundo que te rodea conspirará —esto significa que simplemente respiran juntos— todas las cosas conspiran juntas bajo la mano del Espíritu Santo para crear precisamente lo que tú requieres para establecerte completamente libre de toda ilusión. Y en secreto, eso tú ya lo habías acordado con el Consolador para qué llegará a ser así.

La aceptación, entonces, es tan importante como el deseo, y es un aspecto de ese camino, de ese fundamento, mediante el cual Cristo se acuerda de Cristo y surge de las cenizas del ego caminando en este plano, y en cualquier plano, como la Verdad que es verdad siempre.

Recuerda que es solo el ego, quien compará y contrastará. Es solo la mente del ego la que se pone a pensar en el camino de otro y se preguntará si tal vez ese camino es mejor que su propio camino. Solo existe la vida que tú estás experimentando directamente.

Y es a través del deseo y la aceptación, que esa misma vida llega a ser aceptada como el medio por el cual el Consolador disuelve la ilusión en tu mente. Por supuesto, que todo esto se basa en la humildad de darse cuenta de que el ego no puede despertarse así mismo; que el Consolador es quien lo agencia o dirige, bendecido por la gracia, ya que conoce cómo llevarte a casa.


ESTABLECER UNA RELACIÓN CON EL CONSOLADOR

Altamente te recomiendo que establezcas una relación con el Espíritu Santo, como si se tratara de una relación con un buen amigo —de hecho, el mejor de los amigos— hasta que llegues al punto en el que prácticamente le entregas cada decisión a esa Mente:

¿Bueno, viejo amigacho, debería girar a la izquierda o a la derecha?

Renuncia a ser el dueño de tu vida. Es solo el ego el que piensa que puede poseer la vida. El Espíritu sabe que la Vida lo posee. Es decir, la Vida te ha dado a luz; la Mente de Dios te dio surgimiento. Tú le perteneces a Dios. Tú no eres el dueño de la Vida. Tú eres el receptor de la Vida.

¿Podrías tú, entonces, estar dispuesto a tomar la decisión de convertirte en un gran maestro de la aceptación? Puedes comenzar con las cosas más simples, tales como, "Acepto y permito que esta pasta de dientes tenga exactamente el gusto que tiene, sin quejarme. Simplemente así es como ella es".

Si estas en el cambio de estaciones, ¿Estarías dispuesto a no lamentarte por el fin del verano y la llegada del otoño, sino que estarías dispuesto a experimentar ese cambio? Porque puedes estar seguro —por favor, escucha bien— que en el reino del mundo, que es el reino de la percepción, la única cosa que existe es el constante cambio. Debajo de él hay una inmutable Realidad, la cual impregna lo cambiante. Pero donde hay resistencia al cambio, puede estar seguro, que hay una mente que vive en la ilusión.

Recuerda que te hemos dicho a ti antes de que la mente despierta ya no siente ningún tipo de resistencia a las cosas del tiempo. Ya no trata de deshacerse del tiempo. Ya no trata de hacer que las cosas permanezcan igual. La mente despierta puede aceptar todas las cosas, confía en todas las cosas, y por lo tanto, trasciende todas las cosas instantáneamente, incluso en medio del cambio.

En tu reino —sé perfectamente honesto contigo mismo— ¿hubo alguna vez un momento en el que no se produjo el cambio? ¿Puede el cuerpo ser el ámbito del perfecto silencio? Difícilmente. Incluso si logras hacer que el corazón deje de latir por tres segundos, todavía habría sangre fluyendo suavemente a través de las venas. Todavía habría pensamientos que surgen y sonidos entrando por los oídos. El cuerpo no es lo que puede ser inmutable. La conciencia del cuerpo, que es el campo en el que surge el cuerpo, es inmutable ya.

¿Puedes tú llegar, entonces, a ser el campo de la conciencia que puede aceptar todas las cosas que surgen, que cambian y que desaparecen, y que aun así no sientas ninguna obstrucción en aceptar, abrazar y bailar con todas esas cosas? Porque la mente que está libre de las ilusiones de la muerte es la misma mente que aprende a bailar con la muerte, para entrar en cualquier momento en ella o en relación con ella, sabiendo que debido a que una vez que el cuerpo ha sido usado, éste debe llegar a su fin. De hecho, ya éste está en su camino a la muerte.

La mente, entonces, que se ha convertido en aquella que ya más nunca tiene miedo, que ya más nunca se resiste, es la mente que ha perdonado todas las cosas, incluyéndose a sí misma. La mente que puede abarcar y aceptar todos los fenómenos que surgen y desaparecen con pasión, con alegría, con vitalidad, con inocencia, con sencillez, esa mente no puede conocer la muerte. Ésta literalmente transmuta la muerte, que incluso hasta parece que la muerte pasa de largo y se va.

El estado más elevado del ser, entonces, es siempre como una paradoja cuando se intenta pensar en ello. A través de tu deseo, llegas cada vez más y más cerca y cada vez más y más profundo dentro del Reino. Y a través del cultivo de la aceptación, que es la voluntad que está llena de gracia como para llegar a entender que lo que surge ya se fue, es como el agua que fluye a través de un tenedor, e igualmente por eso tú no podrías lamentarlo. La mente que se lamenta es la mente que se encarcela en la ilusión. La mente que permite y acepta todas las cosas es la mente que ya está libre más allá de todas las cosas.

Imagina que han puesto delante de ti una ventana, como si el Creador te hubiera arrancado a ti de sí mismo y te dijera: "Voy a arrojarte en el campo del tiempo, porque hay algo que quiero que aprendas. Ahora tienes treinta días para aprenderlo. "Imagina que si no lo aprendes, tu existencia se apagaría de un soplo, borrándose tu nombre del Libro de la Vida. Ahora bien, por supuesto que, eso no sucederá. Esto es solo una manera de influenciarte a ti mismo.


CULTIVANDO LA GRACIA DE LA ACEPTACIÓN

Imagina que por los próximos treinta días lo único que te importara fuera el cultivo de la gracia de la aceptación. ¿Cómo lo harías? Por medio de descender, una vez más, a las experiencias más concretas, a las más mundanas, a las más ordinarias de un día cualquiera. Cuando gires la llave del agua de la ducha por la mañana, efectivamente tómate el tiempo para estar presente, y siente el cambio del frío al calor y reconoce que acabas de observar el baile del cambio constante en tu mundo. Y dices simplemente:

Yo permito y acepto que este cambio se produzca.

Ahora bien, sí, esto te suena como si tú fueses un gran ser, cuando, de hecho, eso de todos modos sucedería. ¡No importa diviértete con ello!

Si se te quema tu tostada, respira profundamente. Y antes de que la mente del ego comience a quejarse y se queje de que su tostada no quedó de la manera como le gusta, detente y mírala. Efectivamente experimenta la tostada quemada y di: "Me permito y acepto que esta tostada se haya quemado. Y ahora, soy libre de elegir comérmela así como está, o de empezar de nuevo".

Si te introduces en tu automóvil, y lo sacas del garaje, y las gotas de lluvia comienzan a golpear el parabrisas, simplemente date permiso para regresar a tu mente desde el futuro hacia el presente y di:

"Permito y acepto que caiga la lluvia."

Es así de simple.

Así que, como ves, el poder de la transformación es la transformación de la conciencia, que es la única cosa que se puede transformar. El aprendizaje es cosa de la conciencia. Que es la única cosa que se puede cambiar. Que es el único lugar donde el aprendizaje puede ocurrir. Y todo el aprendizaje está diseñado para traducir la percepción, de forma tal que ésta se convierta cada vez más y más y más y más como la misma Realidad. El miedo se disuelve de la mente. Y entonces, el Padre puede dar el último paso por ti.

El aprendizaje es necesario en el campo de la percepción. Tú te has puesto a ti mismo dentro de ese campo. Así que ¿por qué no seguir adelante con ello, y dejar que la percepción se sane? Se sana por medio del poder de observar lo que está justo en frente de ti, no delante del cuerpo, sino justo en el campo de la propia conciencia. Es por eso que deberías en todo momento estar bailando en tus zapatos:

Dios mío, no tengo que ir a ninguna parte. Está justo aquí en frente de mí. Este momento ordinario me proporciona la puerta a la transformación de la misma conciencia. Todo lo que tengo que hacer es llevarle un poco de buena voluntad a la conciencia. ¿Y adivina qué? ¡Tengo todo el poder bajo el Cielo y la Tierra para hacer precisamente eso! ¡Nadie me lo puede quitar! ¡Nadie puede cambiar la libertad en la que vivo! ¡Yo soy el único que puede traer un poquito de buena voluntad a este momento y dejar que las gotas de lluvia golpean en la ventana!

Si tú miras a tu alrededor, descubrirás en cualquier día dado un montón de cosas que te mantienen ocupado, un montón de razones por las que el aburrimiento no es más que una decisión. Pero justo en frente de ti está la riqueza de un sendero, traducido por el Consolador, de un sueño de separación a la autopista real que va al Reino. Y todo el poder bajo el Cielo y la Tierra está dentro de ti —en este momento, y este momento, y este momento —para elegir de nuevo. Pero es la hora de llevar tales afirmaciones fuera del ámbito de la inteligencia abstracta hasta los muy concretos, momentos vividos:

¿Dónde puedo elegir de nuevo? ¡Ahora mismo! Puedo aceptar y permitir que estas gotas de lluvia golpeen la ventana. Puedo estar presente con ellas. Puedo escucharlas. Puedo ver como gotean, en lugar de molestarme, en lugar de dejar que la mente se valla en sus futuras aventuras. Puedo cultivar el arte de estar presente ahora como la misma presencia de una mente que es libre.

Por lo tanto, considera en cada uno de tus próximos treinta días, "¿Qué podría utilizar hoy para practicar este ejercicio?" Por supuesto, que no puedes estar sin cosas para practicar. Es imposible. Aquellos que dicen que están aburridos realmente están diciendo:

"Me estoy resistiendo al Reino."
Puro y simple.

Bueno es lo que percibimos, una vez más, todos aquellos que en el mundo tratan de encontrar una espiritualidad que los libere de las experiencias del mundo, nunca se han dado cuenta de que esa misma actitud es la cuestión que los ha encadenado, que los ha encarcelado en sus infiernos. La espiritualidad es simplemente un proceso de ver las cosas de manera diferente. Es decir, es una decisión activa —nacida del deseo, que va junto con el poquito de buena voluntad llamada aceptación —para reconocer que cada momento es como una joya presentada en una bandeja de oro para ti, Hijo de Dios. Tú eres aquél que siempre ha estado libre, y que, literalmente, crea o hace su experiencia.

La última lección que yo tuve en el tiempo, en relación con la aceptación, fue la crucifixión. Ahora bien, yo sé que hay muchos de ustedes que no quieren seguir mis pasos. Pero pueden estar seguros, queridos amigos, que si ustedes miran bien en sus experiencias, ustedes ya han probado crucifixiones mucho más profundas muchas, muchas veces. De hecho, para muchos de ustedes mi crucifixión fue un juego de niños en comparación. Tú eres libre de ya no crucificarte más a ti mismo por medio de decidirte a transformar tu propia experiencia, por medio de traer el poder de tu mente para que influya sobre ella. El Deseo. La Aceptación.

Así que ¿qué es lo que se interpone entre tú y el objetivo que buscas? La decisión de tratar de estar demente. La decisión de tratar de resistirte a Dios. Tú sabes que puedes resistirte a otro cuerpo, ya que otro cuerpo ocupa otro pedazo de espacio. En otras palabras, no es dónde te encuentras, por lo que puedes resistirte.

Pero te digo a ti que Dios ya está totalmente presente justo donde estás. ¿Cómo diablos se puede resistir lo que ya está ocupando el espacio en el que te encuentras? Es lo mismo que tratar de librarse de tu propia mano sacudiéndola, o agitar y sacudir la piel fuera del cuerpo. ¡Buena suerte!

Todo sufrimiento es la resistencia a la Realidad. Todo despertar y sanación es dejar ir la resistencia. El Perdón. La Aceptación:

Dios ya está aquí. Soy de Dios eternamente. Me rindo.

La rendición es el fruto de la aceptación. La rendición es el fruto del perdón. La rendición es lo mismo que la expiación.

Porque ahora, solo tienes que concentrarte en aceptar para asegurarte de que no has dejado algún rincón oscuro en la mente llena de tu necesidad de percibir las cosas de una cierta manera. Tú necesitas creer que el mundo debería ser de otra manera que de la forma que es, o tu amnesia de que cada evento que acontezca en tu experiencia puede ser visto como el cielo o el infierno. Cuando decidas ver solamente el Cielo, descubrirás el poder que ya te ha hecho libre.

El mensaje de esta lección es muy valioso si lo vas a poner en práctica. Después de todo, ¿para qué más podrías querer usar el tiempo? Tú has intentado todo lo demás y te pareció insuficiente. No has sido capaz de llenar el tiempo con suficientes amantes, con suficiente dinero, con suficientes automóviles, con suficientes restaurantes. Así que también podría llenarlo con la transformación de la conciencia, para que así la percepción comience a estar cada vez más y más y más y más alineada con el Mundo Real. ¿Por qué no?

Y si alguien te pregunta lo que haces con tu tiempo, dile, "yo cultivo a Cristo. ¿Y tú a qué te dedicas?"

¡Así que práctica bien! Comienza con las afirmaciones dadas a ti al comienzo de esta lección. Ellas son muy importantes para ti como una forma de desencadenar la oportunidad de observar lo que podría ser diferente a la Verdad que aún permanece en la mente y en el campo emocional, que es en realidad el espacio en donde está el "pegamento" con el que tú te adhieres a las percepciones. Es como el juego de fijarle la cola al burro, "¡Pégalo en la pared y mantéenlo así para siempre!" Deja que esas cosas broten y burbujeen para que puedan ser purificadas de tu santa mente.

Por encima de todo, amados amigos, recuerden: ¡que no hay errores! Tú eres libre de confiar en el impulso que parece darle forma a tu vida. Porque tú eres aquél que ha cumplido con ello por medio de invitar al Espíritu Santo para que te lleve a casa. Tú eres aquel que ha orado por la aceleración. Por lo tanto, también sé aquel que acepta la gracia que se te ofrece a ti.

Recuerda, la resistencia es del ego; la aceptación es de Cristo. Aquel que permite todas las cosas ya ha trascendido todas las cosas. Deje que esta lección se convierta en un viaje de un mes de exploración.

Que la paz, sea contigo hoy. Amén.



La organización Shanti Christo acaba de poner a disposición la traducción al español de esta exquisita obra espiritual.


Te recomiendo que adquieras los libros de "El Camino de la Maestría", en la página web: www.shantichristo.com/ 



Esta traducción no oficial fue realizada por Oscar Ruiz, 



El Camino de la Maestría
se compone de tres libros:

1er  Libro   "El Camino del Corazón"
       de la Lección 1 a la 12


2do Libro  "El Camino de la Transformación"
       de la Lección 13 a la 24

3er Libro  "El Camino del Conocimiento"
       de la Lección 25 a la 35

Recomendaciones: 
  • Cada libro debe estudiarse durante un año, y cada lección durante un mes, al final de los 3 años de estudio habrás alcanzado la Maestría.
  • Compra un diario y un bolígrafo que solo debes utilizar en El Camino de la Maestría.
  • Coloca sobre la portada de tu diario una imagen que represente para ti, tu idea más elevada del Amor.
  • Anota todas tus experiencias, todo lo que sientas, guarda el diario y el bolígrafo en un lugar donde no colocarás nada más, ese será tu lugar sagrado.


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