LECCIÓN
8
ARROJANDO
PIEDRAS EN LA PISCINA DE LA CONSCIENCIA
Ahora comenzamos.
Como siempre, vengo como tu igual —para permanecer
contigo, para caminar contigo, para comunicarme contigo, desde el Corazón y la
Mente que hemos eternamente compartido como Una, esa Mente que es la única
realidad de nuestra Filiación compartida,
nuestra existencia compartida. Como siempre, vengo con alegría y también con
humildad. Porque yo no puedo unirme a nadie a menos que me proporcione el
espacio dentro de su consciencia y me pida que entre en ella.
Por lo tanto, comprende muy bien, que
cuando vengo a permanecer contigo, vengo con una humildad que nace del
reconocimiento del Gran Misterio que te ha dado a ti tu existencia. Ese Misterio
lo he llamado Abbá, el Padre.
¿Por qué? Porque tú no has surgido de
alguna fuerza mecánica irreflexiva. Has surgido de la Inteligencia Pura. Has surgido
del Amor Puro. Has surgido de una Fuente que está más allá de toda comprensión.
Has surgido de la Radiación de una Luz tan brillante que el mundo no puede
verla o contenerla. Has surgido de Aquello que, únicamente, es eternamente
real. Debido a que has surgido de Él, tú eres Uno con Él, siempre.
Esto significa que moras en una relación
—creado a Creador, descendencia o hijo a padre— que es tan íntima, un vínculo de unión tan profundo,
que no se puede romper en ningún momento. Como una ola que surge de un océano que
no se puede separar del propio océano, así también, en todos y cada momento de
tu experiencia, moras en una unión tan poderosa, tan misteriosa, tan íntima e
inmediata que la mente no puede comprenderla.
Esta unión te conecta a ti como lo
creado con el Misterio que está más allá de la comprensión que contiene a cada
gota de sabiduría y de inteligencia necesaria para crear a la consciencia
misma. La consciencia —el poder de ser consciente, el poder de discernir, el
poder de elegir— que es lo que verdaderamente eres.
Si esta Fuente, este Misterio, puede
hacer que nazca el mayor aspecto fundamental de la Creación, ¿acaso no merece
ser llamado Abbá o el Padre, aquello que crea a semejanza de Sí Mismo? ¿Puedes,
tú, entonces, comenzar a sentir, a reconocer —no solo como una idea
intelectual, sino como una realidad
viviente, un conocimiento— de que
si estás consciente en este preciso momento, es porque tú eres Uno con la
Fuente de toda la Creación y que no puedes estar separado de Ella de ninguna
forma ni en ningún momento?
El miedo, como lo hemos hablado muchas
veces, es como una contracción. Una vez más, digamos que te imaginas a una ola
que ha surgido del océano y que luego se contrae, ya que ella piensa que está
separada de su fuente, esa contracción le exprimiría literalmente la vida, que son
las aguas que fluyen, de esa ola. ¿Podría esa ola seguir cuando su propia
fuerza vital le ha sido exprimida? ¿No se convertiría luego en meras gotas de
agua que se desvanecen de la vista, solo para volver a disolverse en el propio
océano? Su esplendor se perdería, para nunca volverse a ver.
Si le fuera posible realmente a la ola
de tu consciencia exprimir su fuerza vital fuera de ella, tú también te desvanecerías
como las gotitas que regresan al mar, para nunca ser recordado o vuelto a ver.
Escucha y escucha bien: eso sería la muerte. Pero en realidad, estás vivo, por siempre. Incluso aunque te hayas identificado con la gran contracción
que es el miedo, tus miedos nunca han
sido capaces de exprimir de ti la gran fuerza vital, la gran realidad, y el
gran regalo de la consciencia. Tú, por lo tanto, nunca has dejado de ser. Nunca
ha habido un momento en el que no hayas existido y nunca habrá un momento en el
que dejes de existir, en el que dejes de ser.
Tú eres, por lo tanto, muy semejante a
una ola que ha comenzado a surgir desde un océano invisible y que a medida que
gana impulso, se mueve por la superficie de un planeta. Es decir, tú al igual
que la ola, estás en continuo movimiento. ¿Moviéndote hacia dónde? En la
extensión por siempre de tu propia consciencia. En la extensión por siempre de
lo que eliges recoger en el camino y hacer una parte de tu Ser. En una
extensión por siempre que te llevará a la experiencia o a los frutos de esos
mismos pensamientos que hayas sostenido como propios.
Por lo tanto, comprende esto muy bien: Ahora mismo, en este momento que vives,
donde sea que estés, lo que estés experimentando, todo lo que ves, todo lo que
sientas, todo lo que sabes, todo lo que tratas de evitar, todas las cosas que
valoras y las que desvalorizas, todas esas cosas están contenidas adentro de tu consciencia. Porque si no
se encontraran allí, no existirían para ti.
Por lo tanto, reflexiona acerca de lo
que se encuentra adentro de tu discernimiento, adentro de tu consciencia.
¿Cuáles son las cosas que sabes que sabes?
¿Cuáles son las cosas que evitarías? ¿Cuáles son los sentimientos que no has
explorado? ¿Cuáles son los objetos, las personas, los lugares, los valores por
los que te esfuerzas, que parecen incluso emocionar hasta a las células de tu
cuerpo? ¿Qué es el cuerpo en sí, sino algo que surge dentro de tu consciencia?
Observa al planeta a tu alrededor.
Observa a todos los objetos en tu habitación. Observa a cada pensamiento que
eliges pensar. Observa a las percepciones e ideas que defiendes tan
ruidosamente. Observa los pensamientos y los sentimientos de los demás que hacen
que te encojas de miedo o que hacen que quieras alejarte de ellos.
Estas cosas habitan adentro de ti como
el mismo poder o fuerza vital de la ola que ha surgido del océano. Todas estas
cosas las has recogido a lo largo del camino. ¡Y el camino ha sido muy largo y
variado de verdad! Si puedes imaginar que nunca has dejado de existir, esto
significa que has sido como una ola de
consciencia, que está pasando, como en efecto, a través de cada época del
tiempo, cada sistema planetario, y de cada dimensión de la Creación.
A lo largo del camino, una cosa ha
permanecido constante. Tú has estado en constante
relación con toda la Creación.
Oh, sí, claro que puedes seleccionar a unas cuantas personas, algunos objetos, a
un planeta, a una dimensión, y concentrar toda tu atención allí. La atención es
nada más que la decisión de en qué vas a usar el poder de tu consciencia para
enfocarte. Parece que has excluido todo lo demás, pero eso es como una “ilusión óptica” de la consciencia.
Si bien es muy cierto que has seleccionado algunos aspectos de la Creación
para enfocar tu atención, pero todavía en el fondo, oculto —en la profundidad
de la ola que es invisible para el ojo físico, sin ser visto por el
discernimiento consciente o por tu mente cotidiana— has permanecido en perfecta
comunión con toda la Creación.
Tú estás, por lo tanto, en relación con todas las cosas creadas,
y hay una comunicación que se produce sin cesar. Imagina que fueras capaz de
mirar en el aire de tu planeta, literalmente, a las ondas de radio, a las ondas
de televisión y a todas las ondas eléctricas que se mantienen rebotando a
través de tu planeta. En algo semejante a eso tú te sumerges y nadas a diario.
Tu consciencia se extiende, se difunde impregnándose en ese campo de vibraciones.
SOLO
EXPERIMENTAS LO QUE HAS ELEGIDO CREAR
Tú eres el que
selecciona aquello de lo que vas a ser consciente, aquello que vas a atraer a tu
experiencia de vida. Tú seleccionas aquello
que va a dejar una huella, una impresión en ti.
Imagina, entonces, una piscina de claras,
aguas tranquilas. En ella arrojas una piedra solitaria. Imagina que de la piedra
arrojada allí irradian olas. Eso es lo que está ocurriendo constantemente en el campo de la ola de tu consciencia.
De la misma forma como has atraído hacia
ti mismos a ciertas personas, lugares, cosas, objetos, y por encima de todo, a
ciertos pensamientos, creencias y percepciones, tú las has arrojado como
pequeñas piedras en la clara y calmada piscina de tu inmensa consciencia eterna.
Lo que experimentas son los efectos o las ondas,
de las piedras arrojadas allí. Ellas literalmente se unen a las otras ondas que
has creado. A medida que estas ondas se mueven y se tocan, vienen luego de regreso
a ti, este es el campo de la creación
que construye tu realidad física, de la tercera dimensión.
Tú, por lo tanto, nunca experimentas
nada excepto lo que tú elijes crear a
través de la selección de las piedras que arrojas en el campo de tu consciencia.
Tú, literalmente, nunca experimentas ni una sola cosa. No experimentas los
objetos. Lo que experimentas es el efecto
del pensamiento o de la creencia en los objetos. Nunca experimentas a las demás
personas, porque ellos también están hechos de toda una red de vibraciones.
Se podría decir que cada persona, cada
objeto, (usando tu lenguaje) es en realidad un campo de relaciones en sí mismo,
único y aparentemente diferente de ti, pero no obstante, son una red de
relaciones.
¿Qué niño podría ser separado de sus
padres, de su entorno cultural, de las experiencias únicas que ha tenido cuando
ha interactuado con las redes de relaciones que han existido a su alrededor desde
el momento de su concepción? ¿Qué gatito podría ser singularizado aislado de la
matriz de su madre y de su padre? ¿Qué hoja de árbol podría estar separada de
la temperatura del aire, de la calidad del agua y de los nutrientes que le llegan
a ella desde el suelo de la Tierra?
Todo
es una red de relaciones. Todas las redes están en relación con todas las
demás redes y se vuelven más y más grandes y más y más grandes hasta el infinito.
Tú eres una red de relaciones a partir
de la cual has seleccionado ciertas
piedras —ya sean pensamientos, percepciones o experiencias— y las has arrojado en
la piscina clara y calmada de tu consciencia con el fin de crear aún más ondas.
Luego, que has elegido cuáles de ellas tendrán el mayor valor para ti. Esas que
encierras en tu ser se convierten en
tu campo emocional. El campo emocional
es el primer nivel de cristalización del cuerpo.
A partir del campo emocional, mediante una
cristalización posterior se crea la apariencia de la forma física. Esto es lo que llevas de un lado para otro por el
planeta en tu forma de atención temporal de la tercera dimensión, mientras que
a tu alrededor —y justo por debajo del nivel de tu consciencia cotidiana— permaneces
en comunicación con todas las redes de relaciones a través de todas las
dimensiones de la Creación. Es por esta razón que un pensamiento inspirador
puede venir de repente a ti y penetrar tu consciencia cotidiana. Y luego te
preguntas asombrado: “¿De dónde vino ese
pensamiento?”.
O de repente una imagen aparece en tu mente.
Podría ser cualquier cosa —un hombre y una mujer haciendo el amor, un hombre y otro
hombre haciendo el amor, un niño jugando en un parque, un delfín, o una imagen
de conflicto o guerra. ¿De dónde vino?
Debido a que viven en comunión perfecta,
ustedes son como un gran campo de energía en la que todas las redes de relaciones
están reverberando constantemente, realmente tienen acceso a la completa
totalidad de la Creación. Y esta totalidad de la Creación no está limitada solamente
a lo que está ocurriendo ahora, como tú
entiendes el tiempo. Sino que tienes disponible para ti todo lo que podrías
llamar el pasado y el futuro.
Estas cosas están disponibles para ti en
todo momento. No hay ninguno de ustedes que no haya experimentado esto por sí
mismo. Quizá de repente pensaste en un amigo, y el teléfono sonó, tú ya sabías
que era ese amigo.
Esto no tiene sentido para ti en tu
plano causal de la tercera dimensión, sino porque en el fondo, oculto —aunque tu mente consciente estaba ocupada preparando el desayuno y se
preguntaba sobre qué acciones comprar y vender, o que perfume ponerse en el
cuerpo— tú permaneces en perfecta comunión. Es por eso que, cuando existe una
profunda resonancia entre amigos que están separados por miles de kilómetros,
de repente, sabes que ellos necesitan
que tú los llames. Sientes una sensación
de preocupación. Tal vez solo se golpearon un dedo del pie, pero tú captaste la
vibración.
Todos ustedes viven esto. Todos ustedes
saben esto. No hay ningún secreto en ello. Lo que yo busco, entonces, es que
prestes atención a una de las piedras que tú has arrojado en el campo de tu consciencia,
que es cierta generalmente para casi todos los que están involucrados en lo que
denominamos la experiencia de la tercera dimensión física.
Imagina que una afirmación está siendo
arrojada desde una gran altura, y que va aumentando su velocidad hasta que
golpea la clara piscina calmada de tu consciencia enviando una onda, creando
una vibración a través de ti. La afirmación es simplemente esta:
“No es posible para mí tener el total dominio y
control de las piedras que están siendo arrojadas en mi consciencia debido a
que estoy a merced del campo vibratorio que ha sido establecido por las ondas
de todos los pensamientos y por las redes de relaciones en la que nado
constantemente”.
Esa percepción es absolutamente cierta... siempre y cuando tú elijas creer en ella.
Esa percepción o creencia es absolutamente
risible, ridícula y te deja impotente, sin
poder, tan pronto como elijas darte cuenta y reconocer que es así.
¿Cuál es el punto de esto? Es
simplemente este: si quieres elegir despertar completamente, si decides no ser tan
solo una ola más que ha surgido misteriosamente desde el Océano, si eliges ser
algo más que un alma que ha surgido de la Mente de Dios y que está, de alguna
manera, estrellándose por todo el universo, es absolutamente necesario que te apropies, como si fuera tuya, la
piedra que va a caer en la clara piscina calmada, de tu consciencia con este
pensamiento:
Yo soy el que elige los efectos que experimento.
Yo, y solo yo, soy el que interpreta todas las
relaciones o experiencias neutrales.
Yo, y solo yo, soy el que le da el valor a los objetos,
cosas, pensamientos y sistemas de creencias.
Yo, y solo yo, soy literalmente el creador de mi
experiencia momento a momento.
Esto, como puedes ver, lo cambia todo.
Nunca más te puedes permitir a ti mismo sentirte como si fueras simplemente una
víctima de fuerzas inconscientes. Nunca más podrás mirar más allá de ti mismo para
buscar faltas, fallas o culpas en los demás. Nunca más podrá la
energía de la culpa ser proyectada desde ti para descargarla sobre los demás. Nunca más podrá la energía del juicio ejercer dominio en tu santa mente.
Este pensamiento, ésta única piedra particular que fue arrojada en la piscina calmada
de tu consciencia es absolutamente
esencial si decides despertar
completamente. Y de eso se trata esta lección.
TÚ
NO ERES UNA VICTIMA DEL MUNDO QUE VES
Aunque tú oyeras la palabra —la que
lleva la vibración de la Verdad— muchas veces, podrías negarla tantas veces
como la oyeras. Tú puedes elegir no permitirle a la Verdad que se asiente
profundamente en la piscina de tu consciencia, para que así afecte a cada gota
de agua que compone la ola que eres. Puedes aferrarte a la esperanza de que aun
sigues siendo víctima del mundo que ves, que los eventos tienen algún valor en
sí mismos, que no proviene del valor que le asignas tú. Y mientras elijas negar al mundo, no podrás ser libre.
Porque la mente que elige, incluso en
una pequeña partecita, percibirse a sí misma como una víctima de su mundo de experiencias, permanece sin poder, impotente.
Permanece en un estado que genera frustración, debilidad, miedo, desconfianza
en sí misma, desconfianza en su propia capacidad, falta de mérito, sufrimiento,
dolor, dolor emocional por la soledad o la separación de los demás, insatisfacción
y falta de plenitud. En última instancia, esto genera el eco de la creencia de
que tú has sido estrujado tan comprimidamente por el miedo de estar
literalmente separado del Océano de la Mente de Dios.
La consciencia es todo lo que tienes y es todo lo
que eres.
A partir de como uses la consciencia,
viene todo lo que elijes experimentar. Y a partir de ahí también viene tu decisión de cómo vas a experimentar lo que has atraído hacia ti mismo.
En verdad —y por favor escucha muy bien—
ninguna experiencia que alguna vez hayas tenido te ha definido o te dado identidad.
Ninguna experiencia que alguna vez hayas elegido crear y atraer hacia ti mismo
para luego valorarlas como tú las valoraste, jamás te ha hecho a ti mayor o
menor que nadie —ni siquiera con respecto a mí. Aunque hay muchos que todavía necesitan
creer que yo soy mucho más que ellos. Ninguna experiencia que alguna vez hayas
tenido ha probado que seas indigno, de ser apoyado, de ser amado, por tu
Creador.
Por lo tanto, tú permaneces como fuiste creado
para ser: una ola llena de exactamente el mismísimo Poder como el del Océano Mismo,
una ola, un alma, una red de relaciones que surge de la Santa Mente de Dios con
el impulso de fluir por siempre con la libertad de crear, por medio de decidir
que vibraciones tú permitirás que se establezcan y se conviertan en una parte
de ti, que pensamientos defenderás, a que percepciones te unirás.
Tú eres, pues, eternamente un creador. Y
este es el único asunto sobre el que no tienes libre albedrío. Nunca podrás
decidir ser un no-participante del mismo Misterio de la extensión de la
Creación. Cuando tienes este pensamiento: “Me
niego, me rehúso a participar en la Creación de Dios”, has creado,
literalmente, la percepción, la experiencia de ti mismo de ser como algo aparte
o separado de la Creación misma. Has creado la demente emoción de tratar de
separar a la ola del Océano Mismo. Y crearás
la percepción de separación, aunque nada, en realidad, se ha visto afectado.
¿Por qué es esto importante? Porque, como
ves, el proceso de curación no es difícil. Solo requiere de tu disposición de aceptar que eres el efecto de la voluntad del Creador de
crear a semejanza de Sí Mismo —al igual que una ola es el efecto del deseo del
Océano de expresarse a Sí Mismo en una nueva manera, una nueva forma, y de llevar
una cualidad única a cada ola que surge de sus Misteriosas Profundidades.
La entrega, entonces, es el proceso en
el que finalmente cedes; renuncias a resistirte a la realidad de tu propia
existencia. Dejas de quejarte por ella. Dejas de lamentarte por tu existencia.
Dejas de preocuparte por ella. ¡Tomas la
decisión de seguir delante, de continuar, de estar vivo, y de vivir! Y lo
que está vivo respecto a ti va a estar vivo para siempre. No hay lugar a donde
esconderse ni a donde ir.
CREANDO
COMO CRISTO
Cuando arrojas esta piedra dentro de la
mente:
Yo no soy una víctima del mundo que veo.
Yo soy un creador por siempre, hecho de y uno
con la misma sustancia de mi Creador.
Entonces, de hecho, las preguntas
comienzan a tomar una forma diferente. Comienzas a usar el poder de tu consciencia
para elegir deliberada y selectivamente que vibraciones, que redes de
relaciones, vas a hacer que entren en el campo de tu consciencia —con cuáles
vas a resonar y a cuáles vas a dejar que se disuelvan de tu mente, de tu consciencia.
Si te has aferrado a un pensamiento de
pequeñez, a un pensamiento de carencia, o a un pensamiento de falta de poder, de
impotencia, ahora empiezas a ver que esos pensamientos son perfectamente neutros.
Es perfectamente seguro contemplar todo lo que alguna vez hayas creado y experimentado
y decir:
“Es muy bueno, pero ahora ya he terminado con eso”.
“¿Qué sigue? ¿Cuáles piedras puedo arrojar en mi santa
mente en este mismo momento? ¿Puedo observar a la actual experiencia que estoy
teniendo y ver que no es nada, sino el efecto de una onda, de una piedra o de
un pensamiento que arrojé en mi mente hace tanto tiempo que ni siquiera
recuerdo? ¿Puedo observar a los acontecimientos que se están desarrollando
alrededor de mí...?”.
Y si esos acontecimientos se están, manifestando
en tu cuerpo, confía en mí, que todavía se están desarrollando, alrededor de
ti, porque tú eres mucho más que solo el cuerpo.
“¿Será
que puedo empezar ‘ahora’? ¿Será que estoy dispuesto ‘ahora’, a arrojar una
piedra diferente en la calmada e infinita claridad de la piscina de la consciencia
que es lo que está vivo en mí siempre? ¿Será que me atrevo a pensar un
pensamiento diferente? ¿Será que me atrevo y tengo el valor de arrojar una
piedra tal como esa en mi consciencia?”.
Entonces, ¿cuáles piedras podrían ser?
“Hmm, creo que voy a convertirme en un Salvador del
mundo, en un Cristo. ¿Cómo sería eso? ¿Cuáles vibraciones necesitaría dejar ir
de mi vida y a cuáles vibraciones necesitaría abrirme? ¿Qué se sentirá ser un
Cristo? ¿Qué contemplaría cuando vea a la Creación a través del campo de mi consciencia?”.
“Creo que voy a permitirme a mí mismo ser capaz de estar
en comunión con cualquier red de relaciones, con cualquier alma, con cualquier
ser, que exista en cualquier plano de la Creación. ¡Vaya, tal vez hasta me
permita incluso saber que yo puedo estar en comunión con Jeshua!”.
“¿Cuán rico podré llegar a ser en esta tercera
dimensión de la realidad? ¿Cuántas monedas de oro podría yo crear con el fin de
dárselas a los demás?”.
“¿A cuántos lugares en el planeta podría llevar al
cuerpo en el lapso de una corta vida física?”.
“¿A cuántos seres podría decirles ‘te amo’? ¿Qué tan
grande puedo hacer a mi corazón? ¿Qué tan profundo puedo experimentar la paz?”.
El campo de posibilidades es tan
infinito como eres tú. Aquellas que selecciones y elijas son las que crearán la
red de relaciones que llamarás tu vida, tu experiencia, incluso hasta a la cualidad
de cómo llegaras a experimentar la transición
—equivocadamente llamada la muerte— en tu mundo.
¿Llamarías a eso la muerte, al hecho de
salir de una habitación cerrando la puerta detrás de ti y entrar en otra
habitación? Por supuesto que no. Tan solo dices: “yo estaba allí; ahora estoy aquí”. Eso es todo lo que realmente ocurre
cuando las moléculas que has atraído hacía ti mismo pierdan cohesión porque les
has quitado el valor que pusiste sobre ellas, y ahora sus componentes, sus partes,
se están disolviendo de regreso al polvo o al campo de energía del planeta. Tú
simplemente abandonas una habitación y entras en otra.
A lo que te llamo en esta lección es a que:
estés dispuesto a permitir que la piedra que arrojes en tu campo, o en la piscina de la consciencia, lleve la
energía de este pensamiento:
¡A
partir de este momento en lo adelante, elijo darle nacimiento a Cristo,
y por
consiguiente aprender lo que Cristo es!
Y tu experiencia se convierte en el desarrollo
del aprendizaje de lo que Cristo es. Cuando el aprendizaje se complete, descubrirás
que lo que has aprendido es aquello para lo que has sido creado para ser. Has
completado el círculo, has regresado al punto de partida. El hijo pródigo, que
ha viajado a través del campo de todas las posibilidades, ha regresado como el
Cristo Despierto y ha tomado el lugar que le corresponde a la diestra del
Creador.
¿Qué significa todo este simbolismo? Solo
significa que finalmente solo piensas con tu mentalidad correcta. Que piensas como Dios piensa, y Dios piensa
amorosamente. Dios piensa infinita, atemporal, paciente, y absolutamente con
certeza, sin dudar, y sobre todo, Dios piensa juguetonamente —¡muy juguetonamente!
Cuando sientas tal Amor y tal alegría
que brota adentro de ti que difícilmente podrías contenerla. ¿Es qué acaso no
empezarías a bailar y a mover el cuerpo por todas partes, diciendo: “Oh, Dios mío, ¿qué voy a hacer con toda
esta energía?”. Y llamas a tus amigos y les dices: “vamos a hacer una fiesta, vamos a ir a ver una película, vamos a crear
un delicioso banquete. ¿A quién podría escribirle una carta? Oh, ¿A quién
podría enviarle flores?” ¿No quedarías enganchado en el deseo de permitir que
cierta cantidad de energía se expanda desde ti, para tocar a todas las partes de
tu creación?
Bueno, imagina que eres Dios —infinito,
inmenso, sin arriba, sin abajo, sin izquierda, sin derecha, lleno de nada más
que de puro, e incondicional, ¡Amor radiante! ¿Te podrías imaginar frenándote a
ti mismo diciendo: “Oh, bueno, creo que
simplemente me sentaré aquí en esto sin que nadie se dé cuenta?” ¡No! Dios
dijo: “¡Hágase la luz!” ¡Y eso fue
muy bueno! Dios contempló a toda la Creación, que literalmente, no solo significa
este planeta, sino todo un número infinito de creaciones de dimensiones tras
dimensiones tras dimensiones que incluye a todas las pequeñas redes de
relaciones llamadas almas que Él trajo a la existencia en una fracción de
segundo, y dijo:
¡Mirad! ¡He aquí! ¡Qué esto es muy bueno! ¡Esta es Mi
Obra! Mi alegría, Mi Amor y
Mi vitalidad que ha brotado y desbordado a Mi Gran Ser y que ha dado nacimiento a la manifestación de la creación —¡tú!
Mi vitalidad que ha brotado y desbordado a Mi Gran Ser y que ha dado nacimiento a la manifestación de la creación —¡tú!
¡Tú —todos y cada
uno de ustedes— está hecho de la misma sustancia de ese Amor abrumador y alegre
que tiene el poder de crear infinitamente y con ello extender a la Creación
misma! ¡Eso es lo que tú eres! Ahí es donde te encuentras ahora, y ahora y para siempre. Y nunca podrás escaparte de eso.
CREANDO
LA MAESTRÍA
La maestría viene cuando el miedo se ha
disuelto completamente. El miedo no se disuelve al temerle, ni al odiarlo, ni al
juzgarlo. Sino al mirarlo con perfecta inocencia. Abrazándolo de la misma
manera que haría un científico que estuviera observando a las ondas generadas
por una pequeña piedra que han sido arrojadas en una piscina para ver cómo esas
ondas crean otras ondas y otros disturbios temporales en el campo o superficie
del agua.
Cuando miras adentro de ti y observas a las
cosas a las que les has tenido miedo y cómo el miedo ha restringido tu
creatividad, tu gozo, tu alegría y tu inmensidad, simplemente las ves con
inocencia y asombro y dices:
“Oh, ya veo cómo esa onda ha afectado a la creación
que he llamado mi vida.
¿Hmm, todavía me gusta? Ya no. ¡Bien! Creo que voy a librarme de eso. ¿Con qué podría sustituirlo?”.
¿Hmm, todavía me gusta? Ya no. ¡Bien! Creo que voy a librarme de eso. ¿Con qué podría sustituirlo?”.
La maestría es un estado en el que te has
abrazado (aceptado) a ti mismo como un incesante creador y asumes la total
responsabilidad de todo lo que entra en el campo de tu consciencia sin juzgarlo, para que puedas simplemente
decidir si vas a mantenerlos o vas a disolver sus efectos. La maestría es la osadía
sin miedo. Es decir, ya no le temes al infinito poder creativo de tu perfecta
unión con Dios. “¡Yo y el Padre somos
uno!” es una expresión de la maestría.
Si yo (Jeshua), quién pronunció estas
palabras hace tanto tiempo —en tu experiencia del tiempo— puedo demostrarle a
cualquiera quien entonces vería a esa consciencia trascender las creencias
limitadas sobre el cuerpo, la vida y la muerte que el mundo parece tan determinado
a defender a toda costa —si yo puedo demostrar que solo el Amor es real, si yo puedo
demostrar el poder de comunicarse con las mentes a través de la Creación, si yo
puedo hacer que surjan creaciones al unirme con otras mentes que pueden pensar
temporalmente que ellos no son más que cuerpos, de tal manera que las palabras
escritas caigan sobre una página y la página se convierta en parte de un libro
que tú estás leyendo ahora, de manera que tu corazón sea tocado justo en el
momento oportuno— si yo puedo hacer estas cosas, también tú puedes. Y de hecho,
¡cosas mayores que éstas tú también harás![1]
Amado amigo, ¿No es hora de asumir la
completa responsabilidad por la gran
libertad que te ha sido impartida a ti por Abbá, el Padre, el Creador, la Fuente
de tu ser? ¿No es hora ya de que comiences a pasar el tiempo desprendiéndote de tu enredado punto de
vista que sostiene la creencia que lo que tú sientes y lo que tú piensas o crees
es por el efecto de todas las
energías y de las cosas que llegan a
ti, desde todas partes a tu alrededor? ¿No es hora de empezar a usar el tiempo
para decidir qué piedras vas arrojar en el campo
de tu consciencia constantemente, día a día, hora tras hora, e incluso con cada
aliento, con cada respiración?
Porque estas cosas crean tus mañanas, y tú
no puedes jamás escaparte de la realidad que eres, y que siempre serás, en el
proceso de creación de tus mañanas. La muerte nunca te separará de eso. Negarlo
no lo cambiará.
Tú eres libre de decidir lo que serán
tus mañanas a través del acto de buscar primero el Reino. Esto significa
descansar en ese silencio interior en el que sabes que eres una ola que ha surgido con el impulso perfecto desde
la Profundidad del Océano de la Santa Mente de Dios. Y de que aquello que
llevas contigo es el resultado de los pensamientos, las creencias y las percepciones
—que como piedras— tú has arrojado en la ola de tu consciencia.
Este mismo proceso es lo que te ha
creado, y es mediante este mismo proceso como tú siempre has creado. Si alguna
vez has recibido educación, ¿cómo terminaste con tu cuerpo en un aula? ¿Alguien
te secuestró, te sentó y luego te dijo: “Aquí,
tú debes aprender estas cosas”? No. Primero tú tuviste un pensamiento, una
idea, una visualización y le diste valor, luego atrajiste los medios que te llevaron
a vivir la experiencia de recibir la educación que tú mismo habías decidido.
¿En cuál relación has entrado alguna vez
sin tener discernimiento, sin tener consciencia? En ninguna. Tú arrojaste la
piedra en la mente que decía: “Quiero relacionarme
con otro ser, con otro cuerpo, con otro lugar en el planeta físico”. Tú siempre
has estado haciendo esto y siempre has experimentado el fruto o el efecto de la
cualidad de vibración de la piedra que ha creado la onda que se ha convertido en
tu experiencia. En realidad, tu experiencia, es decir, tu consciencia —lo que
es verdad acerca de ti— no es diferente de lo que es verdad acerca de mí.
La única diferencia fue que yo aprendí a
entrenarme a mí mismo, hora tras hora, en el arte de arrojar solamente piedras ilimitadas, que envían vibraciones de aceptación incondicional, de
Amor, de perdón, de irrefrenable visión incondicional y revelación, mientras
que tú has seleccionado hacer eso solo
unas pocas veces.
Luego regresas corriendo a recoger las
piedras de no merecer nada, de limitación, de carencia, de miedo, o de
pequeñez, y arrojas ahí diez o doce rápidamente. Después regresas a la otra despensa
y dices: “hmm, aquí está la piedra que
dice: ‘yo y mi Padre somos uno’... hmm, ¡creo que ya tuve suficiente con esta piedra!”
Para regresar de nuevo a las piedras de no merecer nada, de limitación, de carencia,
de miedo, de pequeñez.
Mientras yo permanezco constantemente en
este lado de la cerca diciendo:
¡Yo
y el Padre somos uno! ¡Yo y el Padre somos uno!
¡Yo
soy un ser ilimitado por siempre!
¿De
cuántos universos podré ser el Salvador hoy?
Tú, en cambio, has dicho: “Eso suena muy bien. Yo y el Padre somos
uno. Oh, aquí hay una piedra que dice que mi automóvil necesita descomponerse
hoy, hmm”.
¡Esto
es todo lo que existe! ¿De qué lado de la cerca te vas a sentar a arrojar las
piedras? ¿De qué árbol vas a comer el
fruto? ¿Del árbol del conocimiento del bien y del mal, hmm? [2]
Usa bien ese simbolismo, pues cuando arrojas
en el estanque a esa piedra del conocimiento del bien y del mal es como si dijeras:
“Bueno, creo que voy a tomar un bocado de
este pedazo de fruta. Ah, pero es tan dulce, es tan buena y tan perfecta. Será
mejor que también tome un bocado de una que esté podrida para equilibrarlo”.
El árbol del bien y del mal —positivo y
negativo, ilimitado/limitación, perdón/juicio, Amor/miedo es como que si sostuvieras
a una hermosa flor y al ver los pétalos dijeras: “Oh, es tan hermosa. ¡Casi no puedo ni sostenerla, así que creo que voy
a pincharme el dedo con una espina, y luego le daré la espalda cabizbajo!”.
Jamás nadie te dijo, y tu Creador nunca
te insistió, que comieras del árbol del bien y del mal. Porque todos los buenos frutos te han sido dado gratuita
y libremente. Y tú eres libre siempre de elegir cuál fruto vas a comer:
¡Yo y el Padre somos uno! Que bendita Creación.
Me he divertido mucho siendo esta ola. Sí, veo
lo que he llevado conmigo. Bueno, fue divertido.
Gané unas cuantas cosas. ¿Ahora, qué sigue?
Ilimitado —¡chupulún! (sonido de una piedra
cayendo en el agua de una piscina)
Amor Perfecto —¡chupulún!
Abundancia, riqueza —¡chupulún!
La capacidad de sanar —¡chupulún! ¡chupulún!
¡chupulún!
Oh, sí, veo a esa pequeña piedra que está allí sobre
la playa
la que he recogido un millón de veces: “yo no
merezco nada”
—¡chupulún!
¡Pero ya es suficiente! ¡Ya terminé contigo!
¡Yo y el Padre somos uno! ¡Yo y el Padre somos uno!
¡Padre, crea a través de mí lo bueno, lo santo y lo
bello,
porque esa es la razón de mi ser! ¿Cuán grande como
ola podría llegar a ser?
¿Cuán poderoso podré llegar a ser? ¿Cuán radiante me
volveré?
¿Cuánto de Ti podré expresar a través de mí? —¡chupulún!
Recuerda muy bien que, estás creando tus
mañanas ¡AHORA! Y que lo que experimentas
nunca viene a ti desde afuera de tu Ser. Si estás preocupado por la carencia de
monedas de oro (de dinero) —¡chupulún! Entonces comenzarás a atraer a las ondas
vibratorias que parecerá que te devuelven
esa imagen a ti, que te reflejan a ti, la verdad en la que tú has elegido
creer: “Vivo en la carencia y no puedo
salir (¡chupulún!). No puedo hablar con Jeshua (¡chupulún!). No
soy digno, no me lo merezco (¡chupulún!). Tal vez Jon Marc[3], quizás él si tiene
suficientes méritos, porque él es especial (¡chupulún!)”.
Las ondas vibratorias que te llegan a ti
son la estática que restringe tu capacidad de trascender la tercera dimensión y
de conectarte con otros seres. Así que incluso si te grito: “¡Hey, estoy hablando contigo, escúchame!”,
tu mente dice: “Eso no es posible, porque
he arrojado una roca (¡chupulún!) que dice: ‘No es posible’ y por lo tanto, no
oigo nada”.
¿Empiezas a entender el punto? ¿Empiezas
a sentir, en el núcleo de tu ser, la
esencia del mensaje de esta lección? No
puedes escaparte de ser aquello para lo que fuiste creado para ser. En cada
momento estás, literalmente, usando ese incesante
poder ilimitado de crear. Y tú permaneces
perfectamente libre en cualquier momento de crear de nuevo. Lo que vas a
experimentar en tus mañanas es únicamente el efecto de aquellas piedras que
estás eligiendo arrojar en el campo de tu consciencia como pensamientos ahora.
Con esta última pregunta vamos a
terminar este corto mensaje, pero que es un mensaje muy importante sobre el
cual vamos a estar construyendo. La pregunta es esta:
¿Estoy yo, como un ser creativo hecho a imagen de
Dios,
deliberada, consciente y activamente dispuesto a “elegir
ser responsable” de los pensamientos, que como
piedras,
he arrojado en mi mente en cada momento?
Si la respuesta es “sí”, pregúntate:
¿Cómo quiero que sean las nuevas piedras?
¿Qué cualidades de vibración atraeré hacia mí mismo
y
que por consiguiente crearán mis mañanas?
Cada vez que reaccionas a lo que crees
que está afuera de ti mismo —puedes estar absolutamente seguro de esto— es que has elegido recoger a esa antigua piedra que
dice: “Soy una víctima del mundo que veo.
Lo que experimento es causado por fuerzas que están afuera de mí. La culpa
realmente la tiene mi madre, mi hermano, mi padre, mi pareja, mi hijo. La culpa
realmente la tiene el gobierno, el planeta, la calidad del aire. La culpa
realmente la tiene una fuente que está afuera de mí, y no tengo ninguna otra
opción que, reaccionar a ella”
Ante lo cual yo solo puedo decirte:
¿Prefieres tener la razón o ser feliz?
De hecho amado amigo, reflexiona muy
bien la esencia del mensaje de esta lección. Porque sobre esto, vamos a empezar
a construir a medida que avancemos hacia el final de El Camino del Corazón. Esto no es otra cosa que el fundamento desde
el cual aquellos que estén dispuestos puedan brotar emergiendo así hacia arriba,
hacia una dimensión más grandiosa, hacia una experiencia más grandiosa de vivir
como un deliberado co-creador con Dios.
Pero todo esto comienza con la imperiosa
necesidad de que te hagas responsable de apropiarte
de la Verdad del mensaje de esta lección. Porque sin esto, no puede haber
ningún cambio en tu consciencia y, por lo tanto, en lo que vas a experimentar
en tus mañanas. Así que si hay algo en el presente que te hace temblar de miedo,
solo piensa en lo que te espera si tú una vez más te niegas a elegir esta
responsabilidad y el poder que viene con ella.
Amado y santo amigo, recuerda que yo no
vine a traer paz al mundo[4],
sino a estremecerlo de tal manera que esos seres que componen el mundo puedan
descubrir dónde se esconde la verdadera paz —dentro de ellos mismos. Y dónde permanece el cielo —dentro de ellos mismos. Y dónde vive
Cristo —dentro de ellos mismos.
Que la paz, sea contigo siempre. Amén.
[1]
Juan 14:12, “En verdad, en
verdad os digo: el que cree en mí, las obras que yo hago, él las hará también;
y aún mayores que éstas hará, porque yo voy al Padre”. (N. del T.)
[2]
Génesis 2:17 “pero del
árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que de él
comas, ciertamente morirás”.
[3]
Jon Marc es el verdadero
nombre de Jayem quien es el canal a través del cual Jeshua ha canalizado “El Camino del Corazón”.
[4]
Mateo 10:34 “No penséis que vine a traer paz a la tierra; no vine a traer paz,
sino espada” (N. del T.)
Nota del traductor
La Fundación Shanti Christo acaba de poner a disposición la traducción al español de esta exquisita obra espiritual.
Te recomiendo que adquieras los libros de "El Camino de la Maestría", en la página web: www.shantichristo.com/
Esta traducción no oficial fue realizada por Oscar Ruiz,
El Camino de la Maestría
se compone de tres libros:
1er Libro "El Camino del Corazón"
de la Lección 1 a la 12
2do Libro "El Camino de la Transformación"
de la Lección 13 a la 24
3er Libro "El Camino del Conocimiento"
de la Lección 25 a la 35
Recomendaciones:
- Cada libro debe estudiarse durante un año, y cada lección durante un mes, al final de los 3 años de estudio habrás alcanzado la Maestría.
- Compra un diario y un bolígrafo que solo debes utilizar en El Camino de la Maestría.
- Coloca sobre la portada de tu diario una imagen que represente para ti, tu idea más elevada del Amor.
- Anota todas tus experiencias, todo lo que sientas, guarda el diario y el bolígrafo en un lugar donde no colocarás nada más, ese será tu lugar sagrado.
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