lunes, 22 de febrero de 2016

LECCIÓN 8: ARROJANDO PIEDRAS EN LA PISCINA DE LA CONSCIENCIA

08/01/2016                       El Camino del Corazón Lección 8.  Jeshua-Jayem                                @cursorecargado


LECCIÓN 8

ARROJANDO PIEDRAS EN LA PISCINA DE LA CONSCIENCIA

Ahora comenzamos.

Como siempre, vengo como tu igual —para permanecer contigo, para caminar contigo, para comunicarme contigo, desde el Corazón y la Mente que hemos eternamente compartido como Una, esa Mente que es la única realidad de nuestra Filiación compartida, nuestra existencia compartida. Como siempre, vengo con alegría y también con humildad. Porque yo no puedo unirme a nadie a menos que me proporcione el espacio dentro de su consciencia y me pida que entre en ella.

Por lo tanto, comprende muy bien, que cuando vengo a permanecer contigo, vengo con una humildad que nace del reconocimiento del Gran Misterio que te ha dado a ti tu existencia. Ese Misterio lo he llamado Abbá, el Padre.

¿Por qué? Porque tú no has surgido de alguna fuerza mecánica irreflexiva. Has surgido de la Inteligencia Pura. Has surgido del Amor Puro. Has surgido de una Fuente que está más allá de toda comprensión. Has surgido de la Radiación de una Luz tan brillante que el mundo no puede verla o contenerla. Has surgido de Aquello que, únicamente, es eternamente real. Debido a que has surgido de Él, tú eres Uno con Él, siempre.

Esto significa que moras en una relación —creado a Creador, descendencia o hijo a padre— que es tan íntima, un vínculo de unión tan profundo, que no se puede romper en ningún momento. Como una ola que surge de un océano que no se puede separar del propio océano, así también, en todos y cada momento de tu experiencia, moras en una unión tan poderosa, tan misteriosa, tan íntima e inmediata que la mente no puede comprenderla.

Esta unión te conecta a ti como lo creado con el Misterio que está más allá de la comprensión que contiene a cada gota de sabiduría y de inteligencia necesaria para crear a la consciencia misma. La consciencia —el poder de ser consciente, el poder de discernir, el poder de elegir— que es lo que verdaderamente eres.

Si esta Fuente, este Misterio, puede hacer que nazca el mayor aspecto fundamental de la Creación, ¿acaso no merece ser llamado Abbá o el Padre, aquello que crea a semejanza de Sí Mismo? ¿Puedes, tú, entonces, comenzar a sentir, a reconocer —no solo como una idea intelectual, sino como una realidad viviente, un conocimiento— de que si estás consciente en este preciso momento, es porque tú eres Uno con la Fuente de toda la Creación y que no puedes estar separado de Ella de ninguna forma ni en ningún momento?

El miedo, como lo hemos hablado muchas veces, es como una contracción. Una vez más, digamos que te imaginas a una ola que ha surgido del océano y que luego se contrae, ya que ella piensa que está separada de su fuente, esa contracción le exprimiría literalmente la vida, que son las aguas que fluyen, de esa ola. ¿Podría esa ola seguir cuando su propia fuerza vital le ha sido exprimida? ¿No se convertiría luego en meras gotas de agua que se desvanecen de la vista, solo para volver a disolverse en el propio océano? Su esplendor se perdería, para nunca volverse a ver.

Si le fuera posible realmente a la ola de tu consciencia exprimir su fuerza vital fuera de ella, tú también te desvanecerías como las gotitas que regresan al mar, para nunca ser recordado o vuelto a ver.

Escucha y escucha bien: eso sería la muerte. Pero en realidad, estás vivo, por siempre. Incluso aunque te hayas identificado con la gran contracción que es el miedo, tus miedos nunca han sido capaces de exprimir de ti la gran fuerza vital, la gran realidad, y el gran regalo de la consciencia. Tú, por lo tanto, nunca has dejado de ser. Nunca ha habido un momento en el que no hayas existido y nunca habrá un momento en el que dejes de existir, en el que dejes de ser.

Tú eres, por lo tanto, muy semejante a una ola que ha comenzado a surgir desde un océano invisible y que a medida que gana impulso, se mueve por la superficie de un planeta. Es decir, tú al igual que la ola, estás en continuo movimiento. ¿Moviéndote hacia dónde? En la extensión por siempre de tu propia consciencia. En la extensión por siempre de lo que eliges recoger en el camino y hacer una parte de tu Ser. En una extensión por siempre que te llevará a la experiencia o a los frutos de esos mismos pensamientos que hayas sostenido como propios.

Por lo tanto, comprende esto muy bien: Ahora mismo, en este momento que vives, donde sea que estés, lo que estés experimentando, todo lo que ves, todo lo que sientas, todo lo que sabes, todo lo que tratas de evitar, todas las cosas que valoras y las que desvalorizas, todas esas cosas están contenidas adentro de tu consciencia. Porque si no se encontraran allí, no existirían para ti.

Por lo tanto, reflexiona acerca de lo que se encuentra adentro de tu discernimiento, adentro de tu consciencia. ¿Cuáles son las cosas que sabes que sabes? ¿Cuáles son las cosas que evitarías? ¿Cuáles son los sentimientos que no has explorado? ¿Cuáles son los objetos, las personas, los lugares, los valores por los que te esfuerzas, que parecen incluso emocionar hasta a las células de tu cuerpo? ¿Qué es el cuerpo en sí, sino algo que surge dentro de tu consciencia?

Observa al planeta a tu alrededor. Observa a todos los objetos en tu habitación. Observa a cada pensamiento que eliges pensar. Observa a las percepciones e ideas que defiendes tan ruidosamente. Observa los pensamientos y los sentimientos de los demás que hacen que te encojas de miedo o que hacen que quieras alejarte de ellos.

Estas cosas habitan adentro de ti como el mismo poder o fuerza vital de la ola que ha surgido del océano. Todas estas cosas las has recogido a lo largo del camino. ¡Y el camino ha sido muy largo y variado de verdad! Si puedes imaginar que nunca has dejado de existir, esto significa que has sido como una ola de consciencia, que está pasando, como en efecto, a través de cada época del tiempo, cada sistema planetario, y de cada dimensión de la Creación.

A lo largo del camino, una cosa ha permanecido constante. Tú has estado en constante relación con toda la Creación. Oh, sí, claro que puedes seleccionar a unas cuantas personas, algunos objetos, a un planeta, a una dimensión, y concentrar toda tu atención allí. La atención es nada más que la decisión de en qué vas a usar el poder de tu consciencia para enfocarte. Parece que has excluido todo lo demás, pero eso es como una “ilusión óptica” de la consciencia.

Si bien es muy cierto que has seleccionado algunos aspectos de la Creación para enfocar tu atención, pero todavía en el fondo, oculto —en la profundidad de la ola que es invisible para el ojo físico, sin ser visto por el discernimiento consciente o por tu mente cotidiana— has permanecido en perfecta comunión con toda la Creación.

Tú estás, por lo tanto, en relación con todas las cosas creadas, y hay una comunicación que se produce sin cesar. Imagina que fueras capaz de mirar en el aire de tu planeta, literalmente, a las ondas de radio, a las ondas de televisión y a todas las ondas eléctricas que se mantienen rebotando a través de tu planeta. En algo semejante a eso tú te sumerges y nadas a diario. Tu consciencia se extiende, se difunde impregnándose en ese campo de vibraciones.


SOLO EXPERIMENTAS LO QUE HAS ELEGIDO CREAR

eres el que selecciona aquello de lo que vas a ser consciente, aquello que vas a atraer a tu experiencia de vida. Tú seleccionas aquello que va a dejar una huella, una impresión en ti.

Imagina, entonces, una piscina de claras, aguas tranquilas. En ella arrojas una piedra solitaria. Imagina que de la piedra arrojada allí irradian olas. Eso es lo que está ocurriendo constantemente en el campo de la ola de tu consciencia.

De la misma forma como has atraído hacia ti mismos a ciertas personas, lugares, cosas, objetos, y por encima de todo, a ciertos pensamientos, creencias y percepciones, tú las has arrojado como pequeñas piedras en la clara y calmada piscina de tu inmensa consciencia eterna. Lo que experimentas son los efectos o las ondas, de las piedras arrojadas allí. Ellas literalmente se unen a las otras ondas que has creado. A medida que estas ondas se mueven y se tocan, vienen luego de regreso a ti, este es el campo de la creación que construye tu realidad física, de la tercera dimensión.

Tú, por lo tanto, nunca experimentas nada excepto lo que elijes crear a través de la selección de las piedras que arrojas en el campo de tu consciencia. Tú, literalmente, nunca experimentas ni una sola cosa. No experimentas los objetos. Lo que experimentas es el efecto del pensamiento o de la creencia en los objetos. Nunca experimentas a las demás personas, porque ellos también están hechos de toda una red de vibraciones.

Se podría decir que cada persona, cada objeto, (usando tu lenguaje) es en realidad un campo de relaciones en sí mismo, único y aparentemente diferente de ti, pero no obstante, son una red de relaciones.

¿Qué niño podría ser separado de sus padres, de su entorno cultural, de las experiencias únicas que ha tenido cuando ha interactuado con las redes de relaciones que han existido a su alrededor desde el momento de su concepción? ¿Qué gatito podría ser singularizado aislado de la matriz de su madre y de su padre? ¿Qué hoja de árbol podría estar separada de la temperatura del aire, de la calidad del agua y de los nutrientes que le llegan a ella desde el suelo de la Tierra?

Todo es una red de relaciones. Todas las redes están en relación con todas las demás redes y se vuelven más y más grandes y más y más grandes hasta el infinito.

Tú eres una red de relaciones a partir de la cual has seleccionado ciertas piedras —ya sean pensamientos, percepciones o experiencias— y las has arrojado en la piscina clara y calmada de tu consciencia con el fin de crear aún más ondas. Luego, que has elegido cuáles de ellas tendrán el mayor valor para ti. Esas que encierras en tu ser se convierten en tu campo emocional. El campo emocional es el primer nivel de cristalización del cuerpo.

A partir del campo emocional, mediante una cristalización posterior se crea la apariencia de la forma física. Esto es lo que llevas de un lado para otro por el planeta en tu forma de atención temporal de la tercera dimensión, mientras que a tu alrededor —y justo por debajo del nivel de tu consciencia cotidiana— permaneces en comunicación con todas las redes de relaciones a través de todas las dimensiones de la Creación. Es por esta razón que un pensamiento inspirador puede venir de repente a ti y penetrar tu consciencia cotidiana. Y luego te preguntas asombrado: “¿De dónde vino ese pensamiento?”.

O de repente una imagen aparece en tu mente. Podría ser cualquier cosa —un hombre y una mujer haciendo el amor, un hombre y otro hombre haciendo el amor, un niño jugando en un parque, un delfín, o una imagen de conflicto o guerra. ¿De dónde vino?

Debido a que viven en comunión perfecta, ustedes son como un gran campo de energía en la que todas las redes de relaciones están reverberando constantemente, realmente tienen acceso a la completa totalidad de la Creación. Y esta totalidad de la Creación no está limitada solamente a lo que está ocurriendo ahora, como tú entiendes el tiempo. Sino que tienes disponible para ti todo lo que podrías llamar el pasado y el futuro.

Estas cosas están disponibles para ti en todo momento. No hay ninguno de ustedes que no haya experimentado esto por sí mismo. Quizá de repente pensaste en un amigo, y el teléfono sonó, tú ya sabías que era ese amigo.

Esto no tiene sentido para ti en tu plano causal de la tercera dimensión, sino porque en el fondo, oculto —aunque tu mente consciente estaba ocupada preparando el desayuno y se preguntaba sobre qué acciones comprar y vender, o que perfume ponerse en el cuerpo— tú permaneces en perfecta comunión. Es por eso que, cuando existe una profunda resonancia entre amigos que están separados por miles de kilómetros, de repente, sabes que ellos necesitan que los llames. Sientes una sensación de preocupación. Tal vez solo se golpearon un dedo del pie, pero tú captaste la vibración.

Todos ustedes viven esto. Todos ustedes saben esto. No hay ningún secreto en ello. Lo que yo busco, entonces, es que prestes atención a una de las piedras que tú has arrojado en el campo de tu consciencia, que es cierta generalmente para casi todos los que están involucrados en lo que denominamos la experiencia de la tercera dimensión física.

Imagina que una afirmación está siendo arrojada desde una gran altura, y que va aumentando su velocidad hasta que golpea la clara piscina calmada de tu consciencia enviando una onda, creando una vibración a través de ti. La afirmación es simplemente esta:

“No es posible para mí tener el total dominio y control de las piedras que están siendo arrojadas en mi consciencia debido a que estoy a merced del campo vibratorio que ha sido establecido por las ondas de todos los pensamientos y por las redes de relaciones en la que nado constantemente”.

Esa percepción es absolutamente cierta... siempre y cuando tú elijas creer en ella. Esa percepción o creencia es absolutamente risible, ridícula y te deja impotente, sin poder, tan pronto como elijas darte cuenta y reconocer que es así.

¿Cuál es el punto de esto? Es simplemente este: si quieres elegir despertar completamente, si decides no ser tan solo una ola más que ha surgido misteriosamente desde el Océano, si eliges ser algo más que un alma que ha surgido de la Mente de Dios y que está, de alguna manera, estrellándose por todo el universo, es absolutamente necesario que te apropies, como si fuera tuya, la piedra que va a caer en la clara piscina calmada, de tu consciencia con este pensamiento:

Yo soy el que elige los efectos que experimento.
Yo, y solo yo, soy el que interpreta todas las relaciones o experiencias neutrales.
Yo, y solo yo, soy el que le da el valor a los objetos, cosas, pensamientos y sistemas de creencias.
Yo, y solo yo, soy literalmente el creador de mi experiencia momento a momento.

Esto, como puedes ver, lo cambia todo. Nunca más te puedes permitir a ti mismo sentirte como si fueras simplemente una víctima de fuerzas inconscientes. Nunca más podrás mirar más allá de ti mismo para buscar faltas, fallas o culpas en los demás. Nunca más podrá la energía de la culpa ser proyectada desde ti para descargarla sobre los demás. Nunca más podrá la energía del juicio ejercer dominio en tu santa mente. Este pensamiento, ésta única piedra particular que fue arrojada en la piscina calmada de tu consciencia es absolutamente esencial si decides despertar completamente. Y de eso se trata esta lección.


TÚ NO ERES UNA VICTIMA DEL MUNDO QUE VES

Aunque tú oyeras la palabra —la que lleva la vibración de la Verdad— muchas veces, podrías negarla tantas veces como la oyeras. Tú puedes elegir no permitirle a la Verdad que se asiente profundamente en la piscina de tu consciencia, para que así afecte a cada gota de agua que compone la ola que eres. Puedes aferrarte a la esperanza de que aun sigues siendo víctima del mundo que ves, que los eventos tienen algún valor en sí mismos, que no proviene del valor que le asignas tú. Y mientras elijas negar al mundo, no podrás ser libre.

Porque la mente que elige, incluso en una pequeña partecita, percibirse a sí misma como una víctima de su mundo de experiencias, permanece sin poder, impotente. Permanece en un estado que genera frustración, debilidad, miedo, desconfianza en sí misma, desconfianza en su propia capacidad, falta de mérito, sufrimiento, dolor, dolor emocional por la soledad o la separación de los demás, insatisfacción y falta de plenitud. En última instancia, esto genera el eco de la creencia de que tú has sido estrujado tan comprimidamente por el miedo de estar literalmente separado del Océano de la Mente de Dios.

La consciencia es todo lo que tienes y es todo lo que eres.

A partir de como uses la consciencia, viene todo lo que elijes experimentar. Y a partir de ahí también viene tu decisión de cómo vas a experimentar lo que has atraído hacia ti mismo.

En verdad —y por favor escucha muy bien— ninguna experiencia que alguna vez hayas tenido te ha definido o te dado identidad. Ninguna experiencia que alguna vez hayas elegido crear y atraer hacia ti mismo para luego valorarlas como tú las valoraste, jamás te ha hecho a ti mayor o menor que nadie —ni siquiera con respecto a mí. Aunque hay muchos que todavía necesitan creer que yo soy mucho más que ellos. Ninguna experiencia que alguna vez hayas tenido ha probado que seas indigno, de ser apoyado, de ser amado, por tu Creador.

Por lo tanto, tú permaneces como fuiste creado para ser: una ola llena de exactamente el mismísimo Poder como el del Océano Mismo, una ola, un alma, una red de relaciones que surge de la Santa Mente de Dios con el impulso de fluir por siempre con la libertad de crear, por medio de decidir que vibraciones tú permitirás que se establezcan y se conviertan en una parte de ti, que pensamientos defenderás, a que percepciones te unirás.

Tú eres, pues, eternamente un creador. Y este es el único asunto sobre el que no tienes libre albedrío. Nunca podrás decidir ser un no-participante del mismo Misterio de la extensión de la Creación. Cuando tienes este pensamiento: “Me niego, me rehúso a participar en la Creación de Dios”, has creado, literalmente, la percepción, la experiencia de ti mismo de ser como algo aparte o separado de la Creación misma. Has creado la demente emoción de tratar de separar a la ola del Océano Mismo. Y crearás la percepción de separación, aunque nada, en realidad, se ha visto afectado.

¿Por qué es esto importante? Porque, como ves, el proceso de curación no es difícil. Solo requiere de tu disposición de aceptar que eres el efecto de la voluntad del Creador de crear a semejanza de Sí Mismo —al igual que una ola es el efecto del deseo del Océano de expresarse a Sí Mismo en una nueva manera, una nueva forma, y de llevar una cualidad única a cada ola que surge de sus Misteriosas Profundidades.

La entrega, entonces, es el proceso en el que finalmente cedes; renuncias a resistirte a la realidad de tu propia existencia. Dejas de quejarte por ella. Dejas de lamentarte por tu existencia. Dejas de preocuparte por ella. ¡Tomas la decisión de seguir delante, de continuar, de estar vivo, y de vivir! Y lo que está vivo respecto a ti va a estar vivo para siempre. No hay lugar a donde esconderse ni a donde ir.


CREANDO COMO CRISTO

Cuando arrojas esta piedra dentro de la mente:

Yo no soy una víctima del mundo que veo.
Yo soy un creador por siempre, hecho de y uno
con la misma sustancia de mi Creador.

Entonces, de hecho, las preguntas comienzan a tomar una forma diferente. Comienzas a usar el poder de tu consciencia para elegir deliberada y selectivamente que vibraciones, que redes de relaciones, vas a hacer que entren en el campo de tu consciencia —con cuáles vas a resonar y a cuáles vas a dejar que se disuelvan de tu mente, de tu consciencia.

Si te has aferrado a un pensamiento de pequeñez, a un pensamiento de carencia, o a un pensamiento de falta de poder, de impotencia, ahora empiezas a ver que esos pensamientos son perfectamente neutros. Es perfectamente seguro contemplar todo lo que alguna vez hayas creado y experimentado y decir:

“Es muy bueno, pero ahora ya he terminado con eso”.

“¿Qué sigue? ¿Cuáles piedras puedo arrojar en mi santa mente en este mismo momento? ¿Puedo observar a la actual experiencia que estoy teniendo y ver que no es nada, sino el efecto de una onda, de una piedra o de un pensamiento que arrojé en mi mente hace tanto tiempo que ni siquiera recuerdo? ¿Puedo observar a los acontecimientos que se están desarrollando alrededor de mí...?”.

Y si esos acontecimientos se están, manifestando en tu cuerpo, confía en mí, que todavía se están desarrollando, alrededor de ti, porque tú eres mucho más que solo el cuerpo.

 “¿Será que puedo empezar ‘ahora’? ¿Será que estoy dispuesto ‘ahora’, a arrojar una piedra diferente en la calmada e infinita claridad de la piscina de la consciencia que es lo que está vivo en mí siempre? ¿Será que me atrevo a pensar un pensamiento diferente? ¿Será que me atrevo y tengo el valor de arrojar una piedra tal como esa en mi consciencia?”.

Entonces, ¿cuáles piedras podrían ser?

“Hmm, creo que voy a convertirme en un Salvador del mundo, en un Cristo. ¿Cómo sería eso? ¿Cuáles vibraciones necesitaría dejar ir de mi vida y a cuáles vibraciones necesitaría abrirme? ¿Qué se sentirá ser un Cristo? ¿Qué contemplaría cuando vea a la Creación a través del campo de mi consciencia?”.

“Creo que voy a permitirme a mí mismo ser capaz de estar en comunión con cualquier red de relaciones, con cualquier alma, con cualquier ser, que exista en cualquier plano de la Creación. ¡Vaya, tal vez hasta me permita incluso saber que yo puedo estar en comunión con Jeshua!”.

“¿Cuán rico podré llegar a ser en esta tercera dimensión de la realidad? ¿Cuántas monedas de oro podría yo crear con el fin de dárselas a los demás?”.

“¿A cuántos lugares en el planeta podría llevar al cuerpo en el lapso de una corta vida física?”.

“¿A cuántos seres podría decirles ‘te amo’? ¿Qué tan grande puedo hacer a mi corazón? ¿Qué tan profundo puedo experimentar la paz?”.

El campo de posibilidades es tan infinito como eres tú. Aquellas que selecciones y elijas son las que crearán la red de relaciones que llamarás tu vida, tu experiencia, incluso hasta a la cualidad de cómo llegaras a experimentar la transición —equivocadamente llamada la muerte— en tu mundo.

¿Llamarías a eso la muerte, al hecho de salir de una habitación cerrando la puerta detrás de ti y entrar en otra habitación? Por supuesto que no. Tan solo dices: “yo estaba allí; ahora estoy aquí”. Eso es todo lo que realmente ocurre cuando las moléculas que has atraído hacía ti mismo pierdan cohesión porque les has quitado el valor que pusiste sobre ellas, y ahora sus componentes, sus partes, se están disolviendo de regreso al polvo o al campo de energía del planeta. Tú simplemente abandonas una habitación y entras en otra.

A lo que te llamo en esta lección es a que: estés dispuesto a permitir que la piedra que arrojes en tu campo, o en la piscina de la consciencia, lleve la energía de este pensamiento:

¡A partir de este momento en lo adelante, elijo darle nacimiento a Cristo,
y por consiguiente aprender lo que Cristo es!

Y tu experiencia se convierte en el desarrollo del aprendizaje de lo que Cristo es. Cuando el aprendizaje se complete, descubrirás que lo que has aprendido es aquello para lo que has sido creado para ser. Has completado el círculo, has regresado al punto de partida. El hijo pródigo, que ha viajado a través del campo de todas las posibilidades, ha regresado como el Cristo Despierto y ha tomado el lugar que le corresponde a la diestra del Creador.

¿Qué significa todo este simbolismo? Solo significa que finalmente solo piensas con tu mentalidad correcta. Que piensas como Dios piensa, y Dios piensa amorosamente. Dios piensa infinita, atemporal, paciente, y absolutamente con certeza, sin dudar, y sobre todo, Dios piensa juguetonamente —¡muy juguetonamente!

Cuando sientas tal Amor y tal alegría que brota adentro de ti que difícilmente podrías contenerla. ¿Es qué acaso no empezarías a bailar y a mover el cuerpo por todas partes, diciendo: “Oh, Dios mío, ¿qué voy a hacer con toda esta energía?”. Y llamas a tus amigos y les dices: “vamos a hacer una fiesta, vamos a ir a ver una película, vamos a crear un delicioso banquete. ¿A quién podría escribirle una carta? Oh, ¿A quién podría enviarle flores?” ¿No quedarías enganchado en el deseo de permitir que cierta cantidad de energía se expanda desde ti, para tocar a todas las partes de tu creación?

Bueno, imagina que eres Dios —infinito, inmenso, sin arriba, sin abajo, sin izquierda, sin derecha, lleno de nada más que de puro, e incondicional, ¡Amor radiante! ¿Te podrías imaginar frenándote a ti mismo diciendo: “Oh, bueno, creo que simplemente me sentaré aquí en esto sin que nadie se dé cuenta?” ¡No! Dios dijo: “¡Hágase la luz!” ¡Y eso fue muy bueno! Dios contempló a toda la Creación, que literalmente, no solo significa este planeta, sino todo un número infinito de creaciones de dimensiones tras dimensiones tras dimensiones que incluye a todas las pequeñas redes de relaciones llamadas almas que Él trajo a la existencia en una fracción de segundo, y dijo:

¡Mirad! ¡He aquí! ¡Qué esto es muy bueno! ¡Esta es Mi Obra! Mi alegría, Mi Amor y
Mi vitalidad que ha brotado y desbordado a Mi Gran Ser y que ha dado nacimiento a la manifestación de la creación —¡tú!

¡Tú —todos y cada uno de ustedes— está hecho de la misma sustancia de ese Amor abrumador y alegre que tiene el poder de crear infinitamente y con ello extender a la Creación misma! ¡Eso es lo que tú eres! Ahí es donde te encuentras ahora, y ahora y para siempre. Y nunca podrás escaparte de eso.


CREANDO LA MAESTRÍA

La maestría viene cuando el miedo se ha disuelto completamente. El miedo no se disuelve al temerle, ni al odiarlo, ni al juzgarlo. Sino al mirarlo con perfecta inocencia. Abrazándolo de la misma manera que haría un científico que estuviera observando a las ondas generadas por una pequeña piedra que han sido arrojadas en una piscina para ver cómo esas ondas crean otras ondas y otros disturbios temporales en el campo o superficie del agua.

Cuando miras adentro de ti y observas a las cosas a las que les has tenido miedo y cómo el miedo ha restringido tu creatividad, tu gozo, tu alegría y tu inmensidad, simplemente las ves con inocencia y asombro y dices:

“Oh, ya veo cómo esa onda ha afectado a la creación que he llamado mi vida.
¿Hmm, todavía me gusta? Ya no. ¡Bien! Creo que voy a librarme de eso. ¿Con qué podría sustituirlo?”.

La maestría es un estado en el que te has abrazado (aceptado) a ti mismo como un incesante creador y asumes la total responsabilidad de todo lo que entra en el campo de tu consciencia sin juzgarlo, para que puedas simplemente decidir si vas a mantenerlos o vas a disolver sus efectos. La maestría es la osadía sin miedo. Es decir, ya no le temes al infinito poder creativo de tu perfecta unión con Dios. “¡Yo y el Padre somos uno!” es una expresión de la maestría.

Si yo (Jeshua), quién pronunció estas palabras hace tanto tiempo —en tu experiencia del tiempo— puedo demostrarle a cualquiera quien entonces vería a esa consciencia trascender las creencias limitadas sobre el cuerpo, la vida y la muerte que el mundo parece tan determinado a defender a toda costa —si yo puedo demostrar que solo el Amor es real, si yo puedo demostrar el poder de comunicarse con las mentes a través de la Creación, si yo puedo hacer que surjan creaciones al unirme con otras mentes que pueden pensar temporalmente que ellos no son más que cuerpos, de tal manera que las palabras escritas caigan sobre una página y la página se convierta en parte de un libro que tú estás leyendo ahora, de manera que tu corazón sea tocado justo en el momento oportuno— si yo puedo hacer estas cosas, también tú puedes. Y de hecho, ¡cosas mayores que éstas tú también harás![1]

Amado amigo, ¿No es hora de asumir la completa responsabilidad por la gran libertad que te ha sido impartida a ti por Abbá, el Padre, el Creador, la Fuente de tu ser? ¿No es hora ya de que comiences a pasar el tiempo desprendiéndote de tu enredado punto de vista que sostiene la creencia que lo que tú sientes y lo que tú piensas o crees es por el efecto de todas las energías y de las cosas que llegan a ti, desde todas partes a tu alrededor? ¿No es hora de empezar a usar el tiempo para decidir qué piedras vas arrojar en el campo de tu consciencia constantemente, día a día, hora tras hora, e incluso con cada aliento, con cada respiración?

Porque estas cosas crean tus mañanas, y tú no puedes jamás escaparte de la realidad que eres, y que siempre serás, en el proceso de creación de tus mañanas. La muerte nunca te separará de eso. Negarlo no lo cambiará.

Tú eres libre de decidir lo que serán tus mañanas a través del acto de buscar primero el Reino. Esto significa descansar en ese silencio interior en el que sabes que eres una ola que ha surgido con el impulso perfecto desde la Profundidad del Océano de la Santa Mente de Dios. Y de que aquello que llevas contigo es el resultado de los pensamientos, las creencias y las percepciones —que como piedras— tú has arrojado en la ola de tu consciencia.

Este mismo proceso es lo que te ha creado, y es mediante este mismo proceso como tú siempre has creado. Si alguna vez has recibido educación, ¿cómo terminaste con tu cuerpo en un aula? ¿Alguien te secuestró, te sentó y luego te dijo: “Aquí, tú debes aprender estas cosas”? No. Primero tú tuviste un pensamiento, una idea, una visualización y le diste valor, luego atrajiste los medios que te llevaron a vivir la experiencia de recibir la educación que mismo habías decidido.

¿En cuál relación has entrado alguna vez sin tener discernimiento, sin tener consciencia? En ninguna. Tú arrojaste la piedra en la mente que decía: “Quiero relacionarme con otro ser, con otro cuerpo, con otro lugar en el planeta físico”. Tú siempre has estado haciendo esto y siempre has experimentado el fruto o el efecto de la cualidad de vibración de la piedra que ha creado la onda que se ha convertido en tu experiencia. En realidad, tu experiencia, es decir, tu consciencia —lo que es verdad acerca de ti— no es diferente de lo que es verdad acerca de mí.

La única diferencia fue que yo aprendí a entrenarme a mí mismo, hora tras hora, en el arte de arrojar solamente piedras ilimitadas, que envían vibraciones de aceptación incondicional, de Amor, de perdón, de irrefrenable visión incondicional y revelación, mientras que has seleccionado hacer eso solo unas pocas veces.

Luego regresas corriendo a recoger las piedras de no merecer nada, de limitación, de carencia, de miedo, o de pequeñez, y arrojas ahí diez o doce rápidamente. Después regresas a la otra despensa y dices: “hmm, aquí está la piedra que dice: ‘yo y mi Padre somos uno’... hmm, ¡creo que ya tuve suficiente con esta piedra!” Para regresar de nuevo a las piedras de no merecer nada, de limitación, de carencia, de miedo, de pequeñez.

Mientras yo permanezco constantemente en este lado de la cerca diciendo:

¡Yo y el Padre somos uno! ¡Yo y el Padre somos uno!
¡Yo soy un ser ilimitado por siempre!
¿De cuántos universos podré ser el Salvador hoy?

Tú, en cambio, has dicho: “Eso suena muy bien. Yo y el Padre somos uno. Oh, aquí hay una piedra que dice que mi automóvil necesita descomponerse hoy, hmm”.
¡Esto es todo lo que existe! ¿De qué lado de la cerca te vas a sentar a arrojar las piedras? ¿De qué árbol vas a comer el fruto? ¿Del árbol del conocimiento del bien y del mal, hmm? [2]

Usa bien ese simbolismo, pues cuando arrojas en el estanque a esa piedra del conocimiento del bien y del mal es como si dijeras: “Bueno, creo que voy a tomar un bocado de este pedazo de fruta. Ah, pero es tan dulce, es tan buena y tan perfecta. Será mejor que también tome un bocado de una que esté podrida para equilibrarlo”.

El árbol del bien y del mal —positivo y negativo, ilimitado/limitación, perdón/juicio, Amor/miedo es como que si sostuvieras a una hermosa flor y al ver los pétalos dijeras: “Oh, es tan hermosa. ¡Casi no puedo ni sostenerla, así que creo que voy a pincharme el dedo con una espina, y luego le daré la espalda cabizbajo!”.

Jamás nadie te dijo, y tu Creador nunca te insistió, que comieras del árbol del bien y del mal. Porque todos los buenos frutos te han sido dado gratuita y libremente. Y tú eres libre siempre de elegir cuál fruto vas a comer:

¡Yo y el Padre somos uno! Que bendita Creación.
Me he divertido mucho siendo esta ola. Sí, veo
lo que he llevado conmigo. Bueno, fue divertido.
Gané unas cuantas cosas. ¿Ahora, qué sigue?

Ilimitado —¡chupulún! (sonido de una piedra cayendo en el agua de una piscina)
Amor Perfecto —¡chupulún!
Abundancia, riqueza —¡chupulún!
La capacidad de sanar —¡chupulún! ¡chupulún! ¡chupulún!

Oh, sí, veo a esa pequeña piedra que está allí sobre la playa
la que he recogido un millón de veces: “yo no merezco nada” —¡chupulún!
¡Pero ya es suficiente! ¡Ya terminé contigo!

¡Yo y el Padre somos uno! ¡Yo y el Padre somos uno!
¡Padre, crea a través de mí lo bueno, lo santo y lo bello,
porque esa es la razón de mi ser! ¿Cuán grande como ola podría llegar a ser?
¿Cuán poderoso podré llegar a ser? ¿Cuán radiante me volveré?
¿Cuánto de Ti podré expresar a través de mí? —¡chupulún!

Recuerda muy bien que, estás creando tus mañanas ¡AHORA! Y que lo que experimentas nunca viene a ti desde afuera de tu Ser. Si estás preocupado por la carencia de monedas de oro (de dinero) —¡chupulún! Entonces comenzarás a atraer a las ondas vibratorias que parecerá que te devuelven esa imagen a ti, que te reflejan a ti, la verdad en la que tú has elegido creer: “Vivo en la carencia y no puedo salir (¡chupulún!).  No puedo hablar con Jeshua (¡chupulún!). No soy digno, no me lo merezco (¡chupulún!). Tal vez Jon Marc[3], quizás él si tiene suficientes méritos, porque él es especial (¡chupulún!)”.

Las ondas vibratorias que te llegan a ti son la estática que restringe tu capacidad de trascender la tercera dimensión y de conectarte con otros seres. Así que incluso si te grito: “¡Hey, estoy hablando contigo, escúchame!”, tu mente dice: “Eso no es posible, porque he arrojado una roca (¡chupulún!) que dice: ‘No es posible’ y por lo tanto, no oigo nada”.

¿Empiezas a entender el punto? ¿Empiezas a sentir, en el núcleo de tu ser, la esencia del mensaje de esta lección? No puedes escaparte de ser aquello para lo que fuiste creado para ser. En cada momento estás, literalmente, usando ese incesante poder ilimitado de crear. Y tú permaneces perfectamente libre en cualquier momento de crear de nuevo. Lo que vas a experimentar en tus mañanas es únicamente el efecto de aquellas piedras que estás eligiendo arrojar en el campo de tu consciencia como pensamientos ahora.

Con esta última pregunta vamos a terminar este corto mensaje, pero que es un mensaje muy importante sobre el cual vamos a estar construyendo. La pregunta es esta:

¿Estoy yo, como un ser creativo hecho a imagen de Dios,
deliberada, consciente y activamente dispuesto a “elegir
ser responsable” de los pensamientos, que como piedras,
he arrojado en mi mente en cada momento?

Si la respuesta es “sí”, pregúntate:

¿Cómo quiero que sean las nuevas piedras?
¿Qué cualidades de vibración atraeré hacia mí mismo y
que por consiguiente crearán mis mañanas?

Cada vez que reaccionas a lo que crees que está afuera de ti mismo —puedes estar absolutamente seguro de esto— es que has elegido recoger a esa antigua piedra que dice: “Soy una víctima del mundo que veo. Lo que experimento es causado por fuerzas que están afuera de mí. La culpa realmente la tiene mi madre, mi hermano, mi padre, mi pareja, mi hijo. La culpa realmente la tiene el gobierno, el planeta, la calidad del aire. La culpa realmente la tiene una fuente que está afuera de mí, y no tengo ninguna otra opción que, reaccionar a ella”

Ante lo cual yo solo puedo decirte:

¿Prefieres tener la razón o ser feliz?

De hecho amado amigo, reflexiona muy bien la esencia del mensaje de esta lección. Porque sobre esto, vamos a empezar a construir a medida que avancemos hacia el final de El Camino del Corazón. Esto no es otra cosa que el fundamento desde el cual aquellos que estén dispuestos puedan brotar emergiendo así hacia arriba, hacia una dimensión más grandiosa, hacia una experiencia más grandiosa de vivir como un deliberado co-creador con Dios.

Pero todo esto comienza con la imperiosa necesidad de que te hagas responsable de apropiarte de la Verdad del mensaje de esta lección. Porque sin esto, no puede haber ningún cambio en tu consciencia y, por lo tanto, en lo que vas a experimentar en tus mañanas. Así que si hay algo en el presente que te hace temblar de miedo, solo piensa en lo que te espera si tú una vez más te niegas a elegir esta responsabilidad y el poder que viene con ella.

Amado y santo amigo, recuerda que yo no vine a traer paz al mundo[4], sino a estremecerlo de tal manera que esos seres que componen el mundo puedan descubrir dónde se esconde la verdadera paz —dentro de ellos mismos. Y dónde permanece el cielo —dentro de ellos mismos. Y dónde vive Cristo —dentro de ellos mismos.

Que la paz, sea contigo siempre. Amén.




[1] Juan 14:12, “En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores que éstas hará, porque yo voy al Padre”. (N. del T.)
[2] Génesis 2:17 “pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente morirás”.
[3] Jon Marc es el verdadero nombre de Jayem quien es el canal a través del cual Jeshua ha canalizado “El Camino del Corazón”.
[4] Mateo 10:34 “No penséis que vine a traer paz a la tierra; no vine a traer paz, sino espada” (N. del T.)

Nota del traductor

El traductor de este libro procede de Venezuela. Esta es una traducción no oficial. Se le recomienda a los lectores adquirir la traducción oficial en www.shantichristo.com también pueden obtener otros materiales complementario en la Fundación Shanti Christo. La traducción es casi literal para no alterar en nada el mensaje original de Jeshua ni la estructura del texto, es la intensión de Jeshua permitir que cada frase se retenga dentro del corazón, que cada idea llene la mente y el cuerpo con su frecuencia o vibración real. Ya que así fue diseñada cada palabra, la estructura de cada frase, la cadencia y el humor. Se ha evitado el uso de términos que pudieran desconcertar a los lectores de los otros países de habla hispana. La mayoría de los pronombres de la segunda persona del singular y del plural se han traducido por “tú/tu/ti/te/tus” incluso cuando está claro que Jeshua le habla a un grupo de personas. 


La Fundación Shanti Christo acaba de poner a disposición la traducción al español de esta exquisita obra espiritual.

Te recomiendo que adquieras los libros de "El Camino de la Maestría", en la página web: www.shantichristo.com/ 



Esta traducción no oficial fue realizada por Oscar Ruiz, 



El Camino de la Maestría

se compone de tres libros:


1er  Libro   "El Camino del Corazón"

       de la Lección 1 a la 12


2do Libro  "El Camino de la Transformación"

       de la Lección 13 a la 24


3er Libro  "El Camino del Conocimiento"

       de la Lección 25 a la 35

Recomendaciones: 
  • Cada libro debe estudiarse durante un año, y cada lección durante un mes, al final de los 3 años de estudio habrás alcanzado la Maestría.
  • Compra un diario y un bolígrafo que solo debes utilizar en El Camino de la Maestría.
  • Coloca sobre la portada de tu diario una imagen que represente para ti, tu idea más elevada del Amor.
  • Anota todas tus experiencias, todo lo que sientas, guarda el diario y el bolígrafo en un lugar donde no colocarás nada más, ese será tu lugar sagrado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario