LECCIÓN
3
EL PODER DEL PERDÓN
Ahora comenzamos.
Te saludo a ti, mi amado y santo amigo.
Si busco entre los idiomas del mundo, no puedo encontrar las palabras que
puedan comunicarte el Amor que siento por ti. No puedo encontrar las palabras
que puedan comunicarte el Amor que Dios tiene por todos nosotros. Si busco
entre los idiomas del mundo, no puedo encontrar un concepto, una palabra, una
idea, una filosofía o un dogma que pueda contener en verdad el Misterio que
está más cerca de ti que tu propia respiración y que está esperando a que lo
descubras.
Si busco a través de toda la Creación,
si busco a través de las muchas mansiones que existen dentro de los dominios de
la Creación de mi Padre —y la Creación es infinita— por mucho que lo intente,
no puedo descubrir nada que pueda verdaderamente describirte a ti. No puedo encontrar nada que sea de
un mayor valor que tú. En verdad, no puedo descubrir nada que pueda hablar más
elocuentemente del Amor que Dios es que tu
misma existencia. Por lo tanto, en verdad, te contemplo constantemente, y
me maravillo ante el Esplendor Radiante del Amor de mi Padre. Es a través de ti que yo he llegado a descubrir todo lo
que Dios es.
Cuando caminé en este plano sobre la
tierra como un hombre, comencé a darme cuenta que el mayor regalo que jamás podría
recibir vendría a mí, solo cuando eligiera rendir
cada percepción que yo pudiera evocar acerca de ti, de mi hermano o de mi
hermana, que pudiera poner un velo
sobre la Verdad que es verdad siempre acerca de ti.
Cuando tenía nueve años de edad, comencé
a despertar exactamente como te lo estoy describiendo. Cuando mi padre (José)
me llevó a sentarme ante los ancianos mientras él me leía la Torá, algo empezó
a impulsarme adentro de mí. Algo comenzó hablarme a mí, y comencé a darme
cuenta que en el fondo de todas las percepciones que yo pudiera crear de los
demás, había algo Radiante y Resplandeciente esperando por ser descubierto[1].
Comencé a sentirme muy diferente de mis
compañeros. Empecé a preocuparme por las cosas internas. Cuando escuchaba hablar
a los ancianos, a menudo me sentía como si estuviera flotando lejos de donde
ellos estaban. Imágenes vinieron a mí, pensamientos vinieron a mí, y sentimientos
vinieron a mí que yo no podía entender, que yo no podía asimilar adentro de mi
ser.
Pero algo comenzó a impulsarme. ¿Cómo
podría descubrir como ver solamente a
ese Brillante Resplandor? ¿Sería posible para mí ver a mis hermanos y hermanas
como mi Padre ve a Sus Hijos? Descubrí que la manera de ver con los Ojos de
Cristo comienza con la aceptación de que yo,
como un creador —creado a imagen y semejanza de Dios[2]—
literalmente elijo cada experiencia y la atraigo hacia mí mismo, así es como yo he creado los velos a través de los
cuales veo a la Creación.
Comencé poco a poco a cambiar mis puntos
de vista. Incluso comencé a ser visto como alguien que se estaba revelando en
contra de las enseñanzas de mis ancianos maestros Esenios. Porque comencé a
alejarme del esfuerzo por alcanzar a
Dios, del esfuerzo por la perfección, y comencé a cultivar adentro de mí mismo
el proceso de permitir (de aceptar).
Descubrí que si observaba a mis
percepciones, a mis sentimientos, a mis comportamientos exactamente cómo eran
sin ensombrecerlos con mis propias interpretaciones —si podía enseñarme a mí
mismo a abrazar [a aceptar] las cosas con inocencia— los velos comenzaban a
disolverse de mi mente.
Porque cuando tenía nueve años de edad,
ya había aprendido a tener miedo de
pensar, de hablar o de actuar de una manera que no estuviera en conformidad con
la sabiduría prevaleciente en ese tiempo —incluso dentro de la comunidad
Esenia, que ya se había vuelto más bien rígida. Ya había mucho dogma. Y el dogma
siempre lleva a discutir por nada.
Comencé a descubrir que si contemplaba a
todas las cosas con inocencia, una Luz comenzaba brillar a través de las cosas que estaba contemplando. Y entre más
descansaba en esa inocencia, la Luz brillaba más.
A medida que fui creciendo en edad,
descubrí que los viejos maestros que hablaban de la necesidad de “Perdonar
hasta setenta veces siete”[3]
sabían de algo muy profundo que se había perdido incluso dentro de las tradiciones
Judías y Esenias de mi época.
Porque perdonar significa “elegir
liberar a los demás de las percepciones que has proyectado sobre ellos”. Es,
por lo tanto, un acto de perdonarse uno a
sí mismo sus propias proyecciones. A medida que comienzas a perdonar
—incluso hasta setenta veces siete— cada vez que perdonas, te llevas a ti mismo
cada vez más profundo hacia adentro en la purificación de tu propia consciencia.
Comienzas a ver cuán profundo has
estado coloreando y, por consiguiente, como has estado afectando a todas tus
relaciones, por medio del simple acto de no estar consciente del poder de la
proyección.
Por lo tanto, aprendí —y lo aprendí muy
bien— que perdonar es la llave esencial
para sanar. Lo opuesto del perdón es el juicio, y el juicio siempre crea
separación y culpa. El juicio evocará una sensación de culpa en aquél que ha sido
juzgado, a menos, por su puesto, de que esté perfectamente despierto.
Pero más que eso, cada vez que juzgas a algo
o a alguien, has literalmente evocado la culpa adentro de ti mismo. Porque hay un lugar adentro de ti, que todavía, reconoce
la perfecta pureza de tu hermano y de tu hermana, y que ve muy claramente que todas las cosas dentro del ámbito humano o
bien son la extensión del Amor o bien un pedido a gritos de ayuda y de sanación.
Cuando juzgas, amado amigo, te has
salido fuera de alineación con lo que
es Verdad. Has decretado que los inocentes no son inocentes. ¡Y si tú juzgas
que alguien no es inocente, ya habrás declarado que eso es verdad con respecto
a ti! Por lo tanto, la práctica del perdón, cultivará en ti la cualidad de
consciencia en la que finalmente llegarás a perdonarte
a ti mismo. Ya que de hecho son los perdonados los que recuerdan a su Dios.[4]
Queremos compartir contigo amado amigo el poder del perdón. Como cultivarlo,
como refinarlo, para que llegues a comprender la profundidad del perdón que te
podría ser revelada cuando perdonas hasta setenta veces siete y también como llegar
a sacar a relucir de adentro de ti aquello que todavía no ha sido perdonado,
sino quizás olvidado. En esta lección, también hablaremos de que es la percepción y de que es la proyección.
Amado amigo, estas cosas son de suma importancia
crítica. Porque cualquiera que entre en
los así llamados “caminos espirituales” debe eventualmente afrontar y ocuparse
de su profunda necesidad de perdonar, que es una expresión del deseo profundo
del alma de ser perdonada. Porque no hay nadie que camine en este plano que no
haya sido tocado por el veneno del juicio.
Amado amigo, mientras hablamos de estas
cosas, no dejes que la seriedad se adentre en tu mente. Porque en verdad, todo
lo que estamos haciendo es describirte lo que necesitas hacer —y puedes hacer—
para liberarte de la carga pesada de la ilusión que parece causarte como que sintieras
una pesadez en tu semblante y como si sintieras que no estás seguro en el
mundo. Podrías pensar que esto es como si agarraras tu reostato y lo subieras
un poquito al iluminarte (al aligerarte) —quitándote la carga de culpa y de
juicio.
Por lo tanto, en verdad, comprende bien
que el perdón es esencial. Lo que no
perdones en los demás, no te será perdonado a ti. Pero no por un Dios que está sentado
afuera de ti, porque Él nunca juzga. Lo que no has perdonado en los demás o en
el mundo es un reflejo de lo que llevas adentro de ti como una carga que no
puedes perdonarte a ti mismo.[5]
Hay un dicho interesante en tu mundo: “lo que juzgas en otro está en ti”[6]. ¿Tú
crees que tú serías capaz de juzgar a otro si no hubiera algo adentro de ti que
provoca que se active adentro la creencia de que sabes exactamente lo que el otro
se trae entre manos? Y que es por eso que los juzgas. A veces juzgas con
severidad porque le tienes miedo a
esa energía en ti mismo. O te recuerda lo dañino que has sido cuando has
actuado desde esa energía.
Pero cuando te hayas perdonado a ti
mismo, ten por seguro, que vas a saber lo que significa caminar en este mundo pero sin ser de este mundo[7].
Vas a ser capaz de sentir la energía o las actividades que cualquier otra alma
libremente pueda elegir. Discernirás esa energía, comprenderás esa energía, y
verás a través de ella sin dejar de ver la Faz de Cristo delante de ti.
No reaccionarás, que literalmente
significa “actuar otra vez, como lo hiciste en el pasado”. En vez de eso,
incluso si estas siendo perseguido (o para hablar de una experiencia personal, si
estás siendo clavado en una cruz), habrás cultivado la habilidad de amar. Y en
todas las situaciones, sin importar lo que los demás estén haciendo, tu primera
respuesta será entrar dentro de la silenciosa quietud interna y meramente
preguntarle al Espíritu Santo:
¿Qué
quieres que diga?
¿Qué
es lo más apropiado para esta otra alma en este momento?
Porque cuando el perdón ha purificado a
la mente, al corazón y al campo emocional de tu propio ser, descubrirás que tú existes
solo para extender el Amor.
Tú eres el Salvador del mundo. En cada
situación, tu papel es preguntarle al Espíritu Santo como puedes servir a la
expiación, a la corrección, a la curación que necesita todavía ser adquirida
dentro de otra alma. Incluso si alguien te odia, no responderás a la defensiva,
sino con curiosidad, con inocencia, atestiguando con inocencia. Incluso si tus
manos están siendo atravesadas por clavos, te digo verdaderamente que aun así es
posible entrar en el silencioso santuario del corazón para preguntarle al
Espíritu Santo:
¿Qué
quieres que diga o haga que pueda servir a la sanación
del
corazón de mi hermano o hermana?
Todo lo que estaremos compartiendo
contigo, no solo en esta lección, sino en este curso, tiene como su meta final
tu completa Consciencia Crística y el
cumplimiento pleno de lo que tu propia alma desea — el perdón.
EL
PERDÓN, EL PUENTE HACIA EL ALMA DE TU HERMANO Y HERMANA
No hay nada de lo que puedas ser consciente
en la energía de otro que no hayas conocido en ti mismo primero. No hay nada
que otro pueda decir o hacer, o incluso que imagine que es capaz de decir o de
hacer que no lo hayas conocido tú también. Otra vez, lo que juzgas en otro está
en ti. Cuando percibes que otro expresa hostilidad o miedo, la única manera en que
puedas reconocerlo es porque tú has
estado ahí.[8]
El mismo hecho de que en tu mundo alguien
puede asesinar el cuerpo de otro y que tú puedas reaccionar con el conocimiento
de que eso es un comportamiento inapropiado, esto es debido a que como alma, tú
conoces las energías involucradas en el intento de asesinar a otro. Si eres
honesto contigo mismo, probablemente pudiera salir a la luz que, el año pasado en
al menos cincuenta veces entraron a tu mente pensamientos asesinos. Puede que
ni siquiera te hayas detenido a pensar en ellos durante más de una fracción de
segundo, pero la energía ha entrado adentro del campo de tu consciencia, y la
has conocido y reconocido.
¿Quién entonces es menos que tú? ¿Quién
entonces es digno de tu juicio? Nadie. ¿Quién entonces es igual que tú? Todos.
¿Y quién entonces es digno de tu amor? Todos.
El perdón es el puente que te conecta
con el alma —la esencia— de tu hermano o hermana. El perdón es ese puente que
cuando lo cultivas te permitirá ver claramente, no solo las energías que los
demás estén expresando, sino que literalmente serás capaz de ver que
acontecimientos parecieron cultivar en esa alma la creencia de que debía actuar
de esa manera para sobrevivir, para vivir —que son aquellas percepciones que la
llevó a sentirse justificada en sus comportamientos inapropiados. Lo verás tan
claramente como si alguien hubiera pintado un cuadro delante de ti.
Entonces verás y sabrás hábilmente que
decir y que hacer para gentilmente ayudar a los demás a corregir las
percepciones erróneas de sí mismos y aprendan el camino del auto-perdón. Y
cuando esa hora llegue, ten por seguro, que caminarás sobre este mundo, pero
sin ser de él. Llegarás a ser y te convertirás en lo que yo me convertí. Serás
el Salvador del mundo.
EL
VELO DE LA PROYECCIÓN
¿Qué es la proyección? La proyección tiene lugar cuando primero niegas algo adentro
de ti mismo. La proyección es un acto en el que psíquicamente tratas de arrojar
fuera de tu propiedad todo lo que has juzgado que es despreciable o indigno de
ti —algo que no deseas. Por consiguiente lo proyectarás. Lo echarás afuera, lo
expulsarás y aterrizará sobre quienquiera que resulte estar cerca. La
proyección es el efecto de la
negación del primer axioma que te hemos dado. Es la negación de la Verdad que
dice:
Nada
de lo que experimentas ha sido causado por algo fuera de ti.
La proyección es el intento de insistir que la realidad es distinta a
como Dios la hizo. Que tú no eres poderoso, que eres una víctima de las
circunstancias, que estás en un mundo que puede realmente hacerte cosas a ti y
que causa que tomes decisiones que de otra forma no hubieras tomado. Eso es
siempre negación. Y es una mentira.
Nuevamente, la proyección es la negación
del primer axioma de la Verdad, y la has dominado muy bien con maestría. Cuando
proyectas sobre otro, entonces creerás que tu ira y tu odio están justificados.
Hay mucho de eso en el sistema legal, de
hecho el sistema legal meramente significa que se toma el acto de la proyección
y la necesidad de juzgar y se las hace aceptables socialmente, de forma que no tengas
que ocuparte de atender a tu hermano o a tu hermana quienes han estado clamando
por tu ayuda. En vez de eso, justificas el castigo, no obstante que el castigo
es solo el demente intento de convencer al que castiga que la oscuridad, la
maldad —como sea que quieras llamarlo— no está en él mismo, sino que está allí afuera.
Imagina entonces, a una sociedad en la
cual la visión legal prevaleciente fuera simplemente que tu hermano o tu
hermana son un aspecto de ti mismo. Y que si vas ayudarte a ti mismo, debes
ayudarlos a ellos —y que cada petición de ayuda y de sanación encuentre perdón,
amor y apoyo. Puedes imaginar, por un momento, ¿cómo sería vivir en una
sociedad así? ¿Cuán diferente sería del mundo que ves?
Si te gustaría que las cosas fueran
diferentes, debes comenzar contigo.
Porque la manera de sanar al mundo no es buscar cambiar lo que está afuera, sino primero cambiar lo que está
adentro. Cuando ese cambio haya ocurrido, te convertirás en un conducto para esa
energía que sabe cómo usar tus dones, y ubicarte exactamente en las situaciones
correctas. Y un gran Poder trabajará efectivamente a través de ti —el único Poder
que sabe cómo sanar tu mundo.
Hay muchos a los que les gusta marchar
por la paz pero atacan con ira a aquellos que hacen la guerra. Pero si quieres
crear la paz en el mundo, debes estar en paz adentro de ti mismo.
La proyección es el acto de tratar de
deshacerte de aquello que ya no quieres que sea tuyo adentro de ti. Es el efecto de negar a la Verdad. La
proyección colorea a tu hermano o hermana con las mismas energías con las que
te juzgarías a ti mismo. ¿Cómo podrías romper el patrón de la proyección? ¿Cómo
podrías permitir que se construya el puente del perdón? Es realmente algo muy
simple, pero requerirá de tu compromiso.
DESPERTAR
REQUIERE VIGILANCIA Y DISCIPLINA
Te he dicho muchas veces que el mundo
que ves no es nada más que el efecto de los pensamientos que has mantenido adentro
de la mente. Por lo tanto, despertar requiere el actuar con vigilancia y disciplina. La disciplina de cultivar una manera de vivir en la
cual observas a tus propios pensamientos, en la cual escuchas a las palabras que están saliendo de tu
boca, en la cual observas a los sentimientos que están siendo evocados dentro
del cuerpo, a la reactividad que parece que se adueña de ti, y ver a todas esas
cosas como algo inocente y auto-causados.
La próxima vez que el mundo te refleje
algo a ti que te cause ira o que te induzca a juzgar, detente exactamente donde
te encuentres y observa, no con el criterio de tu juicio, sino con inocencia y
honestidad:
Oh, veo que estoy juzgando a alguien. Eso tan solo es
una nube interesante que está pasando
a través del cielo de mi consciencia. Me pregunto si
yo sería capaz de hacer otra elección.
Ahora bien la mente te dirá: “Pero esta persona acaba de entrar a la
fuerza en mi casa y se robó mi equipo de sonido estéreo. ¡Por supuesto, que tengo razones
para juzgarlo! Tengo razón de sentir ira”.
Pero te digo, la ira nunca está
justificada. Eso no significa que no vas a experimentarla. Pero deja de
engañarte a ti mismo creyendo que hay algo de valor en ella. Cuando alguien
acaba de entrar a la fuerza a tu casa y se ha llevado tu equipo de sonido estéreo
(o cualquier otro ídolo que ames…hmm), ¿Por qué mejor no comprendes que tuviste
el poder en ese momento de recordar que todos los acontecimientos son neutros?
Ellos meramente te proveen de las oportunidades de elegir el Amor.
¿Qué pasa si literalmente elijes la
manera “demente”, según el mundo, de contemplar a aquél que acaba de cometer
ese acto como a un hermano o hermana que está clamando por ayuda y curación? ¿Qué
pasa si eliges mirarlos como seres que no saben cómo vivir en este mundo sin ser del
mundo, que desconocen la manera de auto-perdonarse, que desconocen la Verdad de
la Luz que vive adentro de ellos, y que no reconocen el gran poder que tienen
de crear lo que ellos quieran de una forma que sea inofensiva para los demás?
¿Qué pasa si elijes contemplarlos con compasión en vez de reaccionar?
Esto comienza de forma simple. Y para
establecer las condiciones. Quiero recordarte que el tiempo se te ha dado para
que lo uses de manera constructiva.
Esto quiere decir que cuando te levantes en la mañana, te des cuenta de que
estás en una escuela. No tienes que conducir hacia ninguna parte; ¡ya estás
allí!
El Universo literalmente te está ayudando
al asistirte en el proceso de tener las experiencias que te traerán las cosas
para que elijas verlas de forma diferente; y que por consiguiente, descubras el
gran poder adentro de ti —la libertad adentro de ti de elegir lo que desees percibir y de inducir solo
lo que desees sentir. Aun incluso si unos clavos te están atravesando las
manos, finalmente tú eres liberado en el poder de elegir el Amor, y por lo
tanto, de vencer a este mundo.
Habiendo dicho esto, comprende que cada
uno de tus días es una bendición y un regalo, si los utilizas desde el compromiso total de despertar. Tu día está
repleto de un millón de oportunidades que te llevarán a descubrir más
profundamente la Verdad. Por lo tanto, nunca sientas que el propósito de tu
vida debe ser otro distinto de aquél en el que estás involucrado. Recuerda lo
que hablamos antes:
Estás
creando literalmente todo lo que elijas
y
nada te es impuesto a la fuerza.
Ahora bien vamos a llevar ese
pensamiento solo un poquito más profundo por un momento. Esto literalmente
significa que si has decidido que quieres despertar, que ya has atraído hacia
ti mismo a cada experiencia que en verdad puede servirte mejor en tu despertar.
Los amigos, los familiares y las personas con las que te has relacionado son con
quienes mejor puedes en verdad ganar en experiencias que son suscitadas a
través de la relación contigo. Esto significa que justo aquí y justo ahora ya
estás demostrando el poder que estás buscando —el poder de verdaderamente
elegir despertar, y de ordenarle a la totalidad de la Creación de servirte en
ese despertar.
Por lo tanto, cuando te despiertes cada
mañana, mira a tu alrededor. ¿Quién es esa persona que está durmiendo al lado
tuyo? Es tu compañía perfecta. Es el mensajero de Dios. Porque justo detrás de
tu experiencia, hay algo mucho más profundo que está ocurriendo. Porque tu
mente que está descansando a la derecha de Dios, desde la primera vez cuando dijiste
como alma: “Quiero despertar, quiero ir a
casa”, el Padre respondió a tu oración y comenzó a enviarte este
pensamiento a través de tu Espíritu y a través de tu alma a la consciencia de
tu mente:
Yo
sé cómo dirigirte a casa.
Renuncia
a esta profesión y comienza esta otra.
Múdate
desde esta localidad a esa localidad.
Comienzas a sentir toda clase de
impulsos. Comienzas a leer diferentes libros. Comienzas a hacer diferentes
cosas. Conoces a alguien y te enamoras. ¿Todo por accidente? ¡Difícilmente!
El mismo pensamiento que tú tratarías de
reivindicar como propio mediante el cual has creado el mundo de tu propia
experiencia personal también es, literalmente, el resultado de tu oración por
despertar. El Padre está creando —te está ayudando a crear— justamente esas
experiencias como los pasos fundamentales, las piedras angulares que te llevarán
desde donde te encuentras hasta donde está Dios.
El resultado es que tu ordinaria vida
diaria es el más perfecto áshram en el que jamás pudieras estar. Es la Ciudad Santa
hacia la cual es sabio hacer una peregrinación
cada día, lo cual significa traer consciencia y compromiso a lo que exactamente
estás experimentando. De estar agradecido por ello, de bendecirlo, de
abrazarlo, de aceptarlo, de estar vigilante y atento:
¿Qué
está enseñándome este momento?
Habiéndote dado esto como base y
conocimiento fundamental, recuerda que no experimentas para nada lo que llamas
un “momento ordinario”. En cada momento, están ocurriendo cosas extraordinarias. Están ocurriendo cosas
extraordinarias puesto que la totalidad del Universo está conspirando, que significa “respirar juntos”. El Universo está
conspirando contigo para despertarte y sanarte. ¡Confía en él! ¡Ámalo!
Que estas cosas sean verdad —y te
aseguro que lo son— significa que tu vida,
la misma vida que estás viviendo, es igual
en poder, majestuosidad y efectividad que la de cualquier vida que jamás se
haya vivido. Esto significa que tu propia
vida es igual a la que yo viví. Porque te está trayendo a casa, como mi
vida fue mi camino de regreso al hogar a Dios.
Para aprovechar lo que he compartido
anteriormente, el tercer axioma o principio podría ser encapsulado de esta
manera:
No
vivo ningún momento ordinario.
Con
cada respiración, mis experiencias son las piedras angulares
establecidas
ante mí por Dios para guiarme a casa.
Traeré
consciencia a cada momento
y
le permitiré que me enseñe cómo perdonar,
cómo
abrazar, cómo aceptar, cómo amar y por consiguiente cómo vivir plenamente.
En tus momentos ordinarios, unas mil
veces al día, ¡serás confrontado con muchas oportunidades de ser perturbado! [risas]
¡Hmm! Y en ese mismo momento, es que tú estás siendo bendecido con la
oportunidad de elegir paz, para que recuerdes cultivar percibir a tu hermano o a
tu hermana con una percepción que nazca de la Mente de Cristo, no de la mente
egoica.
El perdón, entonces, puede ser
practicado diligentemente. Y no necesitarás ir muy lejos. No necesitarás hacer
una peregrinación a alguna ciudad lejana. No necesitarás ir a sentarte en una
cueva en algún lugar de las montañas para descubrir el camino a Dios. Está todo
alrededor de ti, porque tú solo puedes estar donde has decretado estar. Has
decretado estar ahí porque tú, como alma, verdaderamente quieres nada más que
despertar. Tu vida, justo como se está desarrollando momento-a-momento, está
destinada para ti.
Si esto es verdad, y yo te aseguro que
lo es, el camino a Dios solo lo puedes encontrar en tu disposición o en tu voluntad
de abrazar y vivir completamente la propia
vida que está dentro de ti y que está desarrollándose a través de ti en cada
momento. Para vivir sin miedo, para seguir adelante, para de hecho confiar y
abrazar el propio poder y la majestuosidad que es la semilla, la sal y la tierra[9]
desde la cual se está desarrollando la experiencia de tu vida. ¡Esto es
precioso! ¡Esto es extraordinario! ¡Esto es bendito! ¡Y te es dado a ti por
Dios!
¿No abrazarías la bendición y
santificación de tu vida para mantenerla santa y reconocer, de hecho, que tu
vida es digna de tu respeto? No importa lo que los demás piensen. Lo que
importa es lo que tú pienses.
Amado amigo, ¡tu vida —tu vida— es tu camino a casa! Si tú no
vives tu vida plenamente, ¿cómo vas a llegar a casa? Por consiguiente, no le
temas a tu grandeza. No le temas al poder que viene de abrazar tu vida y de
reclamar su valor. ¡Vívela completamente con cada pedacito de pasión que consigas!
¡Abraza cada segundo de ella! Cada momento que dediques a lavar tu plato y tu
taza después del desayuno, contempla a todas esas cosas y di:
¡Mi Dios! ¡Esta es mi vida!
¡Este es mi camino de regreso a casa!
¡Y voy a vivirla!
Precioso amigo, en este camino tú vas a llegar
a perdonarte a ti mismo de los juicios que hayas hecho. ¿Por qué quién de entre
ustedes no ha conocido este sentimiento: “Dios,
mi vida en verdad no vale mucho. Nunca seré como el fulanito de tal ese que anda
por las calles. Nunca tendré suficiente dinero. No seré famoso, no voy a ser
conocido por muchas personas. Cuándo lograré conseguir que mi trabajo sea tan importante
como el de esa persona?”. ¡Y así sucesivamente!
Pero te digo, cada vez que te has
juzgado a ti mismo, te has debilitado
a ti mismo. Cada vez que te has juzgado a ti mismo o a otro, has caído montaña abajo
hacia un desfiladero, cuando tu deseo es estar en la cumbre.
CÓMO
SANA EL PERDÓN
Para comprender estas cosas, miremos más
de cerca el perdón. ¿Cómo funciona? ¿Qué ocurre realmente cuando perdonas?
Tú
eres un conducto de energía. En la medida en que el conducto se encuentre en
perfecto estado de funcionamiento, la energía puede fluir tan radiante que el
conducto en realidad se vuelve transparente.
Es decir, que ya no está bloqueado. No hay ninguna barrera o límite a la Luz.
Cuando juzgas, es como si te contrajeras
e hicieras más pequeñas las paredes del conducto, como si se acumulara
herrumbre en las tuberías. Y el flujo va disminuyendo y se hace cada vez menos.
Cuando perdonas los juicios, es como si la
herrumbre en las tuberías se disolviera. Es como si las paredes de los tubos que
están transportando el líquido de Amor de Dios comenzaran a expandirse y se
volvieran más y más delgadas y más transparentes.
El juicio es contracción.
El perdón es expansión, paz, confianza y
fe.
El perdón le permite a la espaciosidad
dentro de ti crecer. Porque cuando observas al ladrón que ha entrado a la
fuerza dentro de tu casa y le dices: “Te
perdono”, estás decretando lo opuesto
de lo que has aprendido. Estás decretando que no te pueden quitar nada de
valor. Estás decretando que el juicio es lo opuesto de lo que desea, y que el
juicio causaría que sientas lo opuesto de como desea sentir. Estás decretando
tu poder de percibir de forma diferente. Estás, por consiguiente, curándote a ti mismo.
Si alguna vez quieres volver a casa, vas
a tener que ser muy, pero muy divinamente egoísta. Vas a tener que ser tan
egoísta que no vas a tolerar el juicio en
ti mismo —de nada ni de nadie. Porque vas a empezar a reconocer que cada
uno de esos actos te catapultan al otro lado del universo de donde deseas
estar.
El juicio causa que la propia estructura
celular se descomponga. Si pudieras ver esto, nunca juzgarías de nuevo. Cuando
juzgas, incluso las células de tu cuerpo enloquecen. Vibran de una manera
completamente disonante. Hay contracción. Los fluidos no se mueven a través de
las células. Los nutrientes no llegan a ser transportados o entregados a las
células. El material de desecho no se procesa correctamente. Todo se obstruye,
y hay enfermedad. Por lo tanto, amado amigo, comprende muy bien que el juicio
no es algo que debas tomar a la ligera. ¿Deberías, entonces, juzgarte a ti
mismo, si notas que has estado juzgando? No. Eso es un juicio en sí mismo. Solo
el Amor puede curar. Por lo tanto, cuando te das cuenta que has juzgado,
simplemente di:
¡Ah,
sí! Es esa energía.
Reconozco
a esa nube que acaba de pasar a través del campo de mi consciencia.
Pero
puedo elegir de nuevo.
¿Así que cómo funciona esto? Si en tu
“ordinaria” vida diaria —que sabemos que no es ordinaria en lo absoluto.
Detectas que has estado juzgando a alguien o a algo, reconoce que todavía el
juicio sigue contigo. Es algo presente, incluso aunque podrías haberlo
promulgado hace cinco minutos, o hace cincuenta y cinco años o hace diez vidas
atrás. Cuando lo notas o cuando te haces consciente de él, lo has hecho una
cosa muy presente. Así que está justo allí en frente de ti para ser deshecho. Y
esto es en lo que necesitas enfocarte:
Voy
a elegir de nuevo.
¿Has tenido la experiencia de mirar
atrás en tu vida, y de repente recordar una escena en la cual ahora sabes que actuaste egoístamente
desde el ego, ya que fuiste manipulador, astuto o hiriente? O reconoces: “Dios mío, realmente estaba juzgando a esa
persona. Oh, si solo pudiera regresar y deshacerlo”. ¿Has tenido ese
sentimiento?
Te digo que, si puedes, porque todo está presente.
No existe tal cosa como el pasado o el futuro, solo existe el ahora. Así que cuando tienes ese pensamiento o ese
recuerdo, viene a ti por una razón
específica. Porque tú como un alma, estás aprendiendo acerca del perdón y
como deshacer los efectos de tus elecciones previas. Y es por eso se te
presentan, todavía otra vez, para que hagas una nueva elección.
Cuando ese viejo recuerdo venga, quédate
con él. Obsérvalo. Reconoce como el juicio funcionó en ese tiempo. Y luego dile
a la persona o al evento:
No
te juzgo.
Me
extiendo perdón a mí mismo por lo que he creado.
Te
abrazo, y te amo. Te libero para que seas tú mismo.
Te
bendigo con la bendición de Cristo.
Entonces observa como esa imagen o
memoria comienza suavemente a disolverse en la Luz, hasta que no queda rastro
de ella. Y con eso ha sido hecho.
Inmediatamente la mente dice: “Pero cuando le di una patada a ese muchachito
en las canillas cuando tenía cuatro años solo para verlo gritar… él ya no está
aquí”. ¿Él no está aquí? El
cuerpo no está aquí, pero el cuerpo no es el alma.
Todas las mentes están unidas. Esto significa que donde
extiendas perdón dentro de la consciencia, dentro de tu campo emocional a otros
—independientemente de que ellos estén físicamente presentes o no— les estarías extendiendo exactamente a ellos
lo que les extenderías como si estuvieran presentes físicamente delante de ti.
Incluso si lo estuvieran, ellos todavía
tendrían que recibirlo, ¿no lo recibirían? Ellos todavía tendrían que tomar su decisión—de bien sea de aceptar tu
perdón o bien sea que se queden con tu juicio.
Y eso es asunto de ellos, no tuyo.
Comprende que, estás tratando con la consciencia. Tú no eres un ser físico,
eres Espíritu. Y estás íntimamente conectado con todas las mentes y en todos
los tiempos. Por consiguiente, perdonar a otro puede ocurrir en cualquier
momento en el que decidas que puede ocurrir. Cualquier persona de la que creas
que alguna vez te haya ofendido puede ser perdonada por ti en este mismo
momento. En cualquier momento en el que hayas juzgado a alguien y, por
consiguiente, en el que te hayas juzgado a ti mismo, puedes deshacer eso en
este preciso momento, simplemente al
hacer una elección diferente.
LA
REACTIVIDAD INDICA LA NECESIDAD DE AUTO-PERDÓN
Puedes estar seguro, que continuarás
proyectando sobre las demás personas lo que permanezca sin sanar y sin perdonar
adentro de ti mismo. Cada vez que reaccionas ante otra persona, estás dando una
señal de que hay una especie de energía que se ha presentado a tu consciencia
que no has perdonado adentro de ti mismo. Si alguien hace una crítica y te saca
de tus casillas cada vez que esa persona se pone a criticar, puedes estar
seguro que, no has sanado esa parte de tu propio ser —esa parte de tu propia
experiencia cuando tú has criticado a los demás.
Ya sea que se esté produciendo ahora, o
si parece ser que es un patrón que has logrado interrumpir y que actualmente ya
no aplicas más, todavía no te has perdonado
a ti mismo por haberte identificado con esa energía.
Utiliza tus experiencias ordinarias de
cada día para observar lo que te saca de tus casillas. Te daremos una técnica
muy simple para hacer esto. Si permaneces con ello, te revelará la energía que
está necesitando de tu perdón.
La técnica es bastante simple. Mientras andes
atendiendo los asuntos de tu día a día, de tu vida cotidiana, observa cuando te
sientas como si estuvieras contraído. ¿Tienes los músculos del cuerpo tensos?
¿La respiración es poco profunda? ¿Tu voz se acelera o se hace más alta cuando
hablas acerca de cierta energía de alguna otra persona? Esa es una señal de que
necesitas de sanación adentro de ti mismo. Cuando reconoces que aún continúan
ese tipo de señales —en otras palabras, es que la vida se te ha presentado con
la oportunidad de ser perturbado— eso es una señal de que hay algo que requiere
de sanación. Por consiguiente, si te sientes perturbado asúmelo como una
bendición.
EJERCICIO
DE SANACIÓN
Hazte consciente de lo que tú crees que
te está perturbando y recuerda el primer axioma:
Yo
soy la fuente de mi experiencia.
Me
estoy sintiendo perturbado.
¿Qué
hay en mí que requiere ser sanado?
Comienza a respirar profundamente y
rítmicamente. Deja que el cuerpo se afloje y se relaje, y pregúntate:
¿Qué hay en la energía de esta persona que está
realmente causando mi reacción?
Lo verás de inmediato:
“Oh, ellos son tan criticones. La crítica me saca de
mis casillas.”
Luego pregúntate:
¿Cuándo le he hecho esto a otra persona?
¿Dónde he sido crítico con los demás?
Y podrías replicar de inmediato:
“Bueno, he sido crítico porque ellos son críticos.”
Los recuerdos regresarán, recuerdos que
serán desagradables, si los estás juzgando. Déjalos regresar. Continúa
respirando y relajándote. Observa a esa energía de ser crítico. Hónrala. Ámala.
Porque es tu creación. Son tus creaciones regresando a ti, que tú podrías abrazarlas y transformarlas. Solo permanece con ellas. Obsérvala:
“Ah, ser crítico, sí, yo puedo ser crítico. Fui así
en el pasado. Conozco a esa energía muy bien”.
Contempla a la escena en tu memoria en
la que has sido tú el que ha estado
criticando. Contémplala con profunda honestidad y sinceridad, y dite a ti
mismo:
Me perdono por ser crítico.
Me perdono el juicio a mí mismo.
Elijo enseñar solo Amor.
Observa a esa imagen disolverse y
desaparecer de tu mente. Trae a tu consciencia de regreso al momento justo presente
en el que esa persona te sacó de tus casillas. De nuevo, no necesitas decirles
nada en lo absoluto, aunque podrías. Pero dentro de ti mismo, perdónalos porque
ellos permiten que esa energía de ser crítico haga temporalmente un hogar en
sus mentes. Y simplemente pídele al Espíritu Santo que reemplace tu percepción
con la Verdad. Pídele ver la Luz de la inocencia dentro de ellos.
A medida que cultives esto, te volverás
muy, pero muy bueno en esto. Serás capaz de hacerlo tan rápido como el tiempo
que toma chasquear los dedos. Y una vez que empieces a ver la Luz en ellos,
pregúntale al Espíritu Santo:
¿Esta energía de crítica qué está ocultando en
ellos?
¿Qué están ellos realmente pidiendo a gritos?
Entonces sentirás compasión. Porque te será
revelado el por qué están heridos adentro. He aquí que, en vez de ser reactivo
hacia ellos, podrías sentir compasión. Tu elección de las palabras y tu propio
comportamiento podría volverse tan diferente de lo que nunca hubieras jamás
imaginado. Porque a través de ti fluirá exactamente lo que les servirá a ellos.
Cuando yo estaba siendo clavado en la
cruz, había una persona que alzaba el mazo para golpear el clavo. Y cuando alzó
el mazo, sus ojos se encontraron con los míos por solo un momento. Yo hice
exactamente lo que te estaba describiendo. Por aquella época yo era un maestro
haciendo esto, así que lo hice muy rápido. Me pregunte a mí mismo:
“¿Alguna vez le he querido atravesar un clavo a
alguien?”
Y recordé mis pensamientos asesinos. Me
perdoné a mí mismo y regresé mi atención hacia aquél, y pedí solo ver la Luz en
él. Y pregunté:
¿Esta acción qué está reflejándome?
¿Qué está ocultándose adentro de él?
Y vi el alma de aquél, y amé su alma. Y
sentí compasión por él. En ese momento —recalca mis palabras— en ese momento de
cruce de miradas, ¡aquél hombre lo entendió!
Debido a que mí energía era diferente,
esa energía creó el espacio en el cual esa alma pudo hacer un nueva elección. Esa
alma vio repentinamente la totalidad de su experiencia, y se dio cuenta de que
si permitía que ese mazo cayera sobre el clavo, sería su decisión de elegir
continuar siendo nada más que una alfombra para la percepción de las demás
personas. Y en ese instante, esa alma decidió continuar un camino que lo
llevaría a dirigir la soberanía de su maestría, y nunca más fue un peón de
ningún gobierno, grupo, facción o de nadie. Él dejó caer el mazo de sus manos —él
era un soldado Romano— se puso de pie, se alejó y desapareció.
Ese hombre ha llegado a ser un maestro
que es conocido literalmente por miles de seres. Él no está en forma física.
Este hombre visita a muchos, a muchos maestros. Este hombre de hecho encarnó la
perfecta maestría y, por lo tanto, trascendió el mundo. Y todo esto comenzó
como resultado de mí deseo de enseñar
solo Amor. Ahora, tenemos una gran amistad.
Como ves, puede que no sepas cuan
poderoso es tu elección por la sanación. Puede que no veas cuan profundo y
hondo esto te afectará a ti, mientras continuas siendo un creador —y
continuarás por siempre. Posiblemente nunca puedas saber que frutos nacerán de
ese árbol en la vida de otro. Pero debido a que todas las mentes están unidas,
cuando tú eliges sanar a través del
perdón, literalmente creas el espacio en el cual el otro puede también sanar su vida.
No dejes que ningún momento se desperdicie.
No veas nada como algo ordinario. Y no veas a las percepciones que te enseñan a
justificar al mundo que está dentro de ti. Sino que mantente totalmente
comprometido a desenterrar y a sacar de raíz cualquier cosa que no sea como el Amor de Cristo. No pienses que yo
soy el único que puede amar de esta manera —porque no es verdad. Estás aquí
para amar como yo aprendí a amar. ¿Por qué? Porque eres ese Amor. Todo lo demás es solo una cortina de humo.
El perdón es necesario. El perdón es una habilidad y un arte que te pagará
dividendos, sobre dividendos, sobre dividendos. Nunca dejará de pagarte
dividendos. ¡En cada momento en el que eliges perdonar, te has literalmente
ahorrado miles de años de sufrimientos! ¡Guao! Lo afirmo tan literalmente como
uno puede hacerlo. En pocas palabras, cada acto de perdón es un milagro que te
acorta la necesidad de experiencias en esta dimensión.
Cuando te encuentras a ti mismo en una
situación que tú crees que es muy grande, esto es debido a que algo grande
finalmente ha subido a la superficie para ser sanado dentro de ti de manera que
un mayor poder pueda irradiar a través de ti. ¿Por qué? Porque has alcanzado el
punto en el que estás listo para ello. Para que más de Cristo pueda ser vivido.
CULMINANDO
TU DÍA
Es muy, pero muy importante dejar que
cada día le baste su afán[10].
Cuando culmines tu día, siempre en verdad termínalo.
No te tomes cuatro horas de ritual. Puedes hacerlo con una respiración.
Mientras vas tomando una respiración profunda al recostar tu cabeza sobre la
almohada, contempla el día completo, abrázalo, acéptalo en tu consciencia, y mientras
dejas que el aliento vaya saliendo, silenciosamente dite a ti mismo:
Libero
y perdono a este día. Ha sido perfecto. Y está hecho.
Déjalo ir. Déjalo ir. ¿Por qué? Si no lo
dejas ir, lo llevarás contigo. ¿Has tenido esa experiencia? y por tres semanas
vas a estar lamentándote: “Oh, Dios mío, ¿Por
qué tome esa decisión hace tres semanas? Si tan solo hubiera tomado otra
decisión, esto no hubiera pasado, y aquello otro no hubiera pasado”. Eso es
probable que sea verdad. Pero el punto es que ahora tres semanas después, estás
todavía dándote con eso por la cabeza llevando el pasado contigo. Y te estás
perdiendo la gloria del presente. Esto lo has escuchado unas mil veces porque
es verdad.
La consciencia es una cosa sutil y poderosa.
No puedes hacer otra cosa, sino crear.
Recuerda que la meta de este camino es aprender a crear deliberadamente con
maestría. Por lo tanto, contempla a las cosas del día y di:
Es
muy bueno. Y ha culminado.
Cada noche cuando recuestes la cabeza
sobre la almohada y sepas que vas a retirarte a dormir, sé cómo Dios en la
historia Bíblica de la Creación, en la que está escrito que al séptimo día,
Dios descansó[11]. En esencia, Dios había culminado,
dentro de esa historia. Ten esa misma cualidad al final de cada uno de tus
días.
Si estás cargando con alguna especie de
reacción emocional porque alguien dijo o hizo algo, o por algo que tú dijiste o
hiciste, practica el perdón antes de
irte a dormir. Si no lo haces, mantendrás la energía de la experiencia del
conflicto durante tus estados de sueño. Y la comunicación entre tú y el otro,
quien no ha sido perdonado todavía, se seguirá manteniendo hasta que el perdón
esté completo dentro de ti.
Esto es muy importante. El tiempo no debería tomarse frívolamente. Juega
con él, sí, pero juega con él a partir del discernimiento conscientemente, a partir de la claridad,
a partir del reconocimiento de que no
existe un pensamiento inerte. Cada
pensamiento crea un mundo de experiencias para ti. Y tú eres digno de
experimentar el Cielo.
Tendremos mucho más que decir acerca del
perdón a medida que comencemos a sondearlo en profundidad mientras practicas
perdonar hasta setenta veces siete. Esto te llevará cada vez más profundo
dentro del mecanismo de la propia consciencia —que es propiamente el mecanismo
de la creación. Pon el perdón en lo más alto de la lista de las prioridades hasta
que sepas que tú ya estás perfectamente perdonado. Sé, por lo tanto, vigilante
para evitar que niegues lo que todavía necesite del perdón dentro de ti. Porque
lo que niegues, lo proyectarás. Y cada proyección es una herida que te hace
daño a ti mismo. Por supuesto, eso
también le hace daño a los demás, pero principalmente a ti mismo.
¡Así que! dejemos que esto sea
suficiente por ahora. Hay mucho de lo que se ha dicho en esta lección que es
necesario que lo leas nuevamente y nuevamente otra vez hasta que la mente
comience verdaderamente a captar que importante
y cuan poderoso es el perdón. Llegarás
a un punto donde absolutamente te vas a deleitar
cuando vayas a través de tu día expresando el perdón, como una ola que se emite
a sí misma desde el océano de tu consciencia, incluso si el cuerpo no está
haciendo nada. El perdón, en sí mismo, se convierte en una deliciosa energía
para vivirla a lo interno.
Por lo tanto, amado amigo, perdónate a ti mismo muy bien y habrás perdonado a
Cristo. Cuando Cristo es perdonado. Cristo surgirá y se levantará y hará un
hogar en tu corazón, en tu mente e incluso en las células de tu cuerpo. Sabrás
lo que significa caminar en este
mundo pero sin ser de este mundo. Y cuando
te veas en el espejo dirás:
Mira
que ahí apareció el Salvador.
No será la arrogancia egoica la que lo
dirá, sino el reconocimiento de lo que es Verdad siempre:
Yo soy el Hijo de mi Padre y fui enviado a traerle Luz
a este mundo.
Mantente, por lo tanto, en paz. Practica
muy bien el perdón, hasta que sea como respirar. Descubrirás un Poder que tú no
sabías que podría existir, y una libertad cuyo sabor es más dulce que la miel.
Te perdono. No porque te haya juzgado, sino porque conozco la bendición que el perdón
me trae a mí. El perdón fue algo que perfeccioné como hombre. Igualmente perfecciónalo
dentro de ti, y conocerás la gloria de Cristo.
Que la paz sea con ustedes, amados
amigos. Amén.
[1] Lucas 2:46:47, “Y aconteció que
después de tres días le hallaron en el templo, sentado en medio de los
maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Y todos los que le oían
estaban asombrados de su entendimiento y de sus respuestas”. Biblia de las
Américas. (N. del T.)
[2] Génesis 1:26-27, “Y dijo Dios:
Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y ejerza
dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados,
sobre toda la tierra, y sobre todo reptil que se arrastra sobre la tierra. Creó,
pues, Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra
los creó.…” Biblia de las Américas. (N. del T.)
[3] Mateo 18:21 al 22, “Entonces se
le acercó Pedro, y le dijo: Señor, ¿cuántas veces pecará mi hermano contra mí
que yo haya de perdonarlo? ¿Hasta siete veces? Jesús le dijo: No te digo hasta
siete, sino aun hasta setenta veces siete”. Biblia Américas (N. del T.)
[4] Mateo 5:8, “Bienaventurados los
de limpio corazón; porque ellos verán a Dios”. Biblia Reina Valera Gómez. (N.
del T.)
[5] Mateo 7:2-3, “No juzguéis para
que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzguéis, seréis juzgados;
y con la medida con que midáis, se os medirá”. La Biblia de las Américas. (N.
del T.)
[6]
Se tradujo
“It takes one to know one” por “lo que juzgas en otro está en ti”. (N. del T.)
[7]
Juan 17:16
“Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.” Biblia de las
Américas. (N. del T.)
[8]
Mateo 7:3-4 “¿Y por qué
miras la mota que está en el ojo de tu hermano, y no te das cuenta de la viga
que está en tu propio ojo? ¿O cómo puedes decir a tu hermano: ‘Déjame sacarte
la mota del ojo, cuando la viga está en tu ojo?’” Biblia de las Américas. (N.
del T.)
[9]
Mateo 5:13, “Vosotros sois
la sal de la tierra;...” Biblia Reina Valera Gómez. (N. del T.)
[10] Mateo 6:34, “Así que, no os
congojéis por el día de mañana; que el día de mañana traerá su fatiga: basta al
día su afán.” Biblia Reina Valera Gómez
1909. (N. del T.)
[11] Génesis 2:2-3, “Y en el séptimo
día completó Dios la obra que había hecho, y reposó en el día séptimo de toda
la obra que había hecho. Y bendijo Dios el séptimo día y lo santificó, porque
en él reposó de toda la obra que Él había creado y hecho”. (N. del T.)
Nota:
1era revisión, se hicieron algunas pequeñas correcciones a la traducción (el 08/04/2016).
2da revisión, se hicieron algunas pequeñas correcciones a la traducción (el 28/09/2016).
2da revisión, se hicieron algunas pequeñas correcciones a la traducción (el 28/09/2016).
Nota del traductor
La Fundación Shanti Christo acaba de poner a disposición la traducción al español de esta exquisita obra espiritual.
Te recomiendo que adquieras los libros de "El Camino de la Maestría", en la página web: www.shantichristo.com/
Esta traducción no oficial fue realizada por Oscar Ruiz,
El Camino de la Maestría
se compone de tres libros:
1er Libro "El Camino del Corazón"
de la Lección 1 a la 12
2do Libro "El Camino de la Transformación"
de la Lección 13 a la 24
3er Libro "El Camino del Conocimiento"
de la Lección 25 a la 35
Recomendaciones:
- Cada libro debe estudiarse durante un año, y cada lección durante un mes, al final de los 3 años de estudio habrás alcanzado la Maestría.
- Compra un diario y un bolígrafo que solo debes utilizar en El Camino de la Maestría.
- Coloca sobre la portada de tu diario una imagen que represente para ti, tu idea más elevada del Amor.
- Anota todas tus experiencias, todo lo que sientas, guarda el diario y el bolígrafo en un lugar donde no colocarás nada más, ese será tu lugar sagrado.
Gracias!
ResponderEliminarExcelente lección, gracias.
ResponderEliminar