LECCIÓN
4
SIGUIENDO EL HILO DEL DESEO
Ahora,
comenzamos.
Y una vez más, te saludamos, amado y
santo amigo. Una vez más es con gran alegría que venimos a permanecer contigo
de esta manera. Es con gran alegría que yo vengo con unos amigos a permanecer
contigo en esta hora. Es con gran alegría que yo camino contigo por el camino
que has elegido. Porque en verdad, no existe un momento en el que no esté
contigo. No hay un lugar hacia el que puedas viajar donde no descubras mi
presencia.
Solamente la realidad puede ser verdad.
Y la realidad es simple: no hay más que la simplicidad del Amor. Desde ese Océano
ha nacido una multitud de formas, una multitud de mundos, una multitud de
creaciones, de la cual tú eres una. Como olas que se levantan del mar, esas
creaciones permanecen conectadas eternamente a su Creador.
Tú eres una ola que está surgiendo del infinito
Océano de Amor que es la presencia de Dios. Yo soy una ola que se ha levantado
y surgido desde el Océano de la Santa Mente del Padre. Y aunque dos olas
parezcan que se ven separadas por lo que llaman el tiempo —incluso por dos mil
años— cuando es visto desde una perspectiva más amplia, esas olas han surgido
simultáneamente desde la superficie del Océano. Ellas surgen exactamente por el
mismo propósito: expresar la simplicidad, la inocencia, la belleza, la
creatividad, la verdad y la realidad del propio Océano.
Las olas se deleitan en expresar lo que
parece ser una única individualidad. No obstante, que ellas portan el hilo
común de haber sido hechas de la misma sustancia y están verdaderamente
gobernadas por las mismas Leyes de la Creación.
Ellas no conocen el momento de su propio
surgimiento, porque solamente la Profundidad del Océano que no vemos puede
saber el momento cuando elige brotar desde adentro y crea la expresión de la
ola. El poder que no vemos, pero que está escondido en la Profundidad del Océano
surge y forma esa ola, y la sostiene a través de la duración de su expresión.
Es desde la Profundidad de ese Océano que se decide cuando la ola retornará al
mar.
¿Significa esto que desaparece? Solo
desde esa perspectiva. Pero en realidad, la misma sustancia que fue hecha
manifiesta verdaderamente no ha conocido el nacimiento y la muerte, sino
solamente la expresión.
¿Qué pasaría si te consideras a ti mismo como una ola que está surgiendo
desde la Santa Mente de Dios, nacida del deseo infinito de Dios de expandirse a
Sí Mismo, para expresar la infinita
naturaleza del Amor y la creatividad? ¿Qué pasaría si comienzas a darte cuenta
que todo lo que has llamado tú mismo es el efecto
del Amor —que no te causaste a ti mismo venir a la existencia?
Y sin embargo, ya que has surgido desde
ese Océano de Amor, ¿no está la ola hecha de la misma sustancia como el propio
Océano? ¿No se te ha dado a ti infinita y perfecta libertad? Porque exactamente
como tu Padre te percibe a ti, se te ha dado la libertad de percibirte a ti
mismo, y a todas las otras olas que pudieras notar, incluso al propio Océano,
de cualquier forma que elijas.
La meta, entonces, de la genuina
espiritualidad es realinear la cualidad de tu percepción —para reflejar, para
resonar, para estar en perfecta alineación con la percepción de tu Creador—
para ver con los ojos de Dios. Amado amigo, en verdad, tú permaneces como
fuiste creado para ser. Esto significa que en todos y en cada momento, estás
literalmente utilizando el poder que se encuentra en el profundo Silencio del Océano
del Amor de Dios que dio surgimiento a tu propia creación y existencia para que
percibas como tú desees.
Por lo tanto, en esta lección, vamos a
hablar de la misma naturaleza del deseo
en sí mismo. Hablaremos de lo que el deseo significa, de lo que da a entender y
de cómo crea los efectos. Hablaremos del poder del deseo, del valor del deseo,
del significado y del propósito del deseo, y de cómo comenzar a traer esa
energía —que a veces se siente como una manada de mil caballos salvajes, todos
queriendo ir en su propia dirección— bajo tu consciente y deliberada dirección.
De forma que puedas crear como el Padre te creó a ti —con perfecto, deliberado
e infinito Amor, con perfecta, infinita y deliberada alegría, y, perfecta —perfecta— libertad.
¡El deseo! Cuando yo caminé sobre este
planeta como un hombre, confronté muchas opiniones diferentes acerca de la
naturaleza de la creación, de la naturaleza de la humanidad, y de la naturaleza,
de la consciencia o de la autoidentidad. Exactamente como tú estás ahora siendo
confrontado con las muchas escuelas de pensamiento, así como yo también lo fui.
Mientras que esto puede parecer que conduce a una gran confusión, aunque uno
puede elegir desde esa colección variada, en verdad esto no es como la arena
dentro de la ostra de la cual la perla surgirá. Esto en verdad causa que rechines
en lo interno.
Tú
debes encontrar tu propio camino hacia tu propia verdad. Porque primero
todos y cada uno de ustedes debe establecer su propio camino, su puerta de
entrada, su ojo de la aguja, a través del cual solo tú podrás pasar[1].
Por lo tanto, en muchos aspectos, tú
estás aparentemente solo. Debes tomar la decisión de desear —por encima de todas
las cosas— la perfecta remembranza de
tu unión con Dios. Tal cual como una ola podría finalmente decidir que no
ha nacido para tener miedo de ser una ola, sino para verdaderamente reclamar su
individualización, su unicidad y vivirla plenamente. Y en esa plenitud, decide
descubrir una manera de estar consciente de su infinita unión con el propio Océano.
Decide de alguna manera liberarse de la miope auto-identificación como un
pedacito de ola que surge en un lugar o campo del tiempo que dura por un
segundo, y luego desaparece.
Tal como la ola, puedes decidir
encontrar un camino para trascender la limitación, para llegar a re-identificarte
como una consciencia, una consciencia viviente de que eres Uno con la Profundidad
de ese Mar. Decide que puedes operar no desde el nivel superficial de consciencia
que podría ser como la espuma en la cúspide de una ola —que llamas tu consciencia
o mente egoica— sino que tú puedes llegar a estar informado en todo lo que hables, en todo lo que hagas, en todo lo
que creas, y en todo lo que percibas por medio de lo que descansa en la propia
infinita Profundidad del Océano en Sí Mismo.
Imagina, entonces, que echas mano de un
pozo que está dentro de ti que parece que no tiene fondo ni lados, a través del
cual algo se está derramando desde lugares no vistos, en los cuales
literalmente tu atención consciente o discernimiento parece que ha sido coloreado
con Luz Radiante. Una Luz que literalmente te deja sentir que tú no eres un cuerpo-mente o la historia
personal con la que antes te habías identificado. Y un discernimiento de que
éstas cosas son solamente temporales y que
son el impersonal efecto de un nivel de deseo dentro de tu alma, que es una y
la misma cosa como la expresión de Dios mismo, por ninguna otra razón de que el
Amor debe ser extendido.
Imagina que trasciendes tu miedo a tu
propia supervivencia debido a que observas a tu propio cuerpo-mente, y ya no te
sientes identificado como si fueras el cuerpo-mente. Éste se ha convertido en
un instrumento que es utilizado por el Amor que descansa en la Mente de Dios. Tú
vives, pero ya no como tú, sino que es Cristo quien habita como tú. Esta es una experiencia muy real para ser
vivida. No es simplemente una filosofía. Esto no es un concepto, y nunca
podría ser un dogma. Hay una traducción
mística que ocurre en la profundidad de tu alma, la cual es meramente un cambio en donde tú percibes tu sentido y
fuente de identidad.
¿Cuál es la energía que se requiere para
llevarte a ti desde la miope auto-identificación, que te ha llevado a
identificarte con las pequeñas gotas de espuma en la punta de una ola que es
lanzada hacia adelante y hacia atrás por un poder que parece que está fuera de
ti, y que ahora te lleva hacia un sentido de identidad con el Silencio Profundo
del Océano que está en todas partes presente y que parece que no conoce ni
principio ni fin? La energía que te llevará a ti desde la punta de la ola hasta
la Profundidad del Océano es la energía
del deseo.
Porque te digo a ti, si Dios no hubiese
tenido el deseo de extender el Amor, tú nunca habrías venido a la existencia. Tu
mismo sentido de la consciencia del ser es el resultado o el efecto del Amor.
Es exactamente el mismo Amor que ha dado nacimiento al sol y a la luna y a
todas las estrellas y a cada dimensión sobre cada dimensión sobre cada
dimensión de la Creación. Ese mismo Amor que tuvo el deseo de ser extendido es
la misma Fuente desde la cual tú has nacido. Como te conoces a ti mismos que
eres, tú eres el efecto del deseo de Dios
de extender el Amor.
Cuando la próxima vez que una persona te
pregunte: “¿Quién eres tú?”. Por favor
no le des un nombre. No le digas: “Bueno,
yo nací en cierto pueblo en cierta parte del planeta”. No le digas que eres
un demócrata, un republicano, o un comunista, o un ateo, o un católico. Dile
simplemente la verdad:
¿Quién soy yo? Yo soy la extensión del Amor en la
forma.
Yo no he nacido nunca y nunca voy a probar la
muerte.
Yo soy infinito y eterno.
Yo resplandezco e irradio como un rayo de luz de sol.
Yo soy el efecto del Amor de Dios.
Y estoy parado delante de ti para amarte.
¡Ahora que se levantarán algunas cejas! Eso también transformará tu mundo.
Porque es el tiempo de que dejes de buscar a Cristo afuera de ti y de que
comiences a elegir tomar la responsabilidad de ser el Cristo encarnado. ¡El deseo lo es todo!
EL
DESEO LO ES TODO
Toma un momento justo ahora y deja que
el cuerpo se relaje. Imagina que puedes pasar de ser el actor en la película de tu vida a ser el director y productor.
Estás sentado en tu estudio, y estás editando la historia de tu vida. Estás
observando todos los clips cortos del film. Los clips de la época en la que naciste,
la época en que fuiste al kínder, el tiempo en el que por primera vez te
enamoraste, el tiempo que por primera vez decidiste ir a ver una película, el
tiempo que fuiste al colegio. El tiempo en el que tomaste un empleo, este
empleo o aquel empleo, o el tiempo en el que te mudaste hacia otra localización
física.
Observa más de cerca y mira si no es
verdad que por cada acción que alguna vez hayas hecho, que por cada decisión
que alguna vez hayas tomado, después de tratar de analizarlo todo, ¿no ha
existido en el fondo la energía del deseo?
En verdad, no levantarías el cuerpo desde tu sofá para ir al refrigerador sin el deseo de comer. Algo te llama para que entres en la expresión de la acción. Es el deseo. Nadie entra dentro de una relación íntima sin la energía del deseo. ¿Por qué alguna vez han existido dos que se miren el uno al otro y digan: “yo no siento ningún deseo en lo absoluto, pero casémonos, tengamos hijos, y levantemos a una familia?”.
¡El deseo! El deseo es esa energía que
hace que surjan todas las olas de la creación desde la Profundidad del propio Océano.
Y no obstante, ¿quién de entre ustedes no ha sentido conflicto acerca del deseo? ¿A quién no le han enseñado que el
deseo es algo malo? ¿A quién no le han enseñado a no desear ser algo grandioso?
¿A quién no le han enseñado que el deseo por confort material es como una
especie de mancha que mancilla el camino espiritual? Observa bien dentro de tu
alma y mira si esto no es verdad.
¿No has sentido miedo, a veces, de que
brote el deseo dentro de ti? Porque cuando observo a tu plano, hay muchos que
se paralizan de miedo tan solo porque han deseado una copa de helado. ¡Tienen
tanto miedo de que si se rinden ante ese deseo, algo en el helado causará que
sus cuerpos se hinchen y que sus cerebros dejen de funcionar!
Porque aquellos de ustedes que están en una
relación íntima —en matrimonio o en cualquier tipo de compromiso— ¿Cuántos de
ustedes no han mantenido la creencia, que te ha sido enseñada a ti por el
mundo, de que si sientes una energía que brota desde adentro de ti cuando miras
a alguien que no es tu pareja, en cierta forma tú has pecado contra Dios? ¿Cuánto
de ustedes conocen la experiencia de tratar de reinar sobre los diez mil
caballos, ya que seguramente si te rindes y sientes el deseo, todo se saldría de
control? ¿Y que además el intento de mantener tu vida estructurada, rígida y
predecible colapsaría, y “que todo el
infierno se soltaría?”.
Sin embargo te digo, ¿tú existirías si
Dios hubiera tenido miedo de desear crear y extender el Amor al formarte a ti, al mismo tiempo dándote la infinita
libertad? Sin deseo —mira a tu alrededor— no solo no verías nada, no habría nadie
quien haga la mirada. Todas las cosas son el efecto del deseo.
Llega entonces a entender que el deseo
no es malo. No es para tenerle miedo.
Es para ser manejado con maestría. La maestría no es control. Porque el control
—la necesidad de control— es un efecto de la energía del miedo, no del Amor. La
maestría del deseo viene cuando reconoces que estás seguro al sentir cualquier ola de deseo que pudiera surgir a través
de tu consciencia, porque tú decides
si actúas o no de acuerdo a él, si lo traerás al campo de manifestación.
El poder
de elegir es el poder que jamás te
puede ser arrebatado. Ya tienes perfecta maestría de él, porque nada que jamás
hayas experimentado viene a ti sin tu decisión de permitirlo dentro del campo
de manifestación.
El deseo es algo que brota desde la Profundidad
que está más allá de ti mismo que puede ser visto con perfecta inocencia, y con
el asombro de un niño. El mismo acto de cambiar para permitir y darle la
bienvenida al deseo no es algo que te desviará del sendero del despertar, sino
que te llevará verticalmente dentro del Corazón de Dios.
Porque si alguna vez vas a crear como
Dios crea, necesitarás sanar tus percepciones conflictivas acerca del deseo.
Necesitarás trascender la energía del miedo.
Hay muchos que me llaman y oran. No hay
una hora en tu marco de tiempo en el que no haya muchos de ustedes que en tu
plano, en algún lugar de tu planeta, me oren a mí y que quieren que sus
corazones se llenen de Cristo. Sin embargo, al mismo tiempo, tienen miedo a
muerte de la energía que quiere
moverse, porque se les ha enseñado a temer y a suprimir el deseo.
El deseo es como el Líquido de la Vida
que se mueve a través del tallo de la rosa y que permite que los pétalos
irradien con glorioso color. Cuando bloqueas el fluido del deseo, los pétalos
no se nutren. Comienza a ocurrir la muerte —la muerte del corazón, la muerte
del alma y ausencia de vida.
Si fueras a caminar por una de las
calles de una ciudad y verdaderamente miraras a los ojos de todas las personas
que vieras, ¿no reconocerías que parece que la muerte ya ha hecho un hogar en
la mente de muchos de esos seres vivos? La muerte de los sueños, la muerte de
la esperanza, la muerte de la dignidad, la muerte de la alegría, la muerte del
verdadero poder y que ya ha tenido lugar la muerte de la unión con su Fuente y
Creador. Todo el que lea estas palabras ha tenido la experiencia de ver esto en
los demás.
La curación requiere de la voluntad de
sentir el deseo, para ver que es algo muy bueno y verlo como algo muy santo.
¿Esto quiere decir que si sientes un deseo, que este no puede quedar tergiversado
por los patrones del ego en tu mente? Por supuesto que no. Siempre existe la
posibilidad de que el deseo se tergiverse para satisfacer las necesidades de la
mente egoica dentro de ti. Pero puedes estar seguro, que si lo haces, ¿quién
lo ha hecho? ¡Tú! Siempre dentro de ti, has sabido que el deseo es bueno, pero tú
lo has reprimido. En aquellas ocasiones cuando el deseo apareció y que dejaste
que este se tergiversara para servir a los objetivos del ego, siempre supiste
perfectamente lo que estabas haciendo. Tú fuiste el tomador-de-decisiones.
Has aprendido, por lo tanto, a temer al
deseo porque ese temor es el efecto del temerte
a ti mismo, y eso es lo que te paraliza. Eso es lo que corta el flujo
creativo. Eso es lo que da lugar a todo lo que en tu mundo se conoce como la
multitud de enfermedades psicológicas: la falta de voluntad para confiar en uno
mismo, la falta de voluntad de amarse a uno mismo y la creencia de que los deseos
que se mueven a través de tu ser son algo malo y oscuro.
Crees que si tan solo pudieras erradicar
a los deseos de tu ser, podrías permanecer con el control y le agradarías a
todo el mundo, porque te adaptarías y te conformarías con la pequeñez, ya que la
pequeñez y la inferioridad es lo que se adora en la consciencia humana.
Comprende bien el siguiente axioma que
te daremos:
La
única relación que tiene algún valor
es
tu relación con Dios, tu Fuente creativa,
la
Profundidad del Océano.
Inmediatamente la mente dice: “¿Pero qué
pasará con mi pareja, qué pasará con mis hijos, qué pasará con el presidente de
mi país, qué pasará con el jefe de correos?”. Vendrás con un millón de ejemplos
de relaciones que seguramente tienen una gran importancia.
La única
relación que tiene valor es tu
relación con Dios. Porque cuando ella está en alineación, todas tus creaciones,
tus elecciones de relación y como serás dentro de ellas fluirán sin esfuerzo desde esa alineación. Por lo tanto,
busca primero el Reino, y todas esas cosas se te darán por añadidura[2]. No
trates de crear una rosa comenzando por los pétalos, sino que nutre las raíces,
y la flor debe florecer.
Si vas a estar en relación correcta con tu Creador, es absolutamente necesario
corregir tu percepción y relación con la energía del deseo. Comienza por liberarla
de tu juicio en todas sus formas. Porque nuevamente, solo puedes estar en el Amor
o en el miedo. Solo se puede estar en la inocencia o en el juicio. El Amor y la
inocencia son del Reino. El miedo y el juicio son de la ilusión.
LIBERANDO
EL JUICIO DEL DESEO
Aprende entonces, a través de la simple
práctica, a interrumpir los patrones
que has aprendido en este mundo ilusorio, de forma tal que liberes de juicio a
la energía del deseo. Esto será diferente para cada uno de ustedes, dependiendo
de donde comiences.
Aquí tenemos un ejercicio muy simple. Cuando
te despiertes en la mañana y plantes tus pies firmes sobre el piso, toma una
pausa y hazte esta pregunta:
¿Qué
quiero en este momento?
Inmediatamente, la mente dirá: “Bueno.
Estoy muy ocupado para saber que quiero, tengo que salir a trabajar. Tengo que
servirle a otra persona. Estoy aquí para satisfacer al mundo. No tengo tiempo
para preguntarme a mí mismo que
quiero”.
Recuerda que lo que decretes es, y el pensamiento que mantengas en la
mente será reflejado a través de la naturaleza de tu experiencia.
Así que toma una pausa y pregúntate:
“¿Qué quiero?”.
Luego simplemente date a ti mismo un
minuto para observar cualquier cosa que surja en la mente, o incluso lo que
sientas en el cuerpo.
¡Dios mío, tal vez quieras tener sexo!
¡Oh! ¡Entonces con toda seguridad sabrás que no eres un ser espiritual!
Podrías querer tomar una ducha caliente.
Podrías querer un vaso de jugo o agua. Podrías querer cantar. Podrías querer
estirarte o respirar. Podrías querer girarte y mirar a tu amante, a tu pareja,
que todavía duerme en la cama. Podrías querer levantarte y a escondidas ir al
cuarto de los niños y verlos dormir. Podrías querer sentarte y leer el
periódico de la mañana.
El punto aquí es que notes que al hacer
la pregunta, algo te responderá dentro de ti. Y cuando esa respuesta venga,
notes que hay un sentimiento asociado con ella, una cualidad que hace que las
células canten un poquito. Eso es la energía, el elixir de la vida, que se
llama deseo.
En ese minuto, no necesitas levantarte y
actuar, sino simplemente observar: “Ah,
¿qué quiero? Tomar una ducha caliente”. El sentimiento del pensamiento, o
el pensamiento que emite el sentimiento en el cuerpo: “quiero tomar una ducha caliente”, lleva el elixir del deseo.
El deseo viene desde la profundidad de
tu ser que, nuevamente, descansa justo a la diestra del Rostro de Dios. ¿No
podría ser el caso que, si sigues el deseo que brota a través de tu corazón, al
sentirlo, al abrazarlo, es posible que aprendas y descubras lo que el Océano
está deseando expresar a través de la ola que eres? ¿Si juzgas el deseo, no
podría ser que estarías cerrando el flujo creativo que la Mente de Dios desea
expresar?
Por supuesto, ese es el problema. Le has
atado un nudo a la manguera a través de los juicios conflictivos. Y la idea,
ahora, es comenzar —de una forma simple— comenzar a darte permiso de sentir el deseo, de permitirlo incluso
dentro de las células del cuerpo, para observarlo, para notarlo, para sentarse
con él.
He aquí uno que es muy común en el
mundo. Sé honesto contigo mismo, ¿cuántas veces has sentido el deseo de ser
rico? Esto no es algo de lo que se supone que te sentarías a hablar o algo que
harías muy público, especialmente si estás tratando de ser “espiritual”. Tal
vez hayas pensado:
“¡Me levanté
está mañana e imaginé que tenía muchas monedas de oro que hasta podría comprar
el planeta entero! Luego recordaste: “¡Oh, ‘El dinero es la raíz de todo mal!’
No debo pensar de esa manera. Bueno, yo mejor me ocupo y salgo para mi trabajo
en la oficina, pero en secreto dentro de mí estoy resentido porque no me pagan
lo que mi alma vale. Pero fingiré que todo está bien. ¿Oh, el dinero? No, estoy muy bien.
Realmente tengo suficiente. No, no, realmente tengo suficiente”.
Luego mientras vas conduciendo a casa y
un Mercedes se detiene a tu lado, no puedes evitar voltearte y decir:
“Dios mío, me gustaría poder comprarme uno de esos”. Entonces piensas: “¡Oh, Dios mío! No debo tener ese pensamiento, así que voy a
seguir conduciendo mi viejo Volkswagen por este camino. Ya que soy una persona muy
buena y espiritual”.
Sé honesto contigo mismo. ¿Cuántas veces
has sentido que brota dentro de ti el deseo de ser rico? ¿Qué diablos ha
causado que le temas a ese deseo? ¿Qué ha causado que le hagas un nudo a la manguera,
de manera que trates de bloquear que ese deseo llegue a manifestarse?
Quizás cuando eras un niño, fuiste a una
de tus catedrales. Y ahí había alguien con una larga bata parado sobre una
plataforma y debido a que todo se veía muy hermoso, pensaste que seguramente
ellos debían haber estado hablando con autoridad. Dado que esta catedral estaba
llena con una gran cantidad de pequeñas mentes y que todos ellos vivían en su
propio nivel de miedo, dijeron: “El dinero es la raíz del mal”. Y pensaste: “Oh, bueno, esa es la verdad. Oh, sí, esa es
la verdad. ¡Oh, Dios! Mejor le tengo miedo al dinero”.
Te digo que tienes una Autoridad, y que esta nunca se ha mantenido dentro de la
oficina de cualquier iglesia, o de cualquier organización o en un individuo. ¡Tu
Autoridad es la Voz de Dios que habita en tu corazón y en tu mente! Dios no está
limitado, y no requiere que Sus Hijos estén limitados. Porque si vas a recibir
todo lo que Dios te va a dar, debes decidir levantarte y ser la ola más grandiosa
que pudieras llegar a ser. Porque solo haciéndolo de esta manera, honras a tu Creador.
Se podría decir que Dios es como un
jardinero sabio que está constantemente tratando de hacer crecer rosas
hermosas. Él sabe exactamente la
cantidad de humedad que hay que ponerle al suelo. Él sabe cómo hacer que esos
nutrientes se eleven desde el suelo a través de las raíces, a través del
corazón del tallo de la flor para que emita un color radiante, para que todos aquellos
que la vean sean tocados por el misterio de la belleza. Y Dios se pregunta:
“Bueno, es interesante. Estas rosas que he creado
parecen que tienen su propia mente. A medida que el elixir que trato de darles sube
a través del tallo, ellas se atan a sí mismas pequeños nudos y solo un poquito
del elixir llega. De forma que los pétalos nunca florecen completamente”.
¿Alguna vez has tenido la sensación de
que estás poniendo más energía en mantenerte constreñido que en permitir la expansión?
LOS
DESEOS TE CONECTAN CON LA VOLUNTAD DE DIOS
El
deseo es creación.
Por lo tanto, lo que desees es de
suprema importancia. Si vas a tomar el pequeño ejercicio que te dimos y
comienzas a ponerlo en práctica cuando te despiertes por la mañana, de una
manera simple y tranquila, comenzarás a volver a estar en contacto con la
inocencia y belleza del movimiento del deseo. Puedes disfrutarlo.
Cuando tienes un pensamiento sexual, un
deseo sexual, ¿Por qué simplemente no te quedas con él? ¿Por qué no notas lo
que pasa en tu cuerpo? ¿Cómo cambia tu respiración? ¿Tu corazón late más
rápido? Sé honesto contigo mismo, ¿esto no pone una sonrisa en tu cara? ¿Qué
pasa si decides honestamente aceptar
que ese efecto es perfectamente inocente
y hermoso? ¿Cómo podría cambiar tu
día si no reprimes la consciencia del
deseo sexual?
Notarás que no estamos hablando de que
deberías caminar por las calles agarrando a todos los que caminen cerca de ti.
Estamos hablando de permitirte a ti mismo la vivencia de abrazar exactamente a
la energía que se mueve a través de tu ser.
¿Por qué es esto importante? Si has
decidido que hay ciertas energías que son demoníacas, que son malas, o que
tienen el poder de distraerte a ti de tu unión con Dios, entonces ya has
decidido que hay algo que está más allá
del alcance de tu poder. Y que eso es lo que te quita el poder. Tomas a una energía
inocente y la conviertes en un monstruo al que debes tenerle miedo a toda costa.
No, obstante te digo esto. La
transformación mística que te lleva de sentirte a ti mismo de ser una pequeña
gota de espuma sin poder en el extremo de una ola a la sensación de libertad y
de estar empoderado que fluye desde la Mente de Dios a través de ti para
expresar solamente hermosas creaciones llenas de majestad, de poder y de milagros,
es la voluntad. La voluntad de volverte
hacia las mismas energías que se mueven a través de la mente y del cuerpo y que
no les tengas miedo. Sino que en lugar de ello las mires con inocencia y
asombro.
Esta es la fuente de todos los mitos que
han sido contados en todas las culturas: el caballero que mata al dragón, o el
besar a la bestia salvaje en la mejilla para que se convierta en un compañero
amoroso. Tus monstruos son todo aquello a lo que le temes y reprimes debido a
los juicios que has aprendido en el mundo. Y el mundo es solamente la negación
del Reino. Es exactamente lo opuesto a la Verdad.
Si estás sentado en una de tus
catedrales y todos están diciendo: “¡Oh,
sí, la sexualidad es muy mala! Te mantendrá alejado de Dios”. Inmediatamente,
te darías cuenta de que si todos aquí le temen a la sexualidad, es que en
realidad debe ser divina. Permítete a ti mismo pensar: “Quizás haría bien si la abrazo, la acepto, la amo, si la domino con maestría y no le
temo”.
Imagina que alguien te dice: “¡El dinero es la raíz del mal!” y luego
te extiende las manos y te dice: “¿Por
favor le darías una donación a nuestra organización?”. ¿No es esa una
expresión del conflicto? Sin embargo, dicho conflicto impregna las religiones y
dogmas de tu mundo, cuando dicen: “No
desees el dinero. No desees la riqueza. Por cierto, para mantener el ministerio
en esta estación de radio, realmente necesitamos que usted envíe una donación”.
¿Qué están tratando de enseñarte? ¿Qué están negando?
El sexo y el dinero. Cosas muy básicas,
¿no es así? Representan las energías que fluyen desde la Mente de Dios, que se
expresan en ilimitado gozo y poder, y que no están dispuestas a conformarse con
la limitación de ninguna clase.
Cuando la Tierra fue dada a luz desde la
Santa Mente de Dios y tomó su propia forma y se convirtió en una entidad como
tú, Dios no dijo: “Bueno, este es un
planeta muy hermoso, pero solo puedo tener un solo sistema solar lo
suficientemente grande como el de la Tierra”. Por el contrario, por gozo,
Dios permitió que surgiera un sistema solar sobre otro sistema solar sobre otro
sistema solar, el nacimiento de un millar de soles en cada momento, como un
campo en el que esta hermosa joya de planeta pudiera girar. ¡Esa es la verdadera creación! ¿Qué
calidad de sistema solar has tú decidido
permitir, en el que el planeta de tu propia consciencia pueda girar, vivir y
expresarse?
¡Ah el deseo! El deseo lo es todo. Y
nuevamente el simple ejercicio que te hemos dado comenzará a liberar a los
bloqueos internos, y redescubrirás la inocencia
del deseo. Entonces podrás comenzar a expandirlo, a tomar unos pocos
momentos para aprender a vivir deliberadamente, preguntándote a ti mismo:
“¿Qué
quiero verdaderamente?”.
Usa tu consciencia para relajarte dentro
de la inocencia de esta pregunta:
¿Qué
quiero verdaderamente?
¿Qué
es lo que está en mi corazón que sigue llamándome, que sigue impulsándome?
Debido a que tu mente brilla como un
rayo de sol desde la Mente de Dios, cuando haces la pregunta, las imágenes
empezarán a surgir, los sentimientos comenzarán a surgir. Y te digo, que son
símbolos y expresiones de lo que Dios quiere dar a luz a través de ti. Podrás decir: “Cada
vez que miro en mi corazón, y cada vez que me permito sentirlo, lo que
realmente quiero es poner mis brazos alrededor de la gente. Quiero que la gente
sepa lo mucho que los amo”. ¿Por qué temerle a tal deseo? Tú expresas: “Es demasiado abrumador. No sé cómo voy a
ser aceptado”.
¿A
quién le importa cómo serás aceptado?
Lo
que importa es cómo te aceptas a ti mismo.
¿Qué pasaría si por sentir ese deseo,
nuevas imágenes comienzan a venir a ti? Por ejemplo, repentinamente te das
cuenta de que: “Lo que yo quiero hacer es
unirme al Cuerpo de Paz”. Quizás esa misma decisión sería como si te
pusieras a ti mismo en un sistema solar donde podrías girar como tu propio
planeta. ¿Qué pasaría si por ir y permanecer en el Cuerpo de Paz esto podría llegar
a ser el propio camino a través del cual aprendes a recibir el gran gozo de
dejar que tu amor surja hacia el mundo? Pero
si le temes a ese deseo, ¿cómo llegarías alguna vez a saber esas cosas?
¡Ah, cuando estoy en contacto con mi corazón, y
cuando me permito a mí mismo sentir...!
¿Qué surgirá para ti al hacer esta
pregunta? Podría ser: “Quiero tener mucha
riqueza. Ah, veo el pensamiento que dice: ‘Oh, no la riqueza es mala’”.
Pero si te permites a ti mismo continuar haciéndote la pregunta, una respuesta
más profunda emergerá, tal como: “Lo que
yo quiero es poder ir hacia todos los niños hambrientos del planeta y
alimentarlos. Para eso es que yo quiero la riqueza”.
¿No podría ser que ese deseo de
alimentar al mundo es un deseo de Dios de hablar a través de ti, de utilizarte
de una forma que afecte a la transformación del planeta? ¿Puedes ver que al
bloquear el sentir de ese deseo, podrías estar simplemente bloqueándote a ti
mismo de escuchar lo que te has mantenido pidiendo en oración repetidamente? Tú
pides orando: “Padre, revélame tu
propósito para mí”. Luego sientes el deseo y dices: “¡Aaah! Discúlpame, Padre. Primero debo deshacerme de este deseo”.
El deseo en el corazón es donde
descubrirás la línea telefónica que te conecta con la voluntad de Dios que será
expresada a través de ti. Si no confías en el deseo, estás literalmente
diciendo que has decidido no confiar en tu Creador. Esta es una afirmación que
no es para dejarla a un lado. En la curación del conflicto acerca del deseo,
ahora que sabes lo que verdaderamente es, aprende a ser paciente contigo mismo.
UN
EJERCICIO PARA CONFIAR EN EL DESEO
Te vamos a sugerir que crees una
estructura para que puedas practicar este segundo ejercicio para que se adapte
a tu vida. Nuevamente, no se necesitan más de cinco minutos, diez o quince
minutos inicialmente, quizás tres o cuatro veces a la semana. Eventualmente, lo
estarás haciendo todo el tiempo debido a que vas a estar creando
deliberadamente. Por tan solo diez o quince minutos, apártate de tu mundo.
Recuerda que no necesitas hacer nada, así que el mundo puede esperar.
Relaja el cuerpo y cierra los ojos.
Puede ser de gran beneficio si dejas que la respiración se vuelva muy profunda
y rítmica. Esto relaja el sistema nervioso y seduce al que controla dentro de
tu mente — el crítico que decide qué pensamientos son aceptables y cuales no lo
son. A propósito de eso, el crítico nunca ha sido algo que hayas creado. Es
algo que tú permites que viva en tu mente que fue fabricado por una cantidad de
otras mentes temerosas, a las que llamas padres y maestros. Mientras vas
relajando el cuerpo y la mente, pregúntate:
¿Qué
quiero verdaderamente?
Observa las imágenes que vienen, sin
juicio. Nota las sensaciones en el cuerpo, y permite que esto continúe por solo
un minuto o dos. Luego has una pausa, abre los ojos, y escribe todo lo que
puedas recordar. Por ejemplo: “vi la
imagen en la que tenía cuarenta y siete compañeros sexuales. Vi la imagen en la
que había monedas de oro que llovían sobre mí, así que tuve que ponerme un
paraguas sobre mi cabeza. Vi un envase de helado inmenso. Me vi a mí mismo en
un bote en el océano. Noté que mi estómago se volvía plano”. Lo que sea,
escríbelo.
Luego, toma una respiración profunda,
relájate nuevamente, y repite el proceso. Coloca la mano de forma que descanse
sobre el corazón. Respira hacia dentro de él varias veces, y luego pregunta:
¿Qué
deseo verdaderamente?
Nuevamente, permite que el proceso sea
como es. Haz esto por un período de diez o quince minutos de forma que repitas
el proceso al menos seis o siete veces, escribe todo.
Luego toma la hoja de papel o el diario
personal y apártalo a un lado hasta el próximo período de ejercicio, y
nuevamente repite el proceso. Cuando hayas hecho esto siete veces, de forma que
tengas siete hoja de papel con las cuales has estado a lo largo de este
proceso, entonces, y solo entonces, comienza a volver a ver y a revisar todas
las cosas que han surgido. Pregúntate a ti mismo: “¿Qué parece que ha estado repitiéndose?”. Podrías darte cuenta que
las tres veces que querías un gran envase de helado, pero luego parece que éste
desaparecía. Las dos veces en la que tenías el deseo de tener cuarenta y siete
amantes, pero ahora te das cuenta de que realmente solo quieres uno.
Sea lo que sea, date cuenta del patrón,
el hilo que parece que mueve a la mayoría de los deseos a lo largo de los
periodos de ejercicios. Luego, imagina que ese hilo es la conexión energética
que está atada en un extremo a un trozo de espuma en el borde de una ola, y que
el otro extremo está anclado en la Profundidad del Océano. Luego considera,
quizás, que si te permites a ti mismo moverte a lo largo de ese hilo, y que
comienzas a poner tu energía sobre eso, que comienzas a despejar los obstáculos
dentro de tu consciencia que bloquean que ese deseo sea vivido constantemente,
te llevarías a ti mismo desde la gota de espuma en el borde de la ola hasta el
Corazón de Dios.
Y en lo delante por el camino, todo lo
que es diferente al Amor vendrá ti para que lo liberes. Durante el proceso,
pasarás a través de una metamorfosis
que culminará en tu ser siendo la encarnación
viviente del poder de Cristo —tu alma logrará la satisfacción que siempre
ha buscado.
Como ves, la razón por la que
astutamente te engañas a ti mismo al bloquear la energía del deseo, es que el alma sabe que si llegara a seguir a tal hilo a través de un completo y total compromiso, te estaría embarcando por
el camino que ha sido establecido delante de ti por Dios que sabe cómo llevarte
a casa.
Si llegas a casa, esto significaría que
habrías dejado de ser un buscador.
Habrías tenido que convertirte en uno que ha encontrado. Y tendrías que haberte elevado por encima de la
multitud. Tendrías que haber entregado toda tu identificación con la pequeñez.
Tendrías que haber entregado tu necesidad de aprobación de los demás. Tendrías
que haber dejado el nido de la locura. Tendrías que haberte levantado y tomado
el lugar que te corresponde a la diestra de Dios. ¿No es ese el más profundo
miedo que llevas contigo —ser realmente la Verdad de quien eres: el Cristo encarnado?
El deseo puede ser muy divertido, idealmente
una vez que los hayas practicado por ti mismo, pídele a tu pareja o un amigo
cercano si ellos estarían dispuestos a embarcarse en este proceso contigo, de
manera que quizás una vez a la semana puedan sentarse juntos y decir: “¿Qué ocurrió esta semana?”.
A esto se le conoce como desnudarse en
frente de un amigo. A esto se le conoce como volverse vulnerable con otro. A
esto se le conoce como encontrar a otro
niño para jugar con él en el Reino, de forma que puedas ir a la caja de
arena, alejado del mundo de los adultos que dicen: “El deseo es malo. Ustedes chicos tengan cuidado”.
Comienzas a mirar a lo que es verdad y
real desde un lugar de inocencia. Comienza a crear por ti mismo un grupo de apoyo. Y ese grupo de apoyo
quizás pueda crecer hasta tres o cuatro amigos —o incluso diez o veinte— en el
cual todos están involucrado en el mantenerse en contacto con lo que es real
allí, por medio de llegar a entender el principio de que el deseo es el hilo que conecta tu alma con el Corazón de Dios. Y
Dios quiere solamente extender, a través de ti, lo que expresa el Amor en el
mundo. Esto se llama Creación.
Quizás, sea un proyecto que merece la
pena. Porque cuando no cambias para permitir y aceptar el deseo, solo hay una
alternativa. Es meramente vivir para sobrevivir. ¡Cuando eliges la energía de
la mera sobrevivencia, el mundo es tu
amo, ante el cual te inclinarás una y otra vez, una y otra vez, vida tras vida
y vida tras vida! Serás un esclavo de
la locura que parece que gobierna este mundo.
Y nunca conocerás la paz. Nunca conocerás la
alegría. Y nunca regresarás a casa.
¡Así de simple! Pero tú no fuiste creado para marchitarte y morir en la vid. Tú fuiste creado para dar buenos frutos.
Deja que las raíces sean regadas por el
deseo, por sobre todas las cosas, para que seas la plenitud de todo lo que Dios
tenía en Mente cuando Él sopló dentro de ti el Aliento de Vida. Deja que ese Aliento
sea recibido en cada momento. Llegarás a darte cuenta que la única pregunta —la
única pregunta— por la cual deberías
estar preocupado es esta:
¿Cuánto
de Dios estoy dispuesto a recibir
y
a permitir que se exprese a través de mí?
A esto se le llama “separar el trigo de la cizaña”[3]. La cizaña es el
pensamiento del mundo de que deberías creer en la pequeñez. Esto solo puede
traerte como resultado tu perpetuo sufrimiento. El trigo es el alimento que da
Vida, porque está lleno con el Amor de Dios.
No temas, entonces, desea. Pero desea abrazar al deseo. Tócalo, siéntelo,
conócelo, baila con él, canta con él, y míralo inocentemente. Siéntelo
completamente. Y entonces aprende a discernir, a través de las maneras que
te hemos dado, lo que verdaderamente es el deseo: ese hilo que está brillando e
irradiando a través de todos tus días. Entonces decide dejar que los deseos, te
informen tus elecciones, de forma que
crees una vida que se sirva completamente de ese hilo de deseo.
Yo tuve que hacer lo mismo. Porque comencé
a percatarme de que había un hilo de deseo en mi corazón para crear alguna
forma de demostración que sería tan abrumadora que nadie que volviera su atención a ella no pudiera hacer ser otra
cosa que recordar que hay algo mucho más grande en la vida que vivir para
sobrevivir, y sobrevivir solo para vivir. Incluso cuando era joven, empecé a
vislumbrarlo. Al principio, era algo fugaz. Algo me estaba impulsando, y como
había aprendido a confiar en el deseo, las imágenes se fueron haciendo cada vez
más claras.
En esos momentos de revelación cuando
todavía era un quinceañero, me vi a mí mismo parado sobre unas colinas, rodeado
por multitudes. Y me maravillaba de las palabras que salían a través de mi
boca. Vi visiones e imágenes de ser amado por millones. Vi imágenes y cosas que
no podía aún comprender, porque eran literalmente imágenes de lo que estoy
haciendo ahora. ¿Y cómo podía un
quinceañero, que vivía en Judea hace dos mil años, tener alguna forma de
comprender como usar las tecnologías de tu mundo moderno para comunicar el
Amor? Esto no tenía sentido para mí. Pero aun así, decidí confiar en ello.
Una parte de ese hilo fue el
reconocimiento de que la muerte es irreal. Por lo tanto, pensé que debía ser
capaz de crear una demostración para probarlo. ¡Ahora, piensa en esto por un momento!
Si ese pensamiento naciera en ti, y trataras de compartirlo con el mundo, ¿no te
dirían que estabas loco por atreverte a pensar un pensamiento tan fuera de
línea con todo lo que el mundo cree? Pero debido a que seguí el hilo del deseo, comencé a darme cuenta
de que éste seguía hablándome, día
tras día, y semana tras semana. El deseo quería crecer, quería ser alimentado.
Finalmente, me decidí:
Voy
a permitir que ese hilo se alimente.
Voy
a descubrir a donde me lleva, y qué es todo esto.
Adonde me llevó fue a la maestría de la
vida y la muerte, a la maestría de la curación, a la maestría de la
consciencia. Me llevó a la maestría de mí mismo. Me trajo a casa a mi propio
ser Crístico.
Debido a que seguí ese hilo, puedo
hablar contigo hoy. Hay muchos de ustedes que aprecian lo que hice, porque me
ven como un portavoz de la Verdad. ¿No es este el momento para que tú sigas tu propio hilo, y te conviertas, de igual forma, en un portavoz de la
realidad? Porque exactamente como tú fuiste enviado hacia mí, hay muchos que te serán enviados a ti, a medida que des el paso desde ser un buscador a ser uno que ha
encontrado. Porque cuando tomes tu lugar a la diestra, te convertirás en un
vehículo a través del cual la Voz de Dios creativamente tocará las vidas de
incontables personas que nunca jamás podrías llegar a conocer físicamente.
Naciste para ser grande. Naciste para la
grandeza. Naciste para irradiar esa Luz dentro del mundo para que el mundo
recuerde que esa Luz es verdad, y que la oscuridad es ilusión. Sé, por lo
tanto, lo que eres —tú eres la luz del
mundo. Y me deleitaré viajando contigo. Si puedo comunicarme con éste[4],
mi amado hermano, para crear comunicación, así también, me puedo unir con
alguien que elija dar el paso hacia su propia Cristiandad. El hilo de conexión
es el hilo del deseo.
Por lo tanto, comienza a volverte hacia la
energía del deseo dentro de ti —para separar el trigo de la cizaña— primero por
medio de sentirlo por solo un minuto sin juzgarlo, y luego al profundizar en ese proceso. Alcanzarás
el punto en el que con cada aliento que respires, estarás en contacto con la
energía del deseo. Y esa es a la única voz a la que le darás autoridad.
No serás capaz de seguir el ritmo de la
creación amorosa quiere expresarse a través de ti. Te maravillarás con los
amigos que vendrán a tu vida y de cómo tu sistema solar externo, en el cual tu
planeta está girando, cambia. Te maravillarás y te preguntarás cómo es que todo
esto está pasando. Finalmente descubrirás que tú no eres el creador y hacedor de tu vida, sino que es Dios quien quiere dirigir y hacer
la Vida a través de ti. Entonces
conocerás la Verdad que te hace libre:
Por
mí mismo, yo no hago nada.
Sino
que es el Padre, quién a través de mí, hace todas las cosas.
Y
esto es muy bueno.
Mantente, por lo tanto, en paz. Y desea bien. Porque cuando sientes el
deseo, estás regando las raíces con la energía de la propia Vida. ¡Confía en ella! ¡Abrázala! ¡Acéptala! Y
deja que los pétalos de la rosa florezcan
dentro de tu Santo Ser.
Te amamos, y estamos contigo. Si
pudieras tan solo ver cuanta ayuda iluminada está rodeándote en cualquier
momento, nunca permitirías que el miedo te desvíe del buen camino de tu deseo
de llegar a ser victorioso dentro de tu propia mente. Darás un paso hacia
adelante con valentía. Y todas las cosas serán hechas de nuevo.
¿Cuánto del Amor de Dios estás dispuesto a
recibir?
Y con eso, cerramos diciendo:
Amén.
[1]
Lucas 18:25, “Porque es más
fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en
el reino de Dios.” La Biblia de las Américas. (N. del T.)
[2]
Mateo 6:33, “Pero busquen primero Su reino y
Su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas”. La Nueva Biblia de los
Hispanos. (N. del T.)
[3]
Mateo 13:24-52 “Parábola
del trigo y la cizaña”. Mateo 13:30,…“Recoged primero la cizaña, y atadla en
manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero.” Biblia Reina-Valera
1960. (N. del T.).
[4]Se
refiere a Jayem el canal de comunicación que canalizó “El Camino de la
Maestría”. (N. del T.)
Nota:
Lección revisada, se hicieron algunas pequeñas correcciones a la traducción (el 07/05/2016).
Nota del traductor
La Fundación Shanti Christo acaba de poner a disposición la traducción al español de esta exquisita obra espiritual.
Te recomiendo que adquieras los libros de "El Camino de la Maestría", en la página web: www.shantichristo.com/
Esta traducción no oficial fue realizada por Oscar Ruiz,
El Camino de la Maestría
se compone de tres libros:
1er Libro "El Camino del Corazón"
de la Lección 1 a la 12
2do Libro "El Camino de la Transformación"
de la Lección 13 a la 24
3er Libro "El Camino del Conocimiento"
de la Lección 25 a la 35
Recomendaciones:
- Cada libro debe estudiarse durante un año, y cada lección durante un mes, al final de los 3 años de estudio habrás alcanzado la Maestría.
- Compra un diario y un bolígrafo que solo debes utilizar en El Camino de la Maestría.
- Coloca sobre la portada de tu diario una imagen que represente para ti, tu idea más elevada del Amor.
- Anota todas tus experiencias, todo lo que sientas, guarda el diario y el bolígrafo en un lugar donde no colocarás nada más, ese será tu lugar sagrado.
gracias!
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