LECCIÓN
6
EL
AMOR SANA TODAS LAS COSAS
En verdad, te saludo a ti, amado y santo
amigo. En verdad, te saludo a ti amado y santo amigo. Si
entendieras el significado de este saludo, si comprendieras la profundidad de
cada término utilizado, ya sabrías todo lo que hay que saber. Y estarías bien
preparado para extender el Amor de Dios para siempre.
“En verdad” significa simplemente que no hay
otras opciones. “Te saludo a ti”
significa saludo a ese Uno creado por el Padre antes que a todas las cosas,
porque me inclino ante tu resplandor. ¡“Amado” y Santo Niño de
Dios! En verdad, amado de Dios. En verdad, amado por cada molécula en tu universo
físico. En verdad, amado por tu Santa Madre, esta preciosa Tierra. En verdad,
amado por cualquier cosa que puedas imaginar que ha existido o que pudiera
alguna vez existir que se ha extendido a sí mismo desde el Corazón y la Mente
de Dios. Tú eres el amado, puro y simple. Y de nuevo, no hay otras opciones.
“Santo” porque tú eres pleno. No porque te
hayas ganado esa santidad, sino porque esa es la Verdad desde la que te
extiendes siempre. Debido a que estás hecho a imagen de Dios,
porque tú brotas desde la Mente de Dios, eres la santidad misma cada vez que dejas a un lado la tentación de soñar un sueño
inútil, y caminas en esta Tierra como Cristo.
Amado y santo “amigo” —un amigo no es alguien que es menos que yo. Un amigo es alguien
que camina en perfecta igualdad con el más grande de los maestros, a quien sea que
concibas como tal maestro. Un amigo es aquel que elije mirar a otro y ver solo
el rostro de Cristo allí dentro. No hay nadie que vaya a recibir estas palabras
que me haya mirado a mí y que ya no haya
visto el rostro de Cristo en su interior. Y del mismo modo, te miro a ti, y te llamo “amigo”.
Porque cuando te miro a ti, yo no veo
los muy momentáneos sueños de los que piensas que parecen que han durado tanto
tiempo. Solo veo el resplandor de aquello que el Padre ha extendido por Amor.
Solo veo lo que no tiene ni principio ni fin. Solo veo lo que no sabe de
nacimiento ni de muerte. Solo veo lo que no tiene limitaciones. Solo veo eso —la
luz aquella que ya se extiende a lo largo de todas las dimensiones y de todos
los universos.
Solo veo a mi hermano y a mi hermana. Yo
no veo ni un rastro de desigualdad entre nosotros. Sin embargo, yo reconozco
que, dentro de tu sueño, a ti te parece que yo me he adelantado un poco.
A veces, dentro de tu corazón, hay un
anhelo de seguirme. Si quieres, escuchar
ese anhelo, si quieres hacer de ese
anhelo lo primordial en todo momento,
tu propio deseo te traerá totalmente
a donde yo estoy. Y te reirás cuando descubras que no te has movido ni un centímetro
—porque donde yo estoy es donde tú estás, y dónde tú te encuentras es en la
eternidad, no en el tiempo; que donde estás es en el lugar de tu nacimiento: la Mente de Dios.
Esta es la única cosa que es Verdad y es
verdad siempre. Esta es la única realidad que realmente posees. Por lo tanto,
en verdad, te llamo amigo. Porque veo
que tú eres como yo. Por lo tanto, en
verdad, saludos a ti, amado y santo amigo.
Así que podemos detenernos ahora, no hay
nada más que decir. Sin embargo, la mente corre a toda prisa, ¿no es así? Corre
a toda prisa y se leja de la realidad misma que te acabo de describir acerca de
ti. La mente corre alejándose desde esa Fuente como un rayo de luz que sale del
sol. Sin embargo, en realidad, nunca abandona su Fuente. El mismo poder con el
que parece que te distraes con un pensamiento momentáneo de miedo, es el mismo
poder por el cual vas a despertar a tu
propia llamada.
SI
QUIERES CONOCER EL AMOR, CONÓCETE A TI MISMO
En verdad, hay un lugar dentro de ti que
ya sabe el día y la hora. Tú ya sabes cuándo vas a decidir vivir la decisión de
estar despierto en Dios, para ser solo la presencia del Amor. El Amor abarca todas las cosas, permite
todas las cosas, confía en todas las cosas, y por lo tanto, trasciende todas
las cosas. El Amor nunca es posesivo. El Amor nunca tiene miedo. El Amor es
simplemente Amor. El Amor no puede brillar con especialismo sobre cualquier persona
en cualquier momento. Porque ser especial, en sí, es una contracción; es el
intento de tomar al Amor y hacer que brille en un solo objeto, en una sola persona,
en un solo ser, solo dentro de un universo.
Por lo tanto, cada vez que reconoces que
has distinguido a alguien o algo, y dices: “Ellos
son los que tienen más valor para mí”, puedes estar seguro de que no estás
en el Amor en lo absoluto. Estás en el miedo. ¿Y si ese alguien fuera a
dejarte, a dónde irías? Pero si estás en
el Amor como un pez en el mar, todos los seres pueden surgir y desaparecer
y tú los bendecirías en su viaje. Recordarías que tú resides donde Dios te ha
colocado: en Su Corazón. Cuando eliges ser solo
la presencia del Amor, incluso el sueño de pérdida se disolverá de tu consciencia
como la niebla del bosque ante la salida del sol.
En verdad, amado amigo, el Amor espera que
le des la bienvenida. Sin embargo, no le puedes dar la bienvenida al Amor
esperando a que te sea traído a ti por alguien, ni siquiera por mí. No le puedes dar la bienvenida al Amor,
tratando de crear un entorno en el que crees que tus preferencias
están siendo satisfechas. No le puedes dar la bienvenida al Amor cuando esa bienvenida
está unida o vinculada a cualquier cosa fenoménica, a cualquier cosa que haya nacido
en el tiempo. Al Amor solo se le puede dar la bienvenida, donde el Amor reside
verdaderamente. Y el Amor reside dentro de ti como el núcleo y la Fuente de tu
propio ser.
Por lo tanto, si quieres conocer el
Amor, conoce a tu Ser. Abraza a la
verdad sobre ello y la Verdad te hará libre[1].
Entonces, de hecho, el Amor fluirá a
través de ti. Al igual que la gran luz del sol que viene a nutrir esta
querida Tierra, el Amor que fluye a través de ti será sin obstáculos. No va a conocer obstáculo. Vas a mirar a quien sea que
esté delante de ti y sabrás que ellos te han sido enviados a ti por el Padre.
El Espíritu Santo los ha guiado a ti porque, a través de ti, el Amor se puede
dar de una manera que comienza a tocarles el lugar de su despertar. Es por eso
que tú no eres, sino el sirviente del Amor. ¡Eso es todo lo que es la vida!
Cuando eliges rendirte, a renunciar al
juego, a renunciar al sueño de tratar de resistirte a la Verdad que es verdad siempre
acerca de ti, te convertirás en un simple canal, un simple conducto. No volverás
a ser más un buscador, porque habrás decidido haber encontrado. Cuando hayas entregado el último vestigio de la demente
posibilidad de contraerte alejándote de la Verdad, cuando hayas entregado eso, el
Amor fluirá a través de ti. Pero date cuenta de que si el Amor fluye a través de ti, debe fluir primero a ti. Por lo tanto, busca siempre recibir con el fin de dar. ¿Por qué que puedes darle a otro si
todavía no lo has recibido para ti mismo?
¿A cuántos de ustedes se les ha enseñado
a tratar de amar, a tratar de hacer
lo “correcto”, lo “bueno”? Sin embargo, ¿cuántas veces has ido adentro de tu
cámara secreta y has dicho: “yo soy indigno”? Entonces te preguntas por qué tus
intentos de unirte en amor con los demás nunca parecen ser muy satisfactorios,
nunca parecen llenar la copa, nunca parecen suscitar la alegría que crees que
podría estar allí.
Escucha bien: tu trabajo —si desea
llamarlo así—no es buscar y encontrar el amor. Se trata simplemente de dirigirte hacia adentro para descubrir todos los obstáculos que has creado a su
presencia, y ofrecerle esos obstáculos al gran disolvente de los sueños, la
gracia del Espíritu Santo.
Te he dicho muchas veces que el mayor de
los regalos que puedes dar es el siguiente: llegar completamente al
reconocimiento de que todo intento que has hecho para resistirte a ser la
presencia de Cristo ha fracasado
miserablemente. No importa cuántas veces has tratado de convencer a ti
mismo de que eres indigno y sin embargo el universo encuentra la manera de
amarte. No importa cuántas veces has tratado de encerrarte en el espacio y volumen
de un cuerpo, no has tenido éxito. Al morir, te habrás recordado y enfrentado
con el resplandor de tu inmensidad sin límites.
Por lo tanto, el mayor de los regalos
que puedes darle a otro es ser alguien que ha rescindido la necesidad de
insistir en la locura del miedo.
LA
CARACTERÍSTICA PRINCIPAL DE LA MAESTRÍA
La
ausencia de miedo
es la característica principal de la maestría. La maestría no es tener un gran
poder para hacer que las cosas sucedan. Es solo el reconocimiento de que lo que
es verdad es verdad siempre y que no hay
otra opción. El libre albedrío no significa que tienes el derecho de creer que puedes
tener éxito en llegar a ser algo distinto de aquello para lo que Dios te creó.
Tener libre albedrío no significa que puedes elegir no tomar el único plan de
estudios que la vida te está ofreciendo a ti en cada momento. Solo significa
que tienes el derecho de posponerlo
otro día. Y cada vez que te demoras, te adormeces en tu sufrimiento.
Pero cuando decides tomar el único plan
de estudios que importa, cuando decides usar el poder de tu libre albedrío para
decir:
Ahora, a partir de este momento, ya no voy a tolerar
más errores en mí mismo.
No más juegos, no más sueños. Me comprometo a ser solo
la
presencia del Amor, porque esa es la Verdad de lo
que soy. No me importan
las opiniones de aquellos que están todavía resistiendo
esta decisión.
Entonces, de hecho, todas las cosas bajo
el Cielo y la Tierra se moverán para apoyarte, para guiarte hasta la persona
correcta, al lugar correcto, al libro correcto, a la salida de sol adecuada, a la
pradera correcta con el fin de ayudarte a dejar caer las cadenas de obstáculos
a la presencia del Amor que has creado como un ídolo y como sustituto para el Amor.
Es por eso que cuando verdaderamente oras
desde el fondo de tu alma: “Dios, llévame
a casa”, puedes estar seguro que, a partir de ese momento, estará muy bien
que confíes en cada pequeña cosa que se despliega. Porque aunque no lo veas, lo
que llamas ángeles —amigos que
simplemente no tiene cuerpos— se apresuran a tu alrededor porque tú has dado el
comando:
Sí, acepto tu presencia en mi vida. Entrego todas
las cosas.
Ahora, cada momento está dedicado a la curación y al
despertar de la
ilusoria sensación de separación de Dios que una vez
había creado por error.
¿De cuántas maneras has buscado el Amor?
¿Puedes contar las maneras? ¿Te atreverías a tratar de contar cada granito de
arena en las playas de tu planeta? Todas y cada una de las almas ya ha tratado
de buscar el Amor de muchas maneras —si no más. Has buscado en un millón de
formas en las que ya sabías que no se
podía encontrar. Todo porque querías perpetuar el demente intento de tratar
de separarte de Dios. Y eso es tan inútil como si un rayo de sol tratara de
separarse del sol.
De hecho, amado amigo, hay una sola
pregunta que necesitas responder:
¿Qué
estoy eligiendo en este momento?
¿A qué le he dado el dominio sobre mi
vida? ¿A qué percepción, a qué pensamiento, a qué sentimiento? El sentimiento simplemente
fluye desde el pensamiento o la percepción que has elegido. ¿Qué
comportamiento, qué acción estoy eligiendo en este momento que exprese la
realidad de mi ser? ¿Estoy ocupado extendiendo amor, o estoy ocupado tratando temerosamente
de aferrarme a aquello que creo que
me puede dar amor de forma que no lo pierda?
Observa bien, entonces, a tus padres, a tus
hermanos, a tus parejas y a tus amigos. Ninguno de ellos —ni uno de ellos— tiene el poder de traerte el amor a ti. Entonces,
¿qué estás tratando de obtener de ellos? ¿Por qué siempre insistes en que otros deben
adaptarse a lo que tú crees que necesitas? Es inútil —al cien por ciento,
absolutamente inútil— buscar el amor
en relación con nada ni con nadie.
Es, sin embargo, muy apropiado extender el Amor en cada relación, con
todos los seres y con toda las cosas. Pero la extensión de ese Amor requiere que hayas despertado a
la verdad que la única relación que
realmente tiene valor es la relación entre tú como alma y Dios como tu Creador.
Imagina una bombilla en una de tus
lámparas, que mira al exterior de sus pequeños filamentos y que dice: “Bueno, espero que la persona que acaba de
entrar por la puerta sea la correcta. Si tan solo pudiera alcanzarla y apoderarme
de ella, tal vez mi propia luz se encendería”.
¿No es mucho más fácil simplemente tomar
el cable y conectarlo al enchufe correcto? ¿Cuántas veces vas a insistir en
tratar de conectar el cable al enchufe equivocado? “Bueno, esto no funcionó. Voy a intentarlo con este otro cuerpo; Voy a intentarlo
con esta otra persona. Voy a intentarlo con esta otra carrera. No he obtenido
mucho jugo de esto tampoco”. Y luego te enojas porque no te da suficiente
jugo, o te dio suficiente jugo ayer, pero no hoy, por lo que debe ser su culpa.
Hay un diminuto enchufe en el que puedes
conectar tu cable. Es el único que encaja y es el único enchufe que logra que fluyan
las aguas vivas de la gracia. Ese enchufe habita solo dentro de tu corazón. No en
el corazón físico, sino lo que está simbolizado por el corazón físico: el
núcleo de tu propio ser. Pero, ¿cuántas veces en cada día compruebas que el
cable está enchufado? ¿Cuántas veces te acuerdas de preguntarte?:
¿Es
mi compromiso Amar o es mi compromiso temer?
El miedo es el acto de desconectar tu
cable del único enchufe que realmente te puede satisfacer, y salir corriendo de
un lado a otro tratando de conectarlo en otra persona o en algo más. Me
gustaría pedirte que reflexiones en esta pregunta, mientras miras a la totalidad de
tu experiencia: ¿Ha funcionado eso alguna vez? ¿Podría alguna vez funcionar?
Imagina que tratas de retener el agua que
fluye en la palma de tu mano apretando los dedos. ¿Cuánto te queda? ¿El agua simplemente
no se escurre entre tus dedos, no importa cuánto te esfuerces? El agua encuentra
los pequeños agujeros y se escurre. Abres tu mano y no ha quedado suficiente agua
allí ni para mojarte la lengua.
Sin embargo, cada vez que has mirado a
otra persona —ya sea a un padre, hermano, amigo, pareja, maestro, cualquier
persona u objeto físico— y trataste de conectarte a ese enchufe para obtener el
jugo que crees que necesitas, eso es precisamente lo que estás haciendo. Literalmente,
terminas exprimiendo la vida de la relación misma.
Pero en verdad, cuando buscas primero el
Reino y enchufas ese cable en el enchufe dentro de tu corazón, cuando te acuerdas
de que tú y tu Padre son uno, que solo el Amor es real, recordarás que la
tentación de encontrar el Amor fuera de tu Ser no es más que el eco de una
vieja costumbre. Y ese hábito no puede vivir a menos que tú lo alimentes.
Por lo tanto, alimenta al único hábito
que importa: el hábito de recordar que la Verdad es verdad siempre,
independientemente de lo que esté pasando ante tus ojos físicos y ante tu
mente. En todas las cosas que vienen y se van, en todos los nacimientos y
muertes, en todo surgir y desaparecer de universo tras universo tras universo,
en medio de un pinchazo de un neumático o una tormenta repentina, nada —nada— tiene valor excepto tu relación
con tu Creador.
Cuando has experimentado en una relación
con cualquier persona o cualquier cosa un momento de felicidad, un momento de paz
que por siempre sobrepasa todo entendimiento, un momento de satisfacción tan
dulce y tan sublime que ninguna palabra podría tocarlo, mucho menos expresarlo,
lo que has experimentado es solo el flujo del Amor de Dios a través de ti. Esa persona o cosa no lo causaron. Fue causada
porque, por un momento, saliste de tu drama, saliste de tu sueño, y permitiste que
la Verdad fuera vivida.
Luego, por supuesto, te engañaste a ti
mismo al creer: “¡Dios, eso fue tan
dulce! Eso fue lo mejor que he probado jamás. Debe haber venido de ti. ¡Ven
aquí! ¡Te necesito!” Si alguna vez crees que necesitas alguna cosa o a cualquier
persona, puedes estar seguro, que en ese momento estás viviendo en la ilusión.
TODO
LO QUE NECESITAS ES AMOR
Todo lo que necesitas es Amor. El Amor
satisface todas las cosas. El Amor abarca todas las cosas. El Amor cura todas
las cosas. El Amor transforma todas las cosas. Por lo tanto, recuerda bien: Tú
y solo tú, puedes llegar a ser la causa de tu plenitud, de tu paz y de tu
finalización del tiempo. Esto requiere de que no hagas nada salvo recordar
establecer tu conexión con el Creador.
¿No es verdad que lo que deseas más que
nada es Amor? ¿No es verdad que tu esperanza en cada relación —no importa cuán
corta, no importa su forma— de que cada viaje, de que cada cosa que realizas te
va a permitir a ti la experiencia de la paz? ¿No es cierto que tú, te
encuentras en y como un cuerpo temporal en el tiempo, no es cierto que las más
grandes de las experiencias que has llegado a conocer han sido las que parecen
inundar las propias células del cuerpo con Amor, con una sublime dicha y paz?
Acepta esa verdad, que lo que deseas más allá de todas las cosas, es la experiencia viva del Amor.
Entonces recuerda esto:
Nada de lo que hagas puede traerte el Amor a ti.
Nada de lo que hagas puede mantener el Amor para ti
mismo en la forma de tu elección.
Nada de lo que hagas —nada de lo que hagas— puede
hacer que el Amor aparezca
en la forma en que tu insistes.
Suelta el drama, suelta el sueño, y
elige recordar la Verdad que es verdad siempre. Regresa al Reino que está adentro,
incluso antes de cada respiración. Recuérdate a ti mismo y dile a tu Creador:
Yo solo quiero lo que es verdad siempre.
El Amor es lo que quiero. El Amor es lo que eres.
El Amor es lo que recibo. El Amor es lo que soy.
Yo y mi Padre somos uno.
Aquí y solo aquí descubres lo que
buscas. Entonces, te vuelves libre para caminar esta Tierra, para estar en el
mundo, pero no de él en lo absoluto. Y aunque tus amigos te observen y todavía
vean a un hombre o a una mujer que parece actuar al igual que ellos, sin
embargo, aunque no lo vean, Cristo habita entre ellos. Algo en ellos los sigue
atrayendo a ti. No están seguros de lo que es. ¿Es la forma de tu cuerpo o el
resplandor de tus ojos? No son esas cosas. Ellos sienten la cualidad del Amor.
¿Te imaginas caminando sobre esta Tierra
y no importa dónde te encuentres, sintiendo como si cada vestigio de nube y
cada brizna de hierba y todas las cosas buenas bajo el Cielo y la Tierra ya estaban habitando contigo, dentro del ámbito de tu semblante? ¿Te imaginas caminando
sobre esta Tierra y sentir que la luz de la más lejana de las estrellas que
brilla durante la noche está ya dentro de ti, que toda la creación fue sostenida
en las palmas de tus manos? ¿Habría aún espacio para convencerte de que hay
algo de lo que careces, algo que necesitas, que la inquietud que sientes debe
ser válida?
En verdad, tú eres como el que se le ha
dado un tesoro perfecto, una joya de valor incalculable. La has colocado en tu
bolsillo y has olvidado que la posees. Así que andas por todos lados tratando de buscarla en los bolsillos de todos los demás. Has tratado de
seducir a algunos para que se rindan de manera que tú puedas ser el dueño de sus
ropas y, por lo tanto, tratar de poseer la joya que esperas esté en sus
bolsillos. Pero la gran verdad es que no puedes poseer el Amor hasta que lo
dejes libre. No puedes moverte dentro de una relación santa con nadie ni con nada
hasta que renuncies a todo rastro de necesidad de poseerla.
Cuando tu único deseo sea el Amor, estarás
dispuesto a dejar a todos libre, a apoyar a él o a ella en su propio viaje, no
importa lo que sea o lo que requiera. Y sin embargo, nunca sentirás que tu Amor
vacila.
Si un dolor de tristeza surge porque
reconoces que dos cuerpos en el espacio ahora van a separadas partes del
planeta, cuando surja ese dolor, reconocerás que es el efecto de una percepción
equivocada. Irás a tu interior, al lugar en el que todas las mentes están unidas.
Recordarás que tu plenitud no se basa en obtener
el amor de los demás, sino en dar Amor
a todos.
Si, de hecho, quieres conocer a la Verdad
que te hace libre, presta atención a cada palabra que se te está compartiendo.
Si quieres probar el dulce néctar de la libertad perfecta, comprométete a reemplazar
a toda percepción errónea que alguna vez hayas hecho y a cada pensamiento que alguna
vez hayas tenido de todos los seres y de todas las cosas. Pon estas cosas a un
lado y compromete a la totalidad de tu energía a la simple, pero vigilante
práctica de recordar la Verdad, incluso antes de cada respiración:
¡Yo vivo! —pero no yo— sino que Cristo mora en mí.
Por lo tanto, me someto, y me entrego a la Verdad
que es verdad siempre. Mi plenitud viene solamente
al permitir que Cristo sea dado al mundo.
La Verdad es muy simple. No es compleja
en lo absoluto. Apártate del camino, y dejar que el Amor viva a través de ti.
Y, de repente, sabrás que, de hecho, se te han dado todas las cosas buenas
eternamente. Sabrás que esa gracia es la realidad. Sabrás que la ausencia de
esfuerzo es la forma de vida en el Reino.
Pero la ausencia de esfuerzo no
significa que tú no sientas, porque estás en una dimensión de sentimiento. La ausencia
de esfuerzo no significa que no descubres cómo profundizar tu capacidad de ser
la encarnación viva del Amor. Esto no significa que no aceptas el reto de
aprender a expresar el Amor de una manera que pueda ser escuchada por los demás.
La ausencia de esfuerzo significa simplemente que abandonas la resistencia a lo
que el Amor requiere en cada momento.
La
ausencia de esfuerzo
es el camino del Reino. En el mundo, la ausencia de esfuerzo significa que
dejas caer el muro que has construido entre tú y toda la creación. Ya no
resistes la experiencia viva de la
relación, sea lo que sea —la relación con una nube, la relación con otra
persona, la relación con un perro o con un gato, la relación con el l5 de abril[2],
cuando le haces un cheque a tu gobierno. ¿Por qué no lo envuelves con papel y
cintas de Navidad y lo envías con mucho Amor?
Cuando hayas aprendido a soltar las
barreras o los muros entre tú y lo que sea que esté en frente de ti, cuando le
abras la puerta a tus chacras —los centros de energía de tu cuerpo— y
simplemente permitas que el Amor se viva a través de ti, cuando mires a otra
persona, a otra situación, a otra cosa, y te des cuenta de que nada en este
mundo tiene el poder de hacerte daño y que nada en este mundo tiene el poder de
quitarte nada a ti, tú eres libre. Si te acuerdas de extender Amor, entonces ¡tú
eres libre! Has trascendido el nacimiento y la muerte. El buscador ya no existe
y solo Cristo camina esta Tierra.
EL
SENTIR ES LA PUERTA AL AMOR Y A LA LIBERTAD
Si tu compromiso es, de hecho, mirar
hacia adentro y descubrir todos y cada uno de los obstáculos que has creado a
la presencia del Amor, ¿por qué te resistes a sentir esas cosas? Porque se te ha dicho a ti muy bien, que justo al
otro lado está precisamente el Amor que buscas.
No niegues el papel del sentir en esta dimensión, porque ¡sentir
lo es todo! Ni siquiera se puede conocer la presencia de Dios a menos que la
sientas. No se puede pensar acerca de
la presencia de Dios. No se puede insistir en una creencia acerca de la presencia
de Dios. Eso no lo logra; eso no llena tu copa. Sentir llena tu copa. ¡Sentir —desenfrenado, desbloqueado, sin obstáculos
al sentimiento— es la puerta de entrada a ese Amor que te hace libre!
Por lo tanto, cuando dices: “Yo no quiero sentir esto” Ten la
seguridad, que estás realmente diciendo:
“Sí, la entrada al Reino de los Cielos está justo en frente de mí, pero si
crees que voy a abrirla, ¡estás loco! No vale la pena, de todos modos. Lo que
si vale la pena es proteger al sustituto que he hecho”.
Yo he llamado a esto el ego, el falso yo,
lo que una vez te describí como el mosquito que grita en el espacio, “Con eso es con lo que yo estoy
comprometido. Y voy a proteger a esta cosa. ¿Vas a renunciar al Cielo para
proteger a esta pequeña cosa inútil? ¡Oh sí! ¡Será mejor que lo creas que estoy
dispuesto a hacer ese sacrificio! ¿Qué es el Cielo de todos modos? Un montón de
cosas de amor, un montón de gente corriendo por todas partes llenos de felicidad,
algunos de ellos sin cuerpos, pasando el rato en lo ilimitado, la ausencia de
miedo, y la plenitud total. ¿Quién lo necesita? Ah, pero este pequeño mosquito,
este pequeño mosquito es mío. ¡Oh! ¡Voy a hacer que brille!”.
Hay mucha sabiduría que observar en tus divertidos refranes y en la música. ¿Cuántas veces has tratado de hacer a ese
pequeño mosquito brillar? Por ejemplo: “Todo
el mundo lo nota, que está brillando. Por favor, observa lo grande que soy.
Estoy haciendo a mi mosquito brillar. Escucha mi lloriqueo, mi queja y mi
lamento, la gran tristeza. ¡Oh! ¡Qué grande es mi mosquito!”.
Mientras tanto, el Amor de Dios fluye a
través de una multitud de universos y crea —por siempre— incluso nuevos
universos. Y el Amor de Dios ni siquiera ha notado al mosquito en lo absoluto.
Nadie está prestando atención. Tus amigos a tu alrededor no quieren prestarle
atención, aunque a veces los arrinconas y ellos no tienen otra opción. Pero con
respecto a aquellos de nosotros sin cuerpos, ¿realmente piensas que en realidad
perdemos nuestra preciosa eternidad tomando en
serio a tu intento de hacer que el mosquito brille? De hecho, porque te
amamos, te damos el espacio, y honramos tu libre albedrío de hacerte a ti mismo
tan pequeño y tan miserable como tú lo deseas.
Nosotros esperaremos hasta que decidas
venir otra vez a la grandeza en la que realmente resides. Nunca retiramos
nuestro Amor de ti. Nosotros simplemente miramos más allá de tu línea de historia,
porque lo que queremos es Amar al Cristo
que mora en ti.
¿Qué día y hora vas a decidir amarte a ti mismo como al principio Dios
te amó? Para verdaderamente — verdaderamente— de una vez por todas, ¡tomar la
decisión de vivir! Porque hasta que
decidas vivir con, por, y para siempre desde la Mente de Cristo, ¡la vida aún no habrá comenzado!
De inmediato la mente reacciona: “¡Oh, Dios mío! Eso fue un duro golpe,
¿no? Mira todas las experiencias que he tenido, Jeshua. ¿Cómo puedes decirme
que yo no he vivido? ¿Por qué, no viví este drama, luego ocurrió aquel
drama, después enfrenté este otro drama por allí? ¿No te acuerdas hace diecisiete
vidas cuando hice esto y luego hice aquello otro? Luché por esto, y luché por
esto otro. He vivido”.
No, tú has soñado.
¿Te despiertas por la mañana y te das
cuenta de que has tenido una noche entera de sueños en los que recibes medallas y
trofeos, de los que se obtienen, en el mundo? Y luego dices: “Eso fue muy real. Los trofeos tienen que
estar ahí fuera cuando me siente en mi mesa de la cocina”. Cuando te
despiertas y te sientas y pones los pies en la tierra, y dices: “¡Ah! Sacudiré mi cabeza un poco. Solo estaba
soñando”. Mientras soñabas, se sentía bastante real. Y esa es la cualidad de
lo que estoy hablando aquí. Si deseas tomar esto como una afrenta, eso está perfectamente
bien. Eso no va a perturbar mi paz en lo absoluto.
Hasta que tú totalmente te decidas a entrar en
la vida como la presencia de Cristo, como la presencia del Amor, y de llegar a poseer cada momento de tu experiencia
como totalmente de creación propia, por la única razón de que lo has elegido
desde la libertad perfecta e infinita de tu Ser ilimitado, la vida aún no habrá
comenzado. Cuando mires a todas las cosas sin juicio a través de los ojos del
perdón, cuando decidas encarnar solo la realidad del Amor, sin importar lo que
alguien más esté haciendo, ¡es ahí cuando
comienza la vida!
Hasta esta fecha de tu calendario, solo
ha habido un puñado de seres que han vivido
realmente la vida en este plano, un pequeño puñado. ¡Hay muchos de nosotros
que absolutamente se emocionarían si tú quieres unirte al club!
Voy a contarte un pequeño secreto: Hasta
que lo hagas, no llegarás a graduarte. Nunca vas a salir de este plano, lleno de
conflicto y sufrimiento, como parece ser, hasta que hayas vivido la experiencia
de caminar esta Tierra totalmente como el pensamiento
de Amor en la forma, sin otras lealtades, sino al Amor. Nunca vas a salir
de este plano. Nunca vas a tomar tu cruz y me seguirás[3].
Vas a dar vueltas una y otra vez y otra vez, solo para ser confrontado por la misma
necesidad de decidirte totalmente por el
Amor.
Finalmente vas a mirar al cielo y dirás:
“Padre,
sigamos adelante. Se ha perdido mucho tiempo. Se ha ido, está bien, no importa.
¡Ahora! Estoy comprometido con el Amor.
Tráeme lo que sea que tenga que experimentar para sacar desde lo profundo —que son aquellos lugares donde he escondido dentro de mí— cada obstáculo que aún debe
ser disuelto por la Luz de la Gracia del Amor Perfecto”.
“Y
voy a hacer lo que pueda, desde mi lado de la cerca, para abrir esos lugares,
para sentir esos lugares, para abrazar esos lugares, para amar esos lugares,
para reclamar esos lugares como totalmente de mi propia creación. Dejaré de culpar
a mis padres. Dejaré de culpar a mis hermanos. Dejaré de culpar a mi tátara-tátara-tátara-tátara-tátara-tátara-abuelo. Dejaré de culpar a Adán y Eva. Dejaré de culpar al gobierno. Y voy a amarme a mí
mismo lo suficiente para sanar mi separación de Dios”.
“Voy
a ser lo suficientemente humilde para reconocer que si estoy teniendo una
experiencia —es porque sé que he hecho el compromiso de la sanación— entonces
has de hecho, precioso Padre, traído a mí todas las cosas buenas. Para que este
momento de experiencia pueda ser visto a través de los ojos que reconocen que
no es más que un paso hacia la paz perfecta que yo busco”.
“Mi
vida ya no es mía, porque yo no sé cómo corregir aquel error fundamental. Pero puedo entregarme plenamente al
sentimiento de cada momento, al elegir el Amor de todos modos. Y el Amor
disolverá el dolor que he llevado, y todo porque yo insistía en tratar de
separarme de la Fuente de mi ser. A este pequeño mosquito mío lo estoy poniendo
a descansar. Porque lo único que puede brillar es Cristo”.
Porque Cristo —los Hijos e Hijas de
Dios, la descendencia de Dios— es la única creación de Dios. El resto se te
atribuye a ti. Incluso el espacio y el tiempo son tuyos. La única Creación de tu
Creador eres tú, la verdad de ti. Porque tú
eres Amor, y Dios crea solo aquello que es semejante a Sí Mismo. Y Dios es solo Amor.
Muchos de ustedes que creen que están en
un camino espiritual. Sabrás si eso es cierto por tu disposición a sentir y experimentar completamente y exactamente
lo que está delante de ti, momento a momento. Así que si tienes un
conflicto con otra persona y te sientas en tu silla y decides orar o meditar
con el fin de cambiar el estado del sentimiento dentro de ti mismo, y te
levantas más tarde y dices: “Me siento
mucho mejor ahora”, pero el problema no ha sido resuelto con la otra
persona, no ha cambiado nada.
Ve, por lo tanto, hacia la otra persona.
Abre tu corazón, comparte y resuelve. Si has ofendido a los demás, pídeles
perdón. Si has juzgado a otro, admítelo. Pídeles a ellos su perdón. Es solo en esa
forma que realmente puedes curar el lugar de conflicto en lo interno.
Amado amigo, la esencia de esta lección
es muy simple: ¿Dónde estás ahora?
¿Estás dispuesto a permitirte a ti mismo ver todo a tu alrededor y dentro de ti
como el portal al Reino de los Cielos, que está solo esperando a que reconozcas su
presencia y lo abras? ¿Estás dispuesto a estar verdaderamente justo donde te encuentras
—plenamente donde te encuentras? Y la
mente dice: “Bueno, por supuesto. Estoy
en un camino espiritual”. Ten la seguridad, de que si miras bien en tus
sentimientos y encuentras algún rastro de resistencia, es que aún no has hecho
el compromiso necesario que te da el poder
para abrir esa puerta.
SOLO
A TRAVÉS DEL SENTIR DESPIERTAS
El
sentir
es el mensaje de esta lección. Porque es solo a través del sentir que realmente
despiertas. Los conceptos e ideas pueden empezar a dirigir a la mente a creer
que hay algo por ahí que es atractivo que incluso podría ser mejor que lo que
habías estado haciendo antes. Pero los conceptos e ideas, en sí mismos, no abren
la puerta. Son símbolos, y eso es todo. Un símbolo no puede saciar tu sed. Es
solo en el nivel de un verdadero sentir
que puedes volver a conocer la presencia de Dios que habita dentro de ti, a tu
alrededor, y a través de ti, incluso ahora.
Siente aquello que has
creado como un sustituto de la verdad. Poséelo, obsérvalo, y luego déjalo ir.
Aprende que, independientemente de la elección que hayas hecho en el pasado,
una vez que la hayas abrazado (aceptado), una vez que la hayas sentido, tú sigues
permaneciendo perfectamente inocente e imbuido con el poder de elegir de nuevo el
sentir, aprende de nuevo a sentir la calidez gloriosa que impregna
el Reino de los Cielos.
Nada de lo que haces en el tiempo puede
igualar la importancia de lo que hemos compartido en esta lección. Nada de lo
que haces en el campo del tiempo está a la altura del increíble regalo que está
esperando por ti. Por lo tanto, utiliza
el tiempo de manera constructiva mediante la decisión de amar, que ese Amor
puede enseñarte de sí mismo. De hecho, amado y santo amigo, cuando hayas
hecho esto, te encontrarás traducido en una forma que nunca podría ser
contenido por el espacio y el volumen de un cuerpo físico.
Vas a mirar a toda esta dimensión como
un simple recurso de aprendizaje temporal. La vas a poner a un lado, como un
niño deja de lado un juguete que ha sido superado por la edad. Pero lo harás
con un profundo agradecimiento y amor
por el juguete con el que has jugado durante tanto tiempo. Vas a llevar contigo
un profundo sentimiento de gratitud por todo lo que esta dimensión física te ha
traído.
No habrá una molécula del ser dentro de
ti que sienta ningún rencor, ninguna nostalgia, ningún enojo, o cualquier
remordimiento por nada. Toda tu experiencia se volverá completamente aceptable
para ti. Porque fue por medio de esa experiencia que fuiste finalmente
conducido a querer solo la Verdad.
Desde hoy en adelante nunca volverás a
ser capaz de realmente convencerte a ti mismo de que todos tus intentos de
permanecer distraído o amoldado al mundo son realmente un logro. Encontrarás
que tu mente comienza a penetrar en los hábitos inconscientes que has creado en
un intento de esconderte de lo que aún se debe sentir. Sabrás perfectamente
bien cuando simplemente te estás engañando a ti mismo. Empezarás a sonreír y
dirás: “Oh, sí, aquí voy de nuevo. Podría
igualmente poner eso a un lado. Y plantar mis pies firmemente en el suelo y, de
hecho, ¡vivir con pasión desde la Verdad del Reino de los Cielos!”.
En El
Camino del Corazón, vamos a hablar cada vez más directamente e incluso con
más fuerza contigo. Porque viene rápidamente el momento cuando este planeta no
estará dispuesto a tolerar más huéspedes desordenados en la casa que no estén
dispuestos a vibrar a la frecuencia del ser hacia el cual el planeta mismo se está
preparando para moverse. Por lo tanto, que no te agarre cuando estés regresando
a casa un día y descubras que el propietario ha cambiado las cerraduras y no
tienes un lugar para descansar tu cabeza.
Sino que más bien, conviértete en la
encarnación viviente del Amor y viaja con tu Santa Madre en una nueva dimensión
del ser. ¡Y nunca te olvides de cantar, de reír, de bailar y de jugar a lo
largo del camino!
Mantente, por lo tanto, en paz, amado
amigo. Amén
[1]
Juan 8:32 “y conoceréis la
verdad, y la verdad os hará libres”. (N. del T.)
[2]
El 15 de abril es el día
que se cumple el plazo para presentar la declaración federal de impuestos en
Los Estados Unidos. (N. del T.)
[3]
Mateo 10:38 “Y el que no
toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí”. (N. del T.)
Nota:
Lección revisada, se hicieron algunas pequeñas correcciones a la traducción (el 06/07/2016).
Nota del traductor
La Fundación Shanti Christo acaba de poner a disposición la traducción al español de esta exquisita obra espiritual.
Te recomiendo que adquieras los libros de "El Camino de la Maestría", en la página web: www.shantichristo.com/
Esta traducción no oficial fue realizada por Oscar Ruiz,
El Camino de la Maestría
se compone de tres libros:
1er Libro "El Camino del Corazón"
de la Lección 1 a la 12
2do Libro "El Camino de la Transformación"
de la Lección 13 a la 24
3er Libro "El Camino del Conocimiento"
de la Lección 25 a la 35
Recomendaciones:
- Cada libro debe estudiarse durante un año, y cada lección durante un mes, al final de los 3 años de estudio habrás alcanzado la Maestría.
- Compra un diario y un bolígrafo que solo debes utilizar en El Camino de la Maestría.
- Coloca sobre la portada de tu diario una imagen que represente para ti, tu idea más elevada del Amor.
- Anota todas tus experiencias, todo lo que sientas, guarda el diario y el bolígrafo en un lugar donde no colocarás nada más, ese será tu lugar sagrado.
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